La tragedia de Colo Colo no tiene fin
Audax Italiano agranda la herida del Cacique con el 1-1 decretado en el último minuto. Matemáticamente, los albos quedan fuera de la Copa Libertadores 2019. Paredes anota su gol 210 en Primera División.
A. ITALIANO 1 - COLO COLO 1
A. Italiano: E. Sanhueza; C. Labrín, M. Fernández, F. Torres; O. Bosso, I. Vásquez (46', L. Cabrera), A. Martínez (76', J. Herrera), M. Campos Toro; I. Ledezma; R. Tarifeño (46', J. Leiva), Sergio Santos. DT: J.J. Ribera.
Colo Colo: A. Orión; F. Campos, M. Zaldivia, J.M. Insaurralde, G. Suazo; I. Morales (79', G. Fierro), J. Valdés, E. Pavez, C. Pinares (87', J. Barroso); E. Paredes (71', D. Pérez), L. Barrios. DT: H. Tapia.
Goles: 0-1, 50', Paredes marca de penal, cobrado por falta de Labrín sobre Barrios; 90+4, 1-1, Fernández cabecea al segundo palo y descoloca a Orión.
Árbitro: Angelo Hermosilla 5. Amonestó a Martínez, Bozzo (AI); Zaldivia, Orión.
Bicentenario de La Florida. Asistieron 6.056 personas.
En cursivas, jugadores juveniles.
Nueve partidos sin ganar. Eso es el resumen de Colo Colo en su última etapa con Héctor Tapia. Desde el Superclásico del 25 de agosto que el Cacique no sabe de victorias. Son 64 días de una racha indigna para el equipo más poderoso del país, dolorosa y, lo que es peor, merecida. El corolario de un ciclo que no tiene horizonte, que ya no da para más. Ahora, mañana, en diciembre, da lo mismo, el cambio de banca en la casa alba es inevitable y muy necesario.
El 1-1 que rescató Audax Italiano en la última jugada dejó a todos los blancos calientes y, además, matemáticamente fuera de la Copa Libertadores, aunque en espíritu esa meta era imposible hace rato. Colo Colo juega como equipo chico y sus aspiraciones deben ser las de un equipo chico.
Tapia la hizo fácil. Se olvidó de los dibujos más sofisticados y puso sobre la cancha dos líneas de cuatro, más Paredes y Barrios como delanteros. El DT optó para hacer un partido ordenado, por cerrar espacios y no dejar que sus rivales se sintieran cómodos.
Flaco favor para el encuentro. Porque al otro lado, en la trinchera verde, tampoco hicieron mucho por darle dinámica al juego. Como si los técnicos se hubiesen puesto de acuerdo, ambos elencos se inclinaron por toques seguros y muy poco cambio de ritmo. Quizás si el único rebelde era el brasileño Sergio Santos, movedizo, atrevido, pero demasiado solo en su lucha contra el letargo que se instaló en el Bicentenario de La Florida.
¿Oportunidades de gol? Prácticamente ninguna. Los fanáticos solo pedían el final del primer tiempo para ir por un café que les permita combatir el sueño. Rompiendo el pacto de no agresión, JJ Ribera realizó cambios para darle más velocidad a su equipo. Y lo consiguió. El problema es que antes de establecer este dominio, Audax se encontró con el penal de Labrín sobre Barrios (49') y el gol de Paredes, el primero del partido, el 210 de su carrera por alcanzar el récord histórico de Chamaco Valdés en Primera División (215).
El caso de Paredes merece un párrafo aparte. Es verdad, anotó un gol, pero además de eso prácticamente no tocó la pelota. Casi siempre sucumbió ante la marca itálica. La condición física del delantero de 38 años, al menos, es dudosa. Se le ve grueso, con kilos demás, y muy estático. En resumen, poco competitivo. Más encima, sus últimos minutos en la cancha los completó lesionado.
Con o sin Paredes, Colo Colo perdió totalmente la pelota. Audax se adueñó del terreno e hizo que la posesión fuera mínima para los albos. Agustín Orión empezó a trabajar, sin que el agobio fuese tan terrible, en todo caso. La mezcla de falta ideas del local y el cierre de espacios de la visita hizo pensar que el resultado no variaría.
Para graficar el estado del partido: el último cambio del Cacique fue Barroso para reforzar la defensa, en lugar de Pinares. A esa altura, las únicas variantes ofensivas de Tapia eran Barrios y Valdés. Los demás, todos a cuidar el 0-1, el primer triunfo después de ocho partidos consecutivos sin ganar (entre torneo local y Copa Libertadores). Como equipo chico, todos atrás.
Y Colo Colo no pudo. Pese a que puso hasta el bus en el área, no pudo. Manuel Fernández, en el cuarto minuto de descuento, sacó un cabezazo que dejó sin opciones a Orión. Tras el pitazo final, el arquero argentino quería romperlo todo, frustrado por el resultado.
Un empate que es un castigo, un nuevo castigo para Tapia y sus dirigidos. Otra estocada para un equipo que no piensa en el espectáculo, que no respeta la historia de su institución. Y ni siquiera así, jugando feo, es capaz de revertir una racha tan terrible como histórica. El desastre no tiene fin.
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