Universidad de Chile rescató un postrero empate ante Deportes Iquique en el Estadio Nacional. Un 2-2 que no le sirve de mucho a ninguno de los equipos en su afán por dejar atrás cualquier amenaza del descenso. Lo que se vivió en la previa como una final también lo fue durante los 90 minutos, siendo las bancas de ambas escuadras más entusiastas y enérgicas que los mismos jugadores. En ese sentido, Rafael Dudamel se robó las miradas con una tarde repleta de discusiones con los árbitros, jugadores rivales y la banca contraria.

Apenas hubo 15 minutos de paz. Sesenta segundos después se desató la guerra de bancas. Todo comenzó cuando Gustavo Lorenzetti se lanzó al piso por una molestia física en medio de un ataque de la U. Sebastián Pérez, portero de Iquique, lanzó la pelota afuera para que atendiera a su compañero, pero Dudamel entendió que Pérez lo hizo para salir “libre” de la presión que ejercía Larrivey. Por lo mismo, cuando los azules debían reanudar con saque de costado, el técnico venezolano impidió el fair play y ordenó que atacaran.

Aquello puso fuera de sí a Matías Donoso, quien le reclamó al DT su decisión y pidió que devolvieran la pelota. Dudamel respondió de inmediato: “No la va a devolver. Juega, juega”, le repitió a Augusto Barrios. “No la sacó por eso (por Lorenzetti), la sacó porque... porque... porque lo iban a cagar mal. No, no no, comemierda. ¿A quién le vas a ganar tú de qué?”, le recriminó el exportero al ariete iquiqueño.

Cristián Leiva, técnico de los Dragones Celestes, saltó en defensa de su discípulo: “Oye, no me insultes a los jugadores”. “Él me insultó a mí primero”, explicó Dudamel. “No importa, usted es técnico, usted ponga la cordura”.

Ya en el segundo tiempo, con los dos goles de Deportes Iquique consumados, Dudamel perdió el control. Reclamó con furia el penal sobre Mainero a los 64′, y cinco minutos después discutió con el cuarto árbitro por una falta de Aránguiz al mismo jugador iquiqueño: “Voy a tener que empezar a gritar como ellos. Está bien, aquí le pitan al que grita más. Te lo estoy diciendo bien, te lo estoy diciendo tranquilo, pero ustedes se hacen eco de eso. Yo estoy tranquilo y me joden en contra”.

Cuando se jugaban los 90′+6′, Moya detuvo un peligroso contragolpe de Mainero agarrándole descaradamente la camiseta. Mainero no lo dejó pasar y respondió con una fuerte patada por detrás. Dudamel perdió la cabeza. “¡Eso es roja! Por esa patada se tiene que ir. La primera es amarilla, pero la segunda es roja”, repitió incontables veces.

“¿Cómo vas a comparar una agarrada de camiseta con una patada por detrás?”, le preguntó a Rodrigo Carvajal. Y luego, dirigiéndose a un jugador de Iquique, agregó: “No, yo no estoy hablando contigo, cállate”.

Lo anterior enfureció a Leiva, quien volvió a defender a sus dirigidos. “¡No te metas con mis jugadores!”, gritó. “No te metas con los jugadores rivales, hombre. No te metas con los rivales”, repitió.

—¿Qué te pasa, Leiva?—, respondió Dudamel.

—No te metas con mis jugadores.

—Te estás excediendo, Leiva. Él no tiene que hablarle al técnico tampoco.

—Tú le estás hablando a mis jugadores.

—Te estás excediendo. Eso no es así, Flaco—, cerró el adiestrador de la U, que se ganó la amarilla por el intercambio.

A los pocos segundos el partido finalizó con un 2-2 en el marcador. Dudamel, más allá de las ganas que colocó en cada grito, queda sumamente cuestionado por sus pobres resultados al mando de la U, que solo acumulan un 36% de rendimiento.