Iban cinco minutos de adición cuando, a punta de potencia, Damián Pizarro marcó el descuento de Colo Colo en la derrota frente a Cobresal. En El Salvador, los albos ya tenían poco que hacer. El tanto, en rigor, parecía irrelevante para todos, menos para su autor: el ariete lo celebró como si se tratara de la conquista que valía un título. Incluso lloró.
Pocos entendieron una celebración tan sentida, aunque la estadística ayudaba, en parte, a comprenderla: se trataba de la primera que el atacante de 17 años (28 de marzo de 2005) anotaba en el profesionalismo, en el que había debutado en plena contingencia por el coronavirus. En abril de 2022 firmó su primer contrato como profesional. Estará ligado a los albos, en principio, hasta 2025, una fecha simbólica, pues se trata del año del centenario albo. Es, por cierto, una de las grandes esperanzas para el futuro del club popular. Y ni siquiera tan lejano. Sus compañeros, por cierto, celebraron la conquista y lo felicitaron en Instagram.
Los hinchas hicieron lo propio y lo repitieron este fin de semana, cuando Gustavo Quinteros le dio la titularidad, aunque la exigencia del alto nivel competitivo le terminó pasando la cuenta y tuvo que abandonar el campo en los 68′, producto de problemas musculares. Lo reemplazó Leandro Benegas. En Talcahuano volvió a dejar destellos de una potencia inusual en un delantero chileno.
La historia del oriundo de La Pintana pudo ser distinta. Hubo elementos personales y familiares que pudieron torcerla. Incluso, su carrera profesional pudo haberse desarrollado precisamente en la trinchera contraria: hasta la serie Sub 14 perteneció a Universidad de Chile, club que tuvo que abandonar por problemas disciplinarios. “Lo echaron por mal comportamiento”, apuntan, al unísono, fuentes de ambos clubes. Se incorporó a los albos en la categoría siguiente. Lo recibió el técnico argentino Ariel Paolorossi. Inmediatamente, llamó la atención.
Mucha fortaleza
En Macul asumieron el desafío de enrielarle. Pizarro no era precisamente un dechado de virtudes, pero tenía una en particular que llamaba la atención en el Cacique: una potencia superior a la de los jóvenes de su edad, lo que permitía proyectarle como un elemento de alto rendimiento en el futuro.
Se fijaron en el potencial que Pizarro exhibía: una capacidad goleadora que lo hacía sobresalir, pero que había, necesariamente, que encauzar. “Trataba de pasárselos a todos, porque el físico le permitía eso. Entonces, hubo que enseñarle a que definiera sin que perdiera esa actitud asesina que lo hacía distinto al resto. Le costó un poco, pero lo entendió”, apuntan.
Por esas características, en el Cacique recibió un apodo que parece tan pretencioso como exigente, pero que al pintanino le causa gracia: el Haaland de Macul.
Madurez
El crecimiento y los desafíos deportivos que se le han ido cruzado han contribuido decisivamente a su madurez. El proceso pudo ser incluso más rápido si, por ejemplo, hubiera podido participar de la pretemporada que los albos realizaron en Argentina en 2022. En esa oportunidad, no pudo ser parte de la delegación del Cacique, pues la situación que enfrentaba su padre impidió que se consiguiera oportunamente el permiso para que el futbolista saliera del país, considerando su condición de menor de edad.
Hoy, de hecho, en el albo destacan que la evolución deportiva ha ido de la mano de su desarrollo personal. “Es un buen cabro, que ha logrado madurar y orientarse de muy buena forma a su carrera profesional”, apuntan en la intimidad del club popular, donde no olvidan que el protagonismo se lo fue ganando paulatinamente. “En la Sub 15 lo hacían jugar como puntero, por ambas orillas. En la Sub 16 empieza a actuar como centrodelantero y ya en la 17 explota”, sostiene un conocedor de las divisiones inferiores albas.
El diamante aún no está plenamente pulido. Si bien en Colo Colo valoran el trabajo físico que ha realizado para ponerse a tono con la exigencia que implica el roce constante con el primer equipo, aún creen que puede mejorar en la definición, sobre todo en los mano a mano. “A veces, baja la cabeza”, apuntan como señal de la falta de serenidad en la puntada final. El mismo vicio le detectan en las carreras largas, aunque se le asigna a la falta de experiencia. Por el contrario, en Macul alaban que ya le empiece a sacar provecho a los 1,85 metros de estatura y a los 85 kilos que conforman su envergadura. “Aprendió a usar su cuerpo para proteger el balón y aguantar a los defensas. Ese es un gran avance”, apuntan.
Los problemas conductuales ya son, por cierto, materia del pasado. “Hace un año y medio, más o menos, que sentó cabeza. Entendió que de eso dependía su carrera”, sentencian en el Cacique.
Los albos se ilusionan con su incipiente figura. “Hablamos con él y le dijimos que no se ponga a leer todo lo que sale, que no tenga interferencias. El se tiene que que concentrar en mejorar mucho, debe mejorar los perfiles, el pivoteo y el cabezazo, que lo hace bien, pero lo puede hacer mejor”, dijo, a modo de ejemplo, Quinteros, después de la victoria del Cacique sobre Huachipato, a la transmisión de TNT Sports.
“Todo eso se lo va a dar la experiencia, en los entrenamientos, los partidos de la proyección y en Primera. Yo creo que va a crecer mucho, es un pibe que no tiene techo y que puede ser un gran aporte para nosotros este año”, reforzó el entrenador, otra vez dando cuenta de las expectativas que genera Pizarro.