La Generación Dorada viene a la baja. Y no es solo el rendimiento deportivo, sino también de la tasación de su plantel. Aunque cambian algunos nombres, la renovación tampoco puede sostener en el tiempo la plusvalía que tenía la Roja en tiempos anteriores.
Así lo dicen los fríos números. Porque en el mundo del fútbol todo es susceptible de ser traducido en números y, sobre todo, valores. Así, cuando Marcelo Bielsa llevó a la Roja a Sudáfrica 2010, el joven equipo nacional ya sumaba cerca de 118 millones de dólares en su plantel, según las tasaciones y transferencias recogidas por El Deportivo.
Un año más tarde, el costo del plantel chileno tras la Copa América 2011 se empinaba sobre los US$ 185 millones. Eran los tiempos en que Alexis Sánchez era transferido a Barcelona luego de que los catalanes comprometieran más de US$ 52 millones para Udinese, entre fijo y variables. Mismo período en el que Arturo Vidal se marchaba desde Bayer Leverkusen a Juventus en más de 15 millones de dólares.
El peak de la Roja
A medida que el equipo chileno se hacía fuerte en la región, sus futbolistas adquirían mayor preponderancia en el mercado. De esa manera, cuando el equipo alcanzó su segunda Copa del Mundo consecutiva, la de Brasil en 2014, un equipo más maduro y valorizado se atrevía a eliminar a España para crecer en la tasación de su plantel.
Los pases de los 23 jugadores nacionales que llegaron a la cita sudamericana sumaban, en ese entonces, 261 millones de dólares. Justo cuando Claudio Bravo se marchaba en LaLiga desde Real Sociedad a Barcelona en US$ 13,5 millones, lo mismo que el tocopillano que se iba Arsenal desde el Barça en más de 46 y cuando Juventus pedía al menos 40 millones por Vidal. Un par de años antes, el mismo equipo bianconero había comprado la mitad del pase de Mauricio Isla en 10 millones de la divisa norteamericana.
Entonces la Roja trascendió a otros parámetros, en los que el combinado no solo comenzó a lograr títulos, sino que también se mantuvo bien alto en el mercado. Así, tras la Copa América de 2015, el equipo base nacional estaba tasado en 202 millones, basados en gran parte en los 43,5 que pasó Bayern Münich a la Juve por volante de San Joaquín y los 15,5 que pagó Leverkusen por Charles Aránguiz a Inter de Porto Alegre.
La Copa Centenario de 2016, en Estados Unidos, siguió en la misma tendencia. Tras la segunda corona, la tasación de la Roja se elevó a US$ 210 millones, donde uno de los puntos altos son los US$ 22 millones que pagó Manchester City a Barcelona por Claudio Bravo. En la Confederaciones 2017, el valor del plantel chileno llegó a los US$ 181 millones, en gran parte sustentados en los más de 50 que pretendía Arsenal por el Niño Maravilla, pretendido por Manchester City.
Brusca caída
Después de la eliminación en la carrera por Rusia 2018, la baja en los valores de los pases chilenos se tornó evidente. Tras la Copa América de 2019, la tasación se empinó sólo los 115 millones de dólares. Acá los puntos altos fueron la partida de Erick Pulgar de Bologna a Fiorentina (US$ 12 millones) y la de Guillermo Maripán de Alavés a Monaco en alrededor de US$ 20 millones.
Hoy los números no son tan sorprendentes. El equipo que jugará la triple fecha apenas llega a los 94 millones de dólares. Claro, son los tiempos en que a Gary Medel le queda un año de contrato con Bologna, lo mismo que a Vidal con Inter. Sin Alexis Sánchez, cuya tasación llega con dificultad a los 10 millones de dólares, la base del equipo se compone de jugadores mayores, viejos rockeros, listos para la última batalla, como ellos mismos lo reconocen.
Lo preocupante es que este fenómeno de ir a la baja en una comparación de mercado se da en la Roja de forma marcada, lo que no sucede en otras selecciones. Un indicador no deportivo, pero que también habla de la falta de renovación de figuras, que puedan apuntalar al Equipo de Todos en este ítem.