Entre la vergüenza y la ficción

MELIPILLA VALLENAR


Hay un cuento del escritor argentino Osvaldo Soriano que se titula «El penal más largo del mundo». Se trata de una historia desopilante en donde la definición de un torneo queda supeditada a un penal interrumpido. Los equipos de Deportivo Belgrano y Estrella Polar deben esperar una semana para dilucidar su suerte, ya que la final propiamente tal no terminó de completarse. El árbitro del partido recibió un cachetazo que lo dejó dormido tras un polémico cobro penal, desatándose luego una batalla campal que se extendió hasta la noche. Una semana después, con el árbitro ya recuperado, el penal que había quedado en puntos suspensivos se ejecuta y… (lo dejo hasta aquí, no pienso arruinarles el final de la historia).

Me he acordado del cuento de Soriano porque la definición del ascenso a la Primera B, que enfrentó a los equipos de Deportes Vallenar y Deportes Melipilla, ofrece puntos en común con la historia que se cuenta en «El penal más largo del mundo».

Al igual que en la ficción, los clubes han debido extender por una semana el misterio. Y si bien no es la concreción de un solo lanzamiento penal interrumpido a lo que deberán abocarse este miércoles 27 de diciembre, el suspenso se resolverá desde los doce pasos, una vez que rehagan la tanda de penales.

Como recordarán, el juez Eduardo Gamboa ordenó repetir el lanzamiento servido por Juan Silva (Deportes Vallenar), en circunstancias que debió invalidarlo. De haberlo hecho, el ascenso habría quedado en manos de Deportes Melipilla. Sin embargo, Gamboa obligó a repetir el tiro, Silva volvió a tomar la pelota en sus manos, la acomodó en el punto penal y remató, con mucha mejor suerte, ya que derrotó al arquero Bravo. Tras esto hubo dos penales más: el servido por Melipilla dio en el poste; el lanzado por Vallenar fue gol, desatando el delirio y la locura de los auriverdes porque eso decretaba el ascenso a Primera B.

Lo insólito -lo literario, si se quiere- vino unos días después, cuando el festejo de los hinchas y los jugadores de Vallenar ya era historia, cuando muchos de ellos ya habían partido de vacaciones, incluso cuando los contratos de algunos de estos jugadores ya habían sido finiquitados y los dirigentes comenzaban a visualizar a quiénes contratarían para hacer frente a la temporada en la Primera B. Claro, porque los melipillanos reclamaron el vicio en el triunfo nortino, apegado a lo que decía el reglamento: el penal de Silva nunca debió repetirse, sino anularse y tomarse como desperdiciado -debido al amague del jugador segundos antes de patear el balón-, decretando el ascenso a Primera B de los de Melipilla.

Será una definición insólita, sin público, en otro estadio -pocas veces un mismo partido se ha jugado en dos canchas y con dos árbitros distintos-, fragmentaria. En una de esas hasta puede darse el caso de que uno de los pateadores sea uno de esos jugadores que ya fueron finiquitados (¿con qué ganas le va a pegar a la pelota?). Como fuere, ocurra lo que ocurra este miércoles, será imposible que una de las partes no se sienta perjudicada. Los de Vallenar, porque ya celebraron, se abrazaron y lloraron por un ascenso histórico; los de Melipilla, porque de no mediar el error de Gamboa ya estarían en Primera B.

Si el gran Soriano estuviera vivo, de seguro que ya estaría sacándole punta al lápiz.

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