Todo pudo ser tan distinto para la U. Si Nico Guerra hubiera tenido frialdad y precisión. Si en ese carrerón frontal del minuto 42, sin marca, mano a mano contra el arquero Juan Musso, hubiese definido como corresponde. Los azules terminaron perdiendo, arrodillados, injustamente quizás, pero golpeados nuevamente por el 1-0 que les propinó Racing.
No fue fácil para los argentinos. Contrario a lo que se temía, la U no fue un pasadizo. No se entregó como lo hizo en Belo Horizonte. Jugó con dignidad, con amor propio y, lo más importante, con orden y aplicación. Dos líneas de cuatro a la hora defender y con Ángelo Araos más suelto al momento de atacar. Porque Universidad de Chile no se olvidó del arco rival y generó más de un susto a los hinchas de la Academia, uno de los equipos que, en el papel, es candidato a ganar la Copa.
Después de los días terribles de los azules, había que recomponerse desde lo anímico y lo futbolístico. Una tarea titánica para Esteban Valencia, el técnico interino, que se estaba cumpliendo de todas maneras.
Las ausencias obligadas de Mauricio Pinilla y Johnny Herrera, quienes finalmente se entregaron a sus molestias físicas, provocaron cambios de última hora en la escuadra nacional. Y lo cierto es que esas bajas no se notaron. Al menos en el arco, donde el eterno arquero suplente de la U, Fernando de Paul, respondió con solidez.
Arriba, Isaac Díaz derrochó entrega, pero su evidente problema con la pelota, su falta de técnica y capacidad individual, sí afectaron la faena ofensiva de los chilenos. Al final, como ya se ha hecho una costumbre, todo quedó en los pies y el cerebro de un prodigioso Araos, de campaña consagratoria en la Copa Libertadores.
Racing sufrió y su fanaticada muchas veces respondió con pifias las fallas de sus jugadores. Eduardo Coudet, el entrenador local, se dio cuenta de los problemas de su elenco y movió las piezas con inteligencia. Sin ser arrollador, el dueño de casa empezó a meter poco a poco a la U en su propio campo, ayudado también por la caída física de los estudiantiles.
El esfuerzo les pasó la cuenta a los del chuncho, pero el resultado estaba ahí. Un empate era algo heroico y muy valioso. A nueve minutos del final, sin embargo, todo se fue a la basura, por un derechazo inatajable de Donatti, el mismo que le anotó a la U en Santiago en el 1-1 de la primera rueda.
Para peor, en su frustración, Lorenzo Reyes vio la roja por reaccionar contra Centurión, quien le gritó el gol en la cara. La hazaña se hizo imposible, la U cayó. Con dignidad, sí, pero perdió igual. Y con eso se quedó fuera de la Copa Libertadores y sólo se ilusiona con jugar la Sudamericana.