La supermotociclista
Tania González tiene un logro increíble: títulos nacionales en motocross, enduro y velocidad. Cinco años de éxitos sin importarle la especialidad. Una infancia marcada por la discriminación, un reciente fallecimiento en moto de un cercano y los innumerables sacrificios de su familia son parte de esta historia con tintes de perseverancia de la joven deportista de Curicó.
Tania González (21 años) está sentada en la mesa de centro de su hogar en la Villa Víctor Domingo Silva, el pleno centro de Curicó. Ahí recibe a eldeportivo de La Tercera en un día donde el sol azota fuerte. Detrás de ella un centenar de trofeos, todos conseguidos arriba de una moto tras increíbles esfuerzos familiares. La lista sorprende: en 2013, 2016 y 2017 campeona nacional de enduro cross country; monarca en motocross en 2011 y 2014 (este año, tercera) y ganadora de la temporada 2015 del Nacional de Velocidad en la monomarca femenina. Se muestra contenta y sonriente en todo momento a pesar de las dificultades que ha tenido que sobrellevar en su vida.
La pasión por las motos tiene sólo una razón: su padre. Juan Carlos tenía un terreno en Licantén, a dos horas de Curicó. Allí le compró una moto al mayor de sus hijos y con tres años, Tania ya comenzaba a pedir que la subieran. Fue un amor a primera vista porque nunca más se quiso bajar. "Siempre me gustaron los deportes extremos, la verdad. Me encantó la velocidad e ir sentada en una moto. Con la adrenalina sentía que me desconectaba de todo. Con cinco años, mis papás se dieron cuenta de que era a mí a quien le gustaba la moto y no a mi hermano. Me regalaron una y nunca más la dejé", cuenta mientras hace callar a su perro por sus ladridos.
Fue tanto el entusiasmo y las ganas, que Tania creó un circuito de enduro a las afueras de su hogar. "Apenas salía del colegio, me subía y no paraba de andar hasta que se oscurecía", relata. Del colegio y estudios, poco y nada. "Nunca me ha gustado estudiar porque siempre he preferido el deporte", cuenta con una sonrisa.
Sin embargo, bajo esa locura existía un obstáculo que ni en la moto podía sobrepasar: la falta de recursos. Y en su infancia aparecieron las primeras situaciones de discriminación. "En mis primeras competencias a nivel nacional, con siete años, escuchaba decir a los papás de niños: 'cómo te puede ganar esta cabra chica'. Sólo por ser mujer, me discriminaron muchas veces. Me miraban en menos. Y en la grilla, los niños siempre miraban mis botas. Mis papás no tenían plata para comprarme de moto; entonces ocupaba de nieve, las únicas que tenía. En ese momento no entendía por qué se reían de mí. Después sí, pero jamás fue motivo para dejar de hacer lo que hago", cuenta con orgullo.
Los padres han tenido que hacer magia para poder solventar la carrera desde sus inicios. Rifas, bingos y hasta remates de accesorios que les regaló Chaleco López fueron clave para que Tania pudiese viajar a su primera gira. Fue en México hace cinco años y el recuerdo sigue presente: "Era muy chica, no me dejaban ir sola. Así que me acompañó mi papá, que además las hace de mecánico y lo sigue haciendo hasta hoy. Si tengo un desperfecto, se preocupa y me lo arregla. Estaba muy emocionada y ansiosa por ser la primera vez que competía en el extranjero. Entré al Latin porque estaba entre las tres mejores motociclistas de Chile. Fue mi primer quinto lugar en un torneo importante", destaca la deportista Michelin.
Hace cuatro años que Tania estudia mecánica en Inacap. Debería haber sacado la carrera técnica en dos años, pero le han puesto trabas por sus innumerables ausencias por viajes al extranjero.
"Llegó un momento que mandé las motos y estudios bien lejos porque mi carrera es muy práctica. Entonces cuando me voy a competiciones, falto a muchas clases, y de regreso, no entiendo nada. Muchos profes, eso sí, se dan el tiempo de enseñarme la materia, pero otros no. El año pasado me tocó viajar a un Latin en México y cuando llegué no cachaba nada. Ahí pensé en el retiro. Me dije: 'no quiero más'", cuenta.
Sin embargo, González se tranquilizó y echó andar la moto nuevamente. "No me podía echar a morir. Esto es lo que decidí y le he dedicado muchas horas de mi vida a esto. Son obstáculos que hay que pasar y hay que sacarlos adelante", asegura.
Este año se echó al bolsillo el título nacional de enduro FIM y alcanzó el cuarto lugar en el Latinoamericano de motocross en Pucón. Sin embargo, su gran año se vio interrumpido por un trágico episodio. En su voz, el relato de la muerte de uno de sus cercanos y, justamente, arriba de una moto: "Estaba en Santiago, tenía que competir y mi mamá me contó que había fallecido un niño que estudiaba en Inacap. Le pregunté el nombre y cuándo supe, no lo podía creer. Un amigo de mi grupo cercano de Mecánica se había matado en moto. Imagínate todo lo que me cuestioné si debía seguir o no. Otro amigo quedó tetrapléjico. Pero si me voy a morir, que sea en moto".
Los ojos de la chica levemente se cristalizan cuando narra la historia, pero con esa fortaleza que ha forjado ante las adversidades, sale adelante tras su testimonio para narrar esta vez su sueño. "Quiero competir en un Dakar. De chica he tenido ese objetivo. A pesar de todo, no ha cambiado. El próximo año, en noviembre, Chile recibirá el Six Days de enduro y me dedicaré de lleno al enduro", cierra tras una conversación donde echó memoria a su recorrido.
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