Sin Alexis Sánchez, la esperanza ofensiva de Chile estaba puesta en Eduardo Vargas. El renquino fue, al menos, el hombre más adelantado que ocupó Ricardo Gareca, quien en su proceso al mando de la Roja se ha propuesto como tarea la de recuperar a un jugador que, cuando llegó, estaba muy relegado en el Atlético Mineiro.
El delantero formado en Cobreloa estuvo lejos de sus mejores jornadas, entre las que el actual técnico de la Roja debe tener presentes las que cumplió mientras dirigía a Perú. En Buenos Aires, estuvo virtualmente condenado a la orfandad. Incluso por la estructura y los nombres que utilizó el entrenador, era presumible que su aporte quedaría circunscrito a aprovechar alguna oportunidad que, en rigor, no le llegó. En los 80′, de hecho, abandonó la cancha para el ingreso de Ben Brereton.
Una sequía peligrosa
El exariete de la U extiende una sequía que ya resulta preocupante, sobre todo por la necesidad que tiene la Roja de sus goles, con la finalidad de escalar en la tabla de posiciones de las Eliminatorias.
La relación estadística hay que hacerla, necesariamente en virtud de la participación en la liga que define a los clasificados sudamericanos para los eventos planetarios. Y ahí, la conclusión es demoledora: el que se jugó en el estadio Monumental de River Plate es el duodécimo consecutivo en estas instancias en el que Vargas no anota.
Si el balance se reduce a minutos, la cuenta bordea los mil: en rigor, son 933. Y para encontrar su última anotación en un partido de esta magnitud hay que retroceder a 2017. Es decir, a las Eliminatorias para el Mundial de Rusia, al que, por cierto, Chile no fue.
Vargas ha sido, igualmente, considerado en la Roja, donde suele cumplir un patrón distinto al que, al menos, ha lucido en sus campañas por los equipos extranjeros en que ha militado. Del ariete se dice, habitualmente, que es un jugador ‘de Selección’ y que, por esa cualidad, incrementa considerablemente su rendimiento cuando se pone la camiseta nacional.
La estadística, en todo caso, golpea de frente. El recuento arroja que en los últimos 25 partidos apenas ha marcado dos goles. Los 41 goles que ha marcado por la Roja, que lo convierten en su segundo goleador histórico, detrás de Alexis Sánchez son un mérito reconocible, pero, a estas alturas, demasiado añejo e inútil para una Selección al a que le llora la falta de efectividad.