La revolución azul parte por Goldberg
El exdelantero arriba como director y responsable de todo el fútbol de la U. Su llegada implica la salida de Sabino Aguad y cambios en el área formativa. Será el único miembro remunerado de la mesa que hoy preside José Luis Navarrete.
Universidad de Chile tendrá en su directorio, oficialmente desde el próximo lunes, tres nuevos miembros. Uno de ellos será Rodrigo Goldberg, quien se integrará al club donde se formó como futbolista con la difícil misión de darle una solución a la profunda crisis deportiva e institucional azul.
Goldberg (47 años), quien brillara entre fines de los 80 y mediados de los 90 como delantero, época en la que logró dos títulos nacionales con los azules, tendrá un rol igualmente decisivo, pero esta vez en la cima, donde se toman las principales decisiones.
El exfutbolista será el nuevo hombre de confianza de Carlos Heller, quien se alejó de la presidencia, pero mantiene el control accionario de Azul Azul. Lo suyo se enfocará en las determinaciones deportivas de mayor trascendencia. Será anunciado en el directorio del próximo lunes.
Para dar este paso, ha dejado de lado las actividades que desarrolló en el último tiempo en Fox Sports, radio Cooperativa y La Tercera.
El exatacante de la U, la UC y del Maccabi Haifa será uno de los tres rostros nuevos de la mesa. Los otros, Jorge Burgos y el psiquiatra y exarquero azul León Cohen.
Goldberg, cuyo puesto será rentado, tendrá a cargo el diseño de un plan deportivo integral, que abarcará desde el desarrollo y la orientación de las divisiones inferiores hasta los fichajes para el primer equipo. La última materia es la que ha más ha incidido en la actual campaña. De ahí que una de sus primeras tareas sea la reestructuración de la secretaría técnica del club estudiantil, un departamento que ya ha sufrido cambios en la gestión de Sabino Aguad como gerente deportivo, que no lograron reencaminarla y que, por el contrario, tienen a su máximo responsable en la puerta de salida, decisión que se oficializará en estos días.
En todas esas tareas, Goldberg deberá volcar la experiencia como jugador y en otros roles relacionados con el fútbol. También cuenta su calificación como ingeniero civil industrial de la U. San Sebastián (también cursó dos años y medio de Construcción Civil en la U. Católica).
A la reunión del lunes, llegará con una minuta con los principales lineamientos de su proyecto, que se someterá a aprobación y que abarcará metodologías relacionadas con la organización de todos los aspectos del club y de los roles de sus funcionarios.
Además de sus ideas, el documento recogerá las conclusiones de las reuniones informales que ya han sostenido los actuales y nuevos directores. Mañana tendrán otra para llegar plenamente afiatados y con ideas comunes a la asunción formal del lunes.
El vínculo de Goldberg con la U jamás se cortó. Es activo participante en las actividades de las viejas glorias agrupadas en la corporación Romántico Viajero, cuyos integrantes se reúnen en el CDA. Ejerce como secretario de la organización que preside Diego Rivarola, un rol que su nueva ocupación no le exige dejar, pues resulta plenamente compatible con el enfoque social que también tiene la entidad.
El rol de Burgos
La llegada de Jorge Burgos, en tanto, comenzó a gestarse en enero pasado. El exministro es un hincha irrestricto de la U y fanático de la hípica, por lo que tiene una relación de cercanía con Heller, que se inició en 1989, cuando acompañaron la campaña azul en Segunda División, al igual que otros políticos como Carlos Ominami, José Miguel Insulza y Edmundo Hermosilla.
"Fuimos a ver a la U en los potreros. Éramos pocos. En esa época la barra no se degeneraba tanto. Yo había vuelto hacía unos años del exilio y de a poco retorné al estadio. En ese grupo estaba Jorge", recuerda Ominami.
Con Azul Azul, Burgos ha estado relacionado desde su origen. En la presidencia de Federico Valdés, por ejemplo era una suerte de asesor.
Además, en su condición de abogado, en junio del año pasado se integró a la Segunda Sala del Tribunal de Disciplina; su nombre fue propuesto por la directiva de la U que encabezaba Heller.
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