Si el duelo entre Antofagasta y la U era importante para el desarrollo del torneo antes del inicio de la fecha, con el transcurso de la misma su trascendencia aumentó. La posibilidad de trepar hasta lo más alto para unos y de volver a meterse en la pelea o derechamente bajarse de ella para otros, no hizo más que aumentar el morbo en torno al duelo jugado en el norte.
La tabla favorecía a los dueños de casa, pero la obligación estaba con el forastero. Por inversión y valor de equipo, los azules debían mejorar le irregular campaña que han hecho, de valoración media por los puntos cosechados, pero exigua en cuanto al juego. Y quizás conscientes de esa situación, salieron en Antofagasta a expiar sus culpas.
Lo hicieron intentando ser un equipo arrollador. Con Zacaría y Ubilla abriendo la cancha en ofensiva para propiciar el avance de Caroca y Monzón, los estudiantiles comenzaron el duelo presionando. Y así, jugando y avanzando con el balón dominado, forzaron el retroceso antofagastino, que tampoco se complicó en demasía para cederle la iniciativa al rival.
El primer golpe llegó rápido. Y se gestó justamente después de un buen achique presionante estudiantil, que insistió en su intención de ahogar la salida rival. A los 12', Ubilla aprovechó un error en el fondo de los dueños de casa para marcar el primero y comenzar a trabajar en ventaja el encuentro.
El desequilibrio elevó la moral azul, que fue por más, pero chocó con el empuje local. El equipo de Nicolás Larcamón tiene un libreto aprendido y lo cumple pase lo que pase. Con Angelo Araos y Brayan Carvallo otra vez como los más destacados, lograron complicar a ratos a los laicos, quienes de todas maneras no cesaron en su ímpetu ofensivo y se vieron, al menos en el primer lapso, casi siempre como los dominadores del trámite del juego.
En ese proceso, fue clave Lorenzo Reyes. El volante es imprescindible en este equipo azul. Aparece arriba y abajo. Defiende y ataca al mismo ritmo, además de ser el administrador de la mayoría, si no todas, las cargas ofensivas de los de Guillermo Hoyos.
No obstante aquello, Antofagasta equiparó las acciones en el complemento y, en el inicio de éste, logró meter atrás a la U, aunque sin generar mayores opciones de peligro. A medida que transcurrió el partido, eso sí, las ideas comenzaron a escasear entre los pumas y fueron incapaces de doblegar a la zaga azul, que esta vez sí se replegó bien y no dio espacios ni cometió errores infantiles como en otras fechas de este campeonato.
Los laicos siguieron achicando los espacios, bucando generar desequilibrio por los costados para acercarse al arco de Garcés. Lo consiguió a medias, pero sería suficiente para sentenciar el duelo.
Ubilla marcó de nuevo para establecer el tranquilizador 0-2, logrando conectar un pase de Nicolás Guerra, juvenil delantero azul de enorme futuro.
Antofagasta muerde la frustración de no obtener el triunfo que necesitaban para hacerse con la punta, pero les queda la tranquilidad de que, pese a la caída, tienen un equipo confiable. Los universitarios, en tanto, vuelven de lleno a la pelea por el título, pero no tienen margen de error. Porque a pesar de que exhibieron una mejor cara, todavía están lejos del mínimo esperable. El Transición se aprieta y su tramo final será de miedo.