El momento de Universidad de Chile es paupérrimo, de eso no hay dudas. Un equipo sin fútbol y falto de ideas, pero sobre todo, de confianza. A los azules les pegan una vez, por leve que sea, y los fantasmas arrecian a un equipo que se olvidó de ganar. El Romántico Viajero apenas suma un triunfo en lo que va de año. Fue hace otros diez duelos que ya jugó. Y para peor, la U desperdició siete ventajas.
Sin embargo, la realidad del conjunto universitario podría ser diametralmente opuesta si es que hubiese logrado sostener la ventaja que logró la mitad de los enfrentamientos que ha disputado en lo que va de 2019, pero que por diversas razones se le vino todo abajo y terminó empatando o, peor aún, perdiendo.
Para Sergio Navarro, emblema del Ballet Azul, el tema es la jerarquía a la hora de sostener un marcador: "Faltan jugadores de experiencia, faltan líderes. Este año la U se reforzó mal, contrató mal, y se nota. Los jóvenes que hay, con toda la presión existente, es lógico que se desmoronen".
Con Frank Kudelka primero y Alfredo Arias después, el problema es el mismo. Con el argentino la U desperdició dos veces ponerse arriba en el tanteador: Cobresal, con quien empató después de celebrar el 1-0 al minuto de juego, y Unión Española, ante quien terminó perdiendo con un gol a los 89 minutos.
La llegada del técnico uruguayo no arregló la fragilidad de los estudiantiles, puesto que ante la Universidad de Concepción (derrota), Unión La Calera, Curicó, Everton y Coquimbo comenzó ganando, pero terminó lamentando sendos empates. Algunos dolorosos, como frente a curicanos y ruleteros, elencos que llegaron a la paridad en los descuentos. Allí no supo manejar el balón el campo rival, regalando varios metros en el terreno y permitiendo que el rival creciera.
"Estamos en la dinámica esa de equivocarnos e ir a buscarla adentro", expuso en conferencia Lucas Aveldaño al ser consultado sobre el tema, quien además aseguró que el hecho de que les den vuelta los partidos "antes era porque nos echábamos atrás muy rápido", mientras que ahora lo atribuye a un tema más sicológico.
¿Y los cambios fueron defensivos? En el estreno del torneo, antes del empate entraron Campos Toro por Beausejour y Ubilla por Torres, lo que supone posición por posición. En tanto, frente a los hispanos entró Yerko Leiva por Nicolás Guerra. Ahí fue un volante por un delantero. Con la U. de Conce, Nicolás Oroz entró por Pablo Parra antes del empate del Campanil. A primera vista, nada muy descabellado, pero todos dejaban la sensación de falta de jerarquia de los sustitutos.
Más adelante, frente a La Calera, Lucas Alarcón entró por el lesionado Augusto Barrios (al minuto de juego) y Gabriel Torres por Campos López. El panameño ingresó minutos antes de la igualdad cementera, con el agravante de que el que salió falló situaciones claras para convertir. Quizás si el gran talón de Aquiles de este equipo Con Curicó los cambios fueron claramente defensivos: la U ganaba 3-2 y Rafael Caroca entró por Leandro Benegas, mientras que Camilo Moya lo hizo por Nicolás Oroz antes que los torteros lograran el 3-3 definitivo.
Después vino Everton, y todos los cambios de la U fueron después de ponerse en ventaja y antes de que les empataran en los descuentos: Torres por Guerra (puesto por puesto), Henríquez por Ubilla (puesto por puesto) y Parra por Oroz (puesto por puesto).
La historia diría que, de haber sostenido la ventaja, la U tendría 16 puntos más y haría 24, los mismos que Colo Colo, escolta de la UC. La idea, eso sí, es ficción.