Entre las últimas horas de ayer y las que queden de esta semana, en el mundo del fútbol no se hablará de otro nombre. Ademola Lookman cumplió una actuación que reúne todas las características para definirla como de ensueño. De atrás hacia adelante: fue el último en tocar y se llevó el balón de la final de la Europa League, que su equipo, el Atalanta, le ganó por paliza al Bayer Leverkusen, que llegaba a la definición con cartel de invencible. En este deporte, ese privilegio está reservado para los jugadores que conviertan tres goles en un encuentro. El nigeriano lo logró en uno de los más importantes de la historia del equipo bergamasco. Eso solo para no correr el riesgo de señalarlo como el más relevante de la existencia del club.

La marca de Lookman quedó inmortalizada en los minutos 12′, 26′ y 75′. Si se quiere, cada una de sus apariciones en el arco rival sirvió para aniquilar cualquier intento de reacción de los alemanes. Frente al arco, demostró la frialdad que se requiere en las grandes ocasiones. Ahí, siguió escribiendo una historia que no siempre tuvo capítulos memorables.

La tragedia y el salto

Lookman defiende a Nigeria aunque nació en Londres y hasta la categoría Sub 17 se puso la camiseta inglesa, con la que consiguió el título en el Mundial de la categoría al vencer a Venezuela, que dirigía Rafael Dudamel, el ex técnico de Universidad de Chile. La elección responde a dos factores: se cansó de esperar el llamado al equipo principal de los Leones y sus padres son oriundos del país africano. Su historia incluye el hambre, la que muchas veces eludió gracias a la generosidad de sus amigos y sus respectivas familias.

Al fútbol grande ingresó en 2014, cuando lo reclutó el Charlton Athletic. después de haber seguido sus actuaciones en el Waterloo. De esa época datan dos situaciones que marcaron su personalidad y templaron su carácter. La primera, trágica. “Cuando tenía 14 uno de mis compañeros murió y en ese momento también nos llevó a estar más unidos como equipo. Fue todo muy repentino. Siempre que entrábamos al campo o hacíamos algo juntos, lo hacíamos por él. Intentábamos hacerlo todo mejor. Fue un momento duro, no solo para mí sino para el equipo y los entrenadores”, graficó en una entrevista al sitio FourFourTwo.

Lookman posa con la medalla de campeón y el balón de la final de la Europa League (Foto: Reuters)

También tuvo que luchar contra la falta de oportunidades. Aunque el Charlton se había fijado en sus condiciones naturales, principalmente la habilidad y una potencia que le permitía sacar ventaja con largueza en los duelos contra sus rivales, todavía le faltaban aspectos que pulir. La banca le sirvió como alojamiento en esos momentos y como plataforma para observar los matices que debía añadir a su juego. “Estaba decepcionado por estar en el banquillo, no me gustaba nada. Pero un compañero que estaba a mi lado me dijo que me estaban viendo a mí, que me iban a reclutar para el Charlton. Y me llamaron. Y en un partido metí cuatro goles”, recordó, respecto de cómo se produjo el primer salto relevante de su trayectoria. 12 goles en 49 encuentros cerraron esa etapa.

A lo grande

La estación siguiente fue el Everton, un desafío mayor, considerando que se trataba de una escuadra de la Premier League, para muchos la competencia de clubes más importante del mundo. No fue fácil. En tres temporadas, disputó apenas 48 encuentros y marcó cuatro goles. Aún así, Lookman conoció de qué se trataba el fútbol en el más alto nivel. “Todo al primer toque, los pases, el movimiento, todo fluía perfectamente, el vestuario... era todo lo que yo quería, quería quedarme aquí, yo estoy aquí y tengo que trabajar”, declaraba, como muestra de su comodidad.

Préstamos al Leipzig, en la Bundesliga, que después pagó US$ 19 millones por su pase, y al Fulham y al Leicester, en la Premier, con resultados dispares antecedieron el paso decisivo que dio en la temporada 2022-23, cuando se sumó al Atalanta, en una operación que bordeó los US$ 16 millones. En Italia encontró su mejor versión. En la primera temporada marcó 15 goles en 33 partidos. En la segunda, considerando la notable producción en la definición ante el Leverkusen, el broce de oro para el calendario futbolístico, totalizó 10 en 26 duelos. Además, sumó ocho asistencias, lo que habla de su funcionalidad. Como en la final, se transformó en imparable por el sector izquierdo.

Hoy, sobre todo con su última actuación, su valoración de mercado no tiene techo. De hecho, en la antesala de la definición ya se daba por triplicado. Lookman, por cierto, aún no habla italiano, pero se hace entender a punta de goles. “La temporada ha sido muy dura, liga, copa, Europa League. Fue una gran temporada. Pero tenemos que terminar el trabajo mañana”, se había propuesto en la antesala del encuentro. Claramente, la faena terminó de la mejor forma posible. Reescribiendo la historia de su club y añadiéndole la hoja más gloriosa a nivel personal.

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