En 2011, un año antes de cumplirse 50 años de su segundo título en una Copa del Mundo junto a la selección brasileña, Edson Arantes do Nascimento, Pelé, repasó junto a La Tercera su paso por Chile en el Mundial de 1962, un torneo en que sufrió una de sus mayores penas como profesional, al lesionarse y no poder disputar las instancias finales, y en el que comenzó una relación de cariño con el país. Hoy, tras su partida, el mundo llora a la máxima figura del fútbol mundial.

En ese día de mayo, en un diálogo en el que la estrella se abrió a responder de todos los temas, la figura resumía su presente.

“Estoy trabajando prácticamente todo el día, debido al centenario de Santos, y a toda máquina intentando afinar los detalles del Mundial de Brasil 2014″, decía quien es considerado como el mejor futbolista de todos los tiempos.

El nacido en Tres Corazones, en Minas Gerais, pide hacer un alcance que considera importante antes de comenzar a relatar sus memorias en el Mundial de 1962.

“Quiero decir que Chile es un país que me evoca muy buenos recuerdos. Siempre que jugué allá me fue muy bien y varios episodios importantes de mi carrera sucedieron ahí”, asegura.

“O Rei” prosigue usando su memoria y destacando un duelo en especial: “Recuerdo los partidos que, con Santos, jugué en el Estadio Nacional por las giras veraniegas ante Universidad de Chile y Colo Colo. Pero el partido amistoso contra Checoslovaquia (N. de la R.: 16 de enero de 1965, Santos venció 6-4 con tres tantos de Pelé, en Ñuñoa, ante 67.185 personas), que no sólo dicho por mí, fue uno de los mejores partidos que disputé y de los más lindos del mundo”, rememora con nostalgia el brasileño.

Sólo jugó los dos primeros partidos del Mundial y lamenta no haber podido jugar más, pero un desgarro inguinal lo dejó sin chances. Y admite que lloró al saber que no iba a poder jugar la final ante Checoslovaquia, luego de que el médico de la selección, Milton Gosling, lo analizara en la previa. Había una luz de esperanza luego de varios días en reposo, pero en la última práctica, antes del decisivo cotejo, sintió más fuerte el pinchazo en la ingle. Todo, a pesar de sus intentos por terminar actuando en el torneo.

¿Qué recuerda del Mundial de Chile 1962? ¿Estuvo a la altura?

Sí. Es más, le voy a decir algo, nosotros en Chile nos sentimos como si fuéramos otros chilenos. Siempre ha sido así la relación de los brasileños con su país. Y personalmente, como mencioné, el vínculo es especial. La gente siempre nos apoyó y nunca sufrimos algún inconveniente mientras duró la Copa. Todo lo contrario.

Hay autores que postulan que el Mundial de Chile fue uno de los más precarios de la historia del fútbol en temas de infraestructura y organización. ¿Piensa lo mismo?

No, para nosotros fue perfecto, no tuvimos ningún tipo de problema en nuestra estadía, tanto en Santiago como en Viña del Mar.

¿Le gustó el nivel de esa selección chilena? Es el máximo logro que el combinado nacional registra en una Copa del Mundo…

Es difícil de explicar lo que pasa con Chile y su fútbol. Respondiendo la pregunta no sólo acerca de esa participación, la selección chilena siempre tiene jugadores en un gran nivel y que destacan algunas veces en conjunto, pero siempre en las Eliminatorias fallan y no logran dar un salto. Esa vez fue una lástima que esa selección no haya logrado más que un tercer lugar, puesto que fue el mejor equipo chileno que vi en mi vida.

¿Qué jugador recuerda de ese equipo?

Pienso que debería partir por el puntero izquierdo… ¡Leonel Sánchez! Era muy hábil con el balón y rápido. Luego por Sergio Navarro, uno de los laterales, y el volante que le daba los pases a Leonel, Jorge Toro, un jugador muy habilidoso, que fue uno de los mejores jugadores del Mundial.

Si Chile no se hubiera topado con Brasil, ¿podría haber llegado a una eventual final?

Sin dudas hubiera podido llegar más arriba, pero se encontraron con nosotros y, por suerte, pudimos salir campeones (sonríe).

Usted se desgarró en el segundo partido de la Copa y no pudo jugar el resto del certamen. ¿Qué sensación le quedó tras no poder seguir?

Me dolió haber quedado fuera por lesión pero, afortunadamente, igualmente estábamos bendecidos y logramos el título, que es más importante que yo haya estado o no. Mis compañeros, como Garrincha, Vavá y especialmente Amarildo, lograron hacer un gran trabajo. ¿Quieres que te cuente algo? Cuando jugaban juntos Pelé y Garrincha, Brasil nunca perdió un solo partido. Si no me equivoco, fueron 59 los duelos sin caer. Y cuando jugaba Pelé solo y Garrincha solo, caía. Era la “fórmula perfecta”, la única en el fútbol. Pero, evidentemente, no fue bueno no haber podido jugar la final.

Hay teorías que dicen que el Mundial de Chile fue el punto en que se pasó del fútbol antiguo al moderno, en cuanto a la importancia que se comenzó a dar a la velocidad y la exigencia física. ¿Coincide?

Eso es cierto, el Mundial de Chile fue el punto inicial para un proceso que continuó en Inglaterra 1966 y México 1970, en el que el deporte cambió para que el trabajo físico y la rapidez fueran protagonistas del juego. Queda todo demostrado con nuestro trabajo para conseguir los títulos en Chile y México. Pero no sólo eso, sino que también lo demostró Holanda con el “Fútbol Total”. Si bien no ganaron títulos, jugaron un fútbol que se ha visto en pocas ocasiones.

¿Qué se le viene a la cabeza con Viña del Mar y la concentración en Quilpué? ¿Tiene alguna anécdota?

Hay una anécdota en la que estábamos saliendo del hotel en Viña del Mar. Iba con un par de compañeros, no recuerdo cuáles. Alguien, al vernos en la entrada del hotel, nos pregunta “¿Les gustó Viña del Mar?” y nosotros entendimos de mala forma lo que nos preguntaron y respondimos: “No, a nosotros no nos gusta el vino y no podemos tomarlo tampoco” (ríe). Luego nos explicaron lo que nos estaban preguntando y comprendimos que la consulta era inofensiva.

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