Paula Navarro estuvo a punto de hacer historia en Chile, pero fue la propia y anquilosada historia, la retrógrada tradición, la cegada costumbre, la que terminó por evitar lo que parecía inevitable, que los méritos y la lógica se impusiesen en el fútbol.

Sucedió en diciembre de 2017, cuando la entrenadora fue señalada como la principal candidata a reemplazar a Clavito Godoy en la banca de Santiago Morning, club al que, por cierto, llevaba prestando servicios durante 13 años.

Pero una lamentable campaña machista iniciada por el vicepresidente de la entidad, Luis Faúndez, y respaldada por algunos referentes del plantel, acabó por frustrar su nombramiento. Acumulaba 10 años de experienci en la dirección técnica de equipos de fútbol formativo tanto masculinos como femeninos; hacía 15 que se había titulado en el INAF; y había sido candidateada nada menos que por el propio presidente, Miguel Nasur. Pero claro, Navarro era una mujer. Y le tuvieron miedo.

De manera que dos semanas antes de finalizar el año, Jaime García fue presentado como el nuevo DT, pasando a convertirse la oriunda de San Joaquín en su ayudante técnica. Una decisión con tintes misóginos que no minó la autoestima de la estratega, que compatibilizó hasta el mes de julio su rol en el primer equipo con la dirección del plantel femenino del cuadro microbusero, al que todavía dirige.

En un 2018 marcado por la lucha por la igualdad de las mujeres, Navarro, la pionera, continúa aguardando su oportunidad. La de hacer historia en el fútbol y la de, al fin, cambiarlo.