La transformación de Ariel Holan: de entrenador autoritario a guía emocional

Ariel Holan
Ariel Holan, durante el webinar organizado por Universidad Católica.

En un webinar organizado por Universidad Católica, el técnico argentino entregó las claves de su trabajo como líder de grupo, que lo han llevado a tener éxito tanto en el hockey como en el fútbol.



Ariel Holan, entrenador de Universidad Católica, dio una charla sobre liderazgo y comunicación por medio de un webinar organizado por Cruzados, donde abordó la evolución que ha sufrido como técnico a través de los años, los distintos enfoques metodológicos ocupados en sus equipos, además del desafío de entrenar a la UC por medio del teletrabajo.

“El vestuario se perdió. Cada uno está en su casa y no estamos como equipo, sino como individuos”, apuntó Holan como una de las principales consecuencias que ha tenido la cuarentena en el fútbol. De ahí el desafío de recrear un ambiente de camarín a través de una pantalla: “Recrear el vestuario a partir de Zoom era muy importante para nosotros. Emocionalmente, el primer objetivo ante este cambio inesperado era ver cómo estaban los jugadores, cómo se sentían, y lo hicimos por medio de sesiones de coaching, entre todos, los escuchamos. Nos fuimos comunicando individualmente, por FaceTime, no por mensaje de texto, para vernos y sentirnos. Y ver en qué podíamos ser útiles en un momento tan difícil y complicado para cada uno de nosotros”.

Así, el trabajo del cuerpo técnico de Holan, las primeras semanas de cuarentena, estuvo más centrado en la parte mental que en la parte física. Todo a cargo del psicólogo del club, Sergio Villarroel. “La parte emocional era determinante, y lo sigue siendo, porque pretendíamos estar cerca de ellos y a disposición de ellos para resolver cualquier tipo de problemas que no estén solamente vinculados a lo técnico y conceptual, sino al ser humano”, explicó Holan.

Un técnico autoritario

A los 16 años Ariel Holan estuvo a cargo de su primer equipo de hockey. Desde sus inicios como adiestrador hasta casi llegar a los 25 años de profesión, el argentino concibió entrenar como un sinónimo de mandar. “El otro tenía que obedecer”, relató. Sin embargo, el tiempo y la experiencia lo llevaron a modificar su forma de trabajar a lo que es ahora: “Entendí que tenía que transformarme, porque no era eso, a pesar de que me había dado resultado, lo que a mí me daba más satisfacción. Aparecía el Ariel muy racional, dejando de lado el emocional, y los seres humanos somos emociones”.

La reconversión fue un trabajo de años, de acuerdo al estratega. “Me costó darme cuenta de que podía obtener mejores resultados si en vez de mandar y que otro obedezca, conducir significaba persuadir. Lo que no significa que uno no ponga límites, porque son necesarios y terapéuticos en la vida de las personas. Pero la forma en que uno va llevando adelante esos límites y esa forma de persuadir cuando uno lidera, en vez de ser un jefe, hay que ser un guía”. Una transformación que el ganador de la Copa Sudamericana con Independiente califica como “diaria, cotidiana y permanente".

La regla de las tres P

Para Holan la comunicación lo es todo. Desde cómo se viste hasta qué ambiente de trabajo crea, para el transandino todo se trata de comunicación. Bajo esa premisa ha estado trabajando durante los últimos años, también en Universidad Católica, su regla de la tres P: Problemas, Preocupaciones y Posibilidades.

“Todos los seres humanos tenemos preocupaciones, problemas, y posibilidades. ¿Por qué me centro en esto? Porque puedes tener mucho conocimiento, mucha metodología, pero hay que saber comunicar. Y en el saber comunicar está el individuo, el ser humano. Allí yo me planteo, primero que todo, cómo está mi gente. Y esta gente tiene problemas y preocupaciones, pero también posibilidades para resolverlas. Y uno lo hace a través de la conversación, indica Holan.

De ahí la importancia que el técnico cruzado le da a la conversación cara a cara y no a través de mensaje de texto, uno de los aspectos en los que más ha hecho hincapié durante el teletrabajo: “El mensaje de texto no transmite emociones, y si las transmite pueden ser equivocadas. La conversación personal, y que ahora está restringida, debe ser a través de una cámara donde uno puede mirar al otro en sus gestos, en la recepción de sus conversaciones, y que tienen que ser cada vez más grandes y profundas. Porque, insisto, podemos tener los mejores ejercicios y la mejor metodología, pero si no sabemos cómo está la persona que tiene que llevar adelante esto, la mesa queda renga, como que le falta una pata. Y es la pata más importante”.

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