Universidad Católica entró a San Carlos sabiendo que al frente se le presentaba una oportunidad que no podía dejar pasar. El tricampeón del fútbol chileno tenía a la mano acortar la distancia con los líderes del torneo, luego de la igualdad entre La Calera y Colo Colo, en la Quinta Región. El equipo de la franja quería acercarse a lo más alto, una posición que acostumbró a lucir durante los últimos años, pero que durante los últimos meses parece asustarlos. ¿El mejor reflejo? La sufrida igualdad 2-2 frente a Ñublense, en Santiago.

La UC sufrió desde el minuto dos en adelante. No lo pasó mal desde antes porque los cruzados aprovecharon los 120 segundos iniciales que tardó Ñublense en posicionarse de buena manera en el campo de juego. En ese trance, Diego Valencia, uno que intenta desnivelar en una posición que no es la suya, tomó el balón por la izquierda, encaró y remató a las manos del portero Nicola Pérez. Solo al final del encuentro, más por ganas que por fútbol, lograron levantar un partido que parecía imposible de revertir.

El primer tiempo de la UC resumió el semetre cruzado. Un equipo que luce más por los gritos de su técnico fuera de la cancha que por el juego colectivo. Un tricampeón perdido, que no triangula de buena manera y que entrega el balón a su rival en su idea de matar con una contra. Un equipo inconexo.

Ñublense hizo su negocio. Nunca se desesperó y tocó de lado a lado, como generalmente lo hacen de local, en Chillán. No le incomodaba la igualdad y así lo hacía sentir. Ambos equipos jugaban casi de primera, con pases rápidos, pero sin mucha intención. Los minutos avanzaban, el balón sumaba kilómetros recorridos, pero sin ninguna intención.

Los Diablos Rojos, de igual manera, se las ingeniaban para inquietar la defensa de la UC. A los 35′, por ejemplo, Nicolás Guerra aprovechó una jugada de Bernardo Cerezo para casi batir al portero Pérez. El ex Iquique estuvo muy rápido en la reacción para evitar la apertura de la cuenta.

En la mitad de la cancha, Poyet seguía con sus gritos. Le pedía al mediocampo que estuviese más conectado. Marcelino Núñez, Juan Leiva y el Gato Silva, este último el reemplazante de Nacho Saavedra, no lograron nunca adueñarse del balón y armar el juego del equipo de Las Condes. Salvo sociedades entre Rebolledo y Fuenzalida, y Cornejo con Valencia, el campeón del fútbol chileno no encontraba forma de llegar al arco rival. Centro y más centros para un Zampedri que no está fino.

A los 42′ llegó el premio para Ñublense. Y también las primeras pifias para la UC. Bernardo Cerezo, el formado en la U, definió con una zurda rasante a la derecha del portero Pérez. Poyet se tomó la cabeza, mientras el técnico García festejaba junto a su banca.

En la segunda parte, los cruzados salieron con todo. Antes del minuto, una gran jugada de Leiva, terminó con una definición de Zampedri que conectó de mala manera. Al argentino se le ve ofuscado, como asumiendo que está lejos de su mejor nivel.

La UC siguió intentándolo. A este equipo se le puede reprochar en varios aspectos, menos en las ganas que pone cuando los partidos se le ponen cuesta arriba. Siempre de la mano de Diego Valencia, hoy por hoy el mejor jugador del equipo de Poyet. Por su banda, la izquierda, el equipo Cruzado mostraba ganas e ideas. Como en el minuto 50, cuando el formado en las canteras del equipo laico desbordó de gran manera, tocó para Cornejo, pero este último centró de mala manera. La tónica del futbolista que alguna vez jugó en Audax Italiano.

A los 56′, Gustavo Poyet movió la pizarra. El mediocampo no respondía a sus exigencias. Por eso mismo, envió al mediocampo a Edson Puch por Juan Leiva. Y a Diego Buonanotte por Rebolledo. La apuesta de generar un desequilibrio ya estaba en marcha. Y el que se vio más potenciado fue Marcelino Núñez, quien levantó su nivel.

A los 67′ parecía venir el golpe final. Los gritos de alegría de Ñublense se tomaron San Carlos de Apoquindo. Federico Mateos convirtió tras un error del portero Pérez, quien soltó el balón tras un centro por la derecha de Gutiérrez. La jugada previa, sin embargo, denotó una falta de organización en la defensa de la UC, pues el balón se cruzó sin que ningún futbolista la despejara. Todos se miraron. Nadie creía lo que estaba sucediendo.

La UC siguió empujando. Más con garra que con fútbol. Quizás con el envión anímico de los hinchas que cantaron durante todo el partido. Más cuando Tomás Asta-Buruaga a los 81′ fusiló al guardameta Nicola Pérez. Casi siete minutos más tarde, Diego Valencia, el mejor jugador de la Católica, aprovechó un pase de Fuenzalida desde la derecha para poner la igualdad.

El tricampeón logra una igualdad que pareció ser un premio por lo exhibido durante el duelo. Los 1.634 hinchas controlados de la Católica se fueron molestos. Y lo dejaron en claro, tal como en la victoria frente a Everton, en la fecha pasada. El “Fuera Poyet” se volvió a cantar con fuerza. Cánticos más o cánticos menos, la UC iguala en San Carlos y mantiene el invicto en su casa.