La humillante derrota de la U ante Colo Colo abrió nuevamente las heridas en los azules. Unas que hace mucho no tiempo no sanan y que el año pasado estuvieron a punto de hundirlos frente a Unión La Calera, cuando los azules estuvieron a media hora de descender.
Tras un inicio que prometía más cosas por las dos victorias ajustadas en las primeras fechas ante los cementeros y Deportes Antofagasta, el panorama empezó a cambiar a partir de la tercera fecha. Ahí, los laicos sumaron su primera de tres derrotas consecutivas y el castillo de ilusiones se comenzó a derrumbar para la U.
Luego del 3 a 2 propinado por los chillanejos, los azules se midieron ante un O’Higgins que los venció por la cuenta mínima. Y con muy poco. Incluso, por más de un tiempo los laicos estuvieron con un hombre más. Pero no hubo caso. La U no encontró los circuitos y terminaron sucumbiendo ante los de Rancagua.
Pero si la escuadra del colombiano ya venía con muchas dudas, en el Monumental el mostró toda la fragilidad posible que un equipo mal conformado y sin ideas puede evidenciar.
Y es que inevitablemente el paupérrimo nivel exhibido en el clásico provoca que los focos se centren en la dupla que actualmente comanda los designios azules: Santiago Escobar, DT laico, y Luis Roggiero, gerente deportivo de Azul Azul.
Por el lado táctico y de decisiones en cancha, el colombiano parece no encontrar el rumbo ni tener una idea clara con respecto a lo que quiere. Para el partido contra Colo Colo puso a dos centrales que no habían jugado juntos. Experimento que no le resultó y que quedó al descubierto ante la falta de entendimiento de ambos jugadores.
Y no solo eso, sino que también sentó en la banca a José María Carrasco, central boliviano que había disputado los cuatro encuentros anteriores y que el año pasado no era una opción para la zaga de los azules.
Otra de las decisiones inexplicables fue la apuesta por tanta juventud en un tipo de encuentro en el que la experiencia pesa. Y mucho. A diferencia de Colo Colo, que tiene un plantel plagado de jugadores con rodaje en este tipo de cotejos, Escobar apostó por la juventud y la inexperiencia. Algo que, por lógica, le podía pasar la cuenta ante la falta rodaje en este tipo de duelos. Y así fue.
Y es que Ignacio Tapia (23), Bastián Tapia (19), Darío Osorio (18) o Marcelo Morales (18), todos titulares, no dieron el ancho para un encuentro en el que se necesita, además de calidad, oficio. Y ni lo uno ni lo otro por parte de unos jugadores que recién están comenzando a foguearse en primera división. Riesgoso si se considera que este partido puede marcarlos en sus carreras.
Según lo expuesto por el colombiano una vez que finalizó el encuentro, en el que aprovechó de pedir disculpas a la afición, su idea era mezclar la experiencia de algunos jugadores como Ronnie Fernández, Felipe Seymour o Junior Fernandes, con la energía de los juveniles. Sin embargo, nada de eso se concretó y, al final, el equipo se cayó poco a poco, con claros desentendimientos entre sí y con un evidente desequilibrio.
El cafetalero solo atinó a ofrecer disculpas en la conferencia de prensa. “Aprovechar públicamente para ofrecerle disculpas a la afición de la U. Este no era el partido que queríamos jugar y que habíamos planificado. Es una institución grande en este país. A la dirigencia y a los hinchas. Estoy dolido por lo que pasó esta tarde. El dolor que siento es por la institución, por la dirigencia que me trajo, por la hinchada, porque sé de la importancia de este tipo de partidos y lo que significa un clásico, y tanto tiempo sin ganarle a un rival como Colo Colo”, expresó.
En la dirigencia aún no se les pasa el despido del colombiano por la cabeza. Asumen que el momento es complejo, pero no creen que la solución sea rotar técnico, como ha sucedido en temporadas anteriores. Eso sí, saben que una derrota ante Unión Española, que sería la cuarta al hilo, podría dejar sin crédito al técnico.
Roggiero y un plantel desequilibrado
Pero si desde lo táctico hay falencias, la conformación del plantel hace aguas. Desde la elección de un DT que desconoce el medio, hasta la lógica para armar un plantel y traer refuerzos de calidad.
Con el amplio éxodo de jugadores era evidente que la U iba a necesitar una reingeniería y suplir las cuantiosas bajas. Y la defensa era uno de los puntos más importantes a reforzar. Con la salida de Ramón Arias y de Osvaldo González, la Universidad de Chile iba a tener vacantes atrás y un nombre de peso en la retaguardia era la opción lógica a buscar.
Sin embargo, lejos de eso, Roggiero apostó por la juventud y trajo a jugadores de corte defensivo que venían peleando el descenso con Huachipato y que se salvaron de no ir a la B por secretaría: Israel Poblete e Ignacio Tapia. Además, por insistencia del ecuatoriano, se sumó a un defensor boliviano como José María Carrasco. El seleccionado altiplánico venía de una temporada 2021 plagada de lesiones.
Además, en el mediocampo las llegadas de Felipe Seymour y Álvaro Brun han demostrado, en estas cinco fechas, que no dan el ancho. El que ha sido capitán de los laicos en cuatro de los cinco partidos, viene a cerrar su carrera y en O’Higgins tampoco venía de ser indiscutible.
Caso paradójico porque, según dicta la lógica, el referente azul tenía la misión de formar a los que vienen de atrás y ser una opción en la banca. Pero ante la falta de variantes, a Escobar no le ha quedado otra que usar al volante por jugadores más jóvenes, como Camilo Moya, quien firmó ante los albos una corta y desastrosa actuación.
Errores que le pueden costar caro a una U que hace mucho tiempo viene con un manto de sombra que monta sobre la institución y que ha visto el precipicio desde muy cerca. Habrá que esperar hasta cuándo aguanta el plantel y si a mitad de año saldrán a paliar algo las graves deficiencias de un plante que, de momento, está desestructurado y desequilibrado.