Nada es casualidad en el fútbol. El azar cada vez tiene menos espacio. Ya no se gana simplemente por ser mejor o más talentoso. La táctica y el estudio del rival hace tiempo que son fundamentales. Un buen análisis del equipo contrario puede revelar detalles que marcarán la diferencia.
Reinaldo Rueda no es ajeno a esta realidad. Se fía mucho de su equipo de análisis. Por decirlo de alguna forma, su escuadrón de inteligencia, compuesto en Brasil por dos personas: Cristian Leiva y Ricardo García, quien se sumó al equipo en 2015. Ambos trabajan en el complejo Juan Pinto Durán desde hace varios años. El primero, apodado el Flaco, es el jefe del segundo y está desde 2012. Fue futbolista y uno de los principales espías de Jorge Sampaoli, aunque dejó de serlo cuando fue descubierto por la prensa peruana con una credencial de periodista chileno, justamente en una práctica peruana.
Leiva también es el entrenador de la Sub 15. Junto con García, graban todos los partidos de la Roja. Esas imágenes son instantáneamente pasadas a un computador con los software que desmenuzan el desarrollo del juego con datos como mapas de calor, kilómetros recorridos, etc. A ambos se les pudo ver, por ejemplo, en el estadio Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía, cuando el conjunto nacional derrotó por 2-1 a Ecuador. En el entretiempo de cada encuentro, bajan al camarín a entregarle información que puede serle útil al entrenador.
También deben seguir y el analizar fortalezas y debilidades del rival. Se tenía estudiado al arquero Ospina para la definición de penales con Colombia, por ejemplo. Para eso utilizan los programas Instat Scout y Wyscout, dos software muy conocidos en el mundo del fútbol. Para la edición de videos usan Adobe Premier y RT Software. La otra parte de la tarea es el análisis propio. Detectar virtudes y defectos para potenciarlas o corregirlos. El técnico recibe un informe detallado de todo.
Su labor puede, incluso, ir más allá. En 2016, en la Copa América Centenario, Claudio Bravo protagonizaba una irregular fase de grupos. Desde el búnker de la Selección señalaban que problemas familiares estaban afectando su concentración y confianza. Por eso, el cuerpo técnico de Juan Antonio Pizzi le preparó un video motivacional previo al duelo de octavos contra México. El resultado ya se sabe... nunca más le volvieron a anotar en esa Copa y fue elegido el mejor portero del certamen.
El trabajo de inteligencia es uno de los secretos de la generación dorada. También con Rueda, que sueña con el tricampeonato continental.