Universidad de Chile puede descansar sobre el hecho de que esta temporada tiene algo que en la pasada no tenía: entereza. La capacidad de afrontar problemas no con desesperación sino con tranquilidad, fortaleza y serenidad. Dos veces estuvo abajo en el marcador frente a O’Higgins en Rancagua. Dos veces empató. E incluso logró ponerse adelante para un 2-3 final gracias a la figura del equipo: Pablo Aránguiz.

Si a comienzos de temporada se creyó que los azules marcharían acaudillados por Walter Montillo, el nacido en Independencia llegó para alzarse como el líder futbolístico de una U que, a diferencia del año pasado, cree en los integrantes del plantel y en lo que pueden lograr con la pelota.

Pese a las claras mejorías —tanto anímicas como futbolísticas— que presenta el cuadro laico, los dirigidos por Hernán Caputto no dejan de sufrir en defensa. Puede que la apertura de la cuenta haya nacido tras un rebote en la espalda de Osvaldo González luego de un tiro de Alejandro Márquez, pero lo cierto es que en los primeros minutos del cotejo el cuadro del ahora complicado Patricio Graff dominaba la pelota y asediaba el arco de Fernando De Paul.

Bastó que el tanto de Márquez subiera al marcador para que la U echara mano a esa confianza reencontrada y empujara hacia el arco de Augusto Batalla. La recompensa no demoró en llegar gracias a Rodríguez y una volea fenomenal que se fue abriendo hasta ser imparable.

Luego del 1-1 parcial el partido ingresó en un bache donde las amarillas y las faltas se sucedieron, no así las oportunidades de gol. Nicolás Guerra despercidió una clara ocasión tras recibir en el centro del área, pero su remate fue demasiado débil y centrado.

El cuadro rancagüino volvió a tener la ventaja tras urdir una gran jugada colectiva. A los 36’, una serie de toques al borde del área azul concluyó con un centro preciso de Albert Acevedo a la cabeza de Roberto Gutiérrez, quien ante la pasividad de la defensa rival no debió hacer demasiados esfuerzos para anotar.

Y de ahí en más, un nuevo espectáculo de Aránguiz. El muchacho que llegó para dirigir el destino de su equipo durante este año y tenerlo peleando arriba de la tabla de posiciones, convirtiendo al temido coeficiente de rendimiento en un mal chiste pronto a ser olvidado.

El ex Unión Española colocó la pausa precisa para el nuevo gol laico. Recibió fuera del área, espero la proyección de Rodríguez y centró. El argentino recibió y con un derechazo puso el 2-2 a los 51’.

Guerra le concedió a Aránguiz el premio a su buen partido cuando el reloj marcaba el 63’. El delantero corrió al vacío y asistió al volante, quien se dio el lujo de correr con pelota dominada hasta la misma línea de gol. Por un momento el gol se anuló por un error grotesco del asistente, pero desde el VAR avisaron rápidamente que la conquista era legítima.

A los 82’ Antonio Díaz fue expulsado por un taconazo en la cara de Rodríguez que también debió ser revisado en pantalla. La expulsión alivianó la presión de los últimos minutos para los de Caputto, aunque sufrieron de igual manera cuando Camilo Moya debió salvar un pelota desde la línea.

La U reencuentra su entereza perdida y disfruta en la parte alta de la clasificación.