Unión Española 1-4 Universidad de Chile
U. Española: D. Sánchez; J. P. Gómez, R. González, Á. Pizzorno (23', T. Galdames), L. Pavez; R. Carrera (76', C. Palacios), I. Poblete, M. Dávila, G. Tello; S. Jaime, C. Muñoz (57', V. Méndez). DT: M. Palermo
U. de Chile: J. Herrera; R. Echeverría, C. Vilches, R. Vaz, M. Rodríguez; G. Espinoza (74', Y.Leiva), F. Seymour, G. Lorenzetti (86', D. Pizarro); F. Arancibia, A. Henríquez (78', I. Díaz), Y. Soteldo. DT: F. Kudelka
Goles: 1-0, 20', Henríquez, anticipando a la defensa tras buen centro de Soteldo; 0-2, 29', Henríquez, con zurdazo de primera a la entrada del área; 1-2, 38', Vilches, autogol tras un tiro de esquina; 1-3, 45'+7', Rodríguez, de penal; 1-4', 53', Arancibia, definiendo frente al arco tras buena triangulación entre Henríquez y Soteldo por la izquierda.
Árbitro: C. Deischler. Amonestó a Pavez, Carrera, Palacios (UE);
Estadio Santa Laura. Asistieron 7.237 espectadores.
La U toma aire. Vence a UniónEspañola y se sacude. Encuentra algo de paz en medio de días tormentosos. Deja atrás, o al menos olvida de momento, su atribulado presente y, de la mano de sus tardías incorporaciones, logra al fin una actuación contundente.
El rival era el ideal. El cuadro rojo también vive días complicados y los azules sacaron rédito. Pese a un inicio complicado, lleno de desatenciones y desaplicaciones de parte de ambos elencos, los laicos lograron equilibrar a su favor las acciones y el marcador.
El ingreso de Gonzalo Espinoza le cambió la cara a los de Kudelka. Presencia, despliegue y, sobre todo, carácter. El de Constitución regresó al club para llenar la enorme ausencia de personalidad e irreverencia que quedó tras el adiós de Ángelo Araos. Y pese a que cometió varios errores (como era lógico por su poca continuidad en el fútbol turco), quedó demostrado de entrada que volvió para ser uno de los ejes del equipo. Su presencia, además, liberó a Seymour de las labores de administración, en las que suele fallar, y con ello equilibró al equipo en el fondo.
Con el aporte del retornado maulino, los universitarios lograron hacerse con el control del juego. Con paciencia, buscaron los espacios y movieron de un lado a otro a un tímido bloque posterior hispano que, si de demostraciones se trataba, dejaron claro por qué son una de las peores zagas del torneo. O una de las más goleadas, si cabe el eufemismo.
Ángelo Henríquez, en tanto, borró de un plumazo cualquier recuerdo de Mauricio Pinilla. En menos de media hora, el recién llegado ya había celebrado dos veces y ponía a la U bien aspectada de cara al resto del compromiso. Un autogol de Vilches, que volvió después de varios meses exhibiendo las mismas dudas de siempre, le dio algo de esperanza a la escuadra de colonia. Pero no pasaría de eso, pues antes del entretiempo, rodríguez estiró las cifras mediante un inexistente penal sancionado por el otra vez poco atinado Deischler.
En el complemento no hubo espacio para sorpresas o remontadas. Arancibia, de buen partido, hizo más grande la distancia a poco de iniciarse la segunda mitad y sentenció la historia.
De ahí en más, las acciones favorecieron a los locales, pero, como ha sido la tónica durante los últimos partidos, no tuvieron consistencia ni variantes ofensivas para dañar a la zaga laica.
Los azules trabajaron de buena manera el final del encuentro. Sin desesperarse, ni arriesgando innecesariamente. Cerrados, aguantando una ventaja tan abultada como necesaria. Y vuelven a los triunfos. Después de tres partidos de dudas. Recuperando en parte el funcionamiento, y también los nombres, pues contó también con buenas actuaciones individuales.
Alivio para Kudelka, que debe seguir ajustando sus piezas. Y (más) sufrimiento para Palermo, que vio cómo los suyos sumaron un quinto encuentro sin victorias, con un nivel exiguo y una actitud frente al juego que ya inquieta en Santa Laura.
En duelo de urgidos, los rojos siguen dormidos y se estancan en la medianía de la tabla. Los azules siguen lejos, pero al menos parece que despertaron de la siesta y se sacaron la modorra.