Varios lienzos, su rostro pintado en la galería. El pregón desde la galería de que nadie lo olvidará. Universidad de Chile tenía que ganar para meterle presión al puntero, pero el verdadero protagonista de la tarde en el Nacional fue Johnny Herrera, el golero de Everton, pero principalmente, una figura histórica de los azules que le clausuró el arco a sus excompañeros y se retiro tranquilo de la cancha con un 0-0 en el marcador.
Vivo Torrente, el técnico de los ruleteros. Sabía que para desarmar a la U había que cortar el circuito que arman Aránguiz y Montillo. Desde ahí se genera todo el fútbol de los azules y, con espacio, esa dupla puede romper cualquier esquema. El Topo Berríos siempre rondó cerca del argentino y casi no le dio centímetros para que aplique su ingenio. Al dueño de casa, por ende, le costaba llegar con claridad a la portería custodiada por Herrera.
Aún así, el meta de 38 años se lució con un remate a distancia de Camilo Moya. Se estiró para frenar un zapatazo que iba al ángulo y provocar la reacción inmediata desde la tribuna. Dio lo mismo que evitara el gol del equipo de sus amores, la afición azul también llegó a Ñuñoa para aplaudir al ídolo, para homenajear a una de las leyendas del club.
Los cánticos de alientos para la U, por momentos, se mezclaron con otros que apuntaban a Herrera. Y el arquero, en tanto, tenía como único objetivo mantener el cero en su pórtico. Sus compañeros, por otra parte, colaboraron mucho en esa tarea, cerrando espacios en el mediocampo y explotando espacios que dejaba la zaga estudiantil, especialmente por la banda que cubre Matías Rodríguez. Ahí se instaló Ceratto y por ahí escaló en más de una ocasión Zúñiga, el buen lateral izquierdo de los ruleteros.
El compromiso se abrió más en el segundo tiempo. La U se fue con más decisión en pos de la apertura de la cuenta y Everton tuvo más espacios para el contragolpe. El partido estaba para los dos, con los azules controlando la pelota y con los viñamarinos preocupando con cada avance.
Con el correr de los minutos, el ímpetu de los locales fue decayendo por el cansancio de sus jugadores más desequilibrantes: vale decir Montillo (que salió de la cancha a 10 del final) y Zacaría, el que más desbordaba por la izquierda. También se borró Aránguiz, por lo que la U perdió profundidad.
El trabajo se le hizo más fácil a Everton. Empujado desde el arco por Herrera, quien prácticamente no cometió errores cuando fue requerido. Ya se había lucido por segunda vez, con una atajada notable ante un remate del propio Aránguiz. Se convertía así en protagonista del encuentro.
Caputto, el único azul que no recibió un saludo de Herrera, movió piezas, pero no encontró la vuelta al puzzle propuesto por Everton. El empate, entretenido pese a la falta de gol, fue justo por las propuestas de ambos elencos. La U perdió otros dos puntos como local y regala terreno en su deseo de cazar a Universidad Católica en la punta. A sus hinchas, eso sí, les quedó el consuelo de ver en plenitud a un mito azul. Herrera no les falló.