Tiene talento y linaje de campeona Josefa González, la deportista llamada a perpetuar su apellido en la cumbre del esquí náutico. No en vano los González conforman una de las tres grandes dinastías de esquiadores chilenos (junto a los Miranda y los Naser) que llevan años dominando con autoridad los medalleros latinoamericanos de la disciplina, seguramente (y con permiso del efervescente remo) la modalidad deportiva que mejores resultados ha otorgado al país en su historia reciente.
Basta con echar un vistazo a los Juegos Sudamericanos de Cochabamba (los primeros de Josefa) para darse cuenta de ello. Allí, sobre las aguas de la laguna La Angostura, el esquí náutico entregó a Chile una fantástica cosecha de cinco oros y cuatro platas, convirtiendo al país en vencedor del medallero de la disciplina y superando de paso el bagaje de metales dorados conquistados cuatro años antes en Santiago.
Trabajando para seguir la estela de su hermana mayor, Valentina (cuyo techo, a sus escasos 19 años, se antoja incalculable), Josefa (la segunda de una estirpe familiar que completan Dominga -14- y Matías -10-) personifica el relevo y encarna el recambio.
Doble medallista de oro en los Bolivarianos de Playa de Iquique 2016 (en categoría adulta, pese a tener solo 15 años); medalla de plata juvenil en slálom en el Latinoamericano de Medellín 2017, y en el de Querétaro 2018; bronce bolivariano adulto en Santa Marta (en figuras); y mundialista adulta en París el año pasado; su futuro en la línea de sucesión de la dinastía del esquí náutico se presume esplendoroso.