La revolución de Naomi Osaka (22 años, 9ª). La japonesa derrotó 1-6, 6-3 y 6-3 a Victoria Azarenka (31 años, 27ª) en la final del US Open, el primer Grand Slam que se disputa tras el retorno del tenis post pandemia. La japonesa, líder de las protestas raciales en Estados Unidos, también sobresalió en la cancha.
En el Arthur Ashe Stadium había silencio absoluto. Ni la presencia de Nicolás Massú junto a Dominic Thiem en la previa a la final masculina importaban mucho ante lo que ocurriría. Dos tenistas que llegaban para cumplir sus propias reivindicaciones. Azarenka, volviendo a la elite del tenis mundial después de años de lesiones y de problemas familiares enfrentando la disputa por la custodia de su hijo, venía de ganar la neoyorquina versión de Cincinnati tras una intensa preparación física, buscando ser aquella número uno del mundo que reinó entre 2012 y 2013.
Y en frente, Naomi. La potente japonesa que no solo da golpes dentro de la cancha. También afuera. Una revolucionaria jugadora que en todos los días del US Open se encargó de que el mundo recordara a las víctimas de violencia racial. Los nombres de los fallecidos ilustraban sus mascarillas y los gestos de apoyo le llegaron desde las familias como desde Japón. Ella respondió emocionada.
Naomi ya lo había hecho dos semanas antes. Fue líder cuando el deporte se paró por la muerte de George Floyd y también cabeza de serie para restarse de la semifinal de Cincinnati, cuando acribillaron a Jacob Blake en Estados Unidos. Finalmente jugó y ganó.
Reconocida como luchadora social, también tuvo que demostrarlo con tenis. En la final del Abierto estadounidense le tocó un difícil comienzo. Azarenka quebró de entrada y confirmó con su servicio. Naomi respondió ganando el juego siguiente, que sería también el único que se llevaría en el set. Dos breaks más de la bielorrusa, sumados a la impotencia de una desconocida e imprecisa nipona, quien ya había golpeado su raqueta contra el suelo, le daban a Vica la primera manga en menos de media hora.
De ahí en más el partido fue distinto. Osaka reapareció, como si no importara la gran venda que cubría su pierna izquierda atajando el dolor que la restó de jugar la final de Cincinnati ante la misma Azarenka. Aquellos problemas estaban olvidados y en el juego lo fue demostrando. Con el renacer de la japonesa vinieron los nervios de Vica, los errores no forzados y el aumento de la confianza para la japonesa. El segundo set era suyo.
En el tercero había que confirmar el repunte. Naomi se mostró sólida, confiada y fue ganando juegos, aún cuando Azarenka quebró séptimo juego y lo ponía 4-3 para la japonesa. Osaka devolvió el break en el siguiente y después cerró su título, el segundo que gana del US Open y su tercer Grand Slam. La revolución de la japonesa fue la que triunfó. “Cuál es el mensaje que tú recibes, esa es la pregunta”, dijo la campeona. “He estado en la burbuja, no sé cómo ha llegado mi mensaje, pero mientras más personas hablen, mejor”, añadió tras su victoria.