La violencia también llega al fútbol femenino. Y, también, de forma inexplicable. Colo Colo había vencido con contundencia a Puerto Montt. El 14-0 con que la escuadra de Luis Mena venció a las salmoneras dejó felices a las casi cuatro mil personas que llegaron hasta el estadio Monumental para alentar a las campeonas del fútbol chileno. La gran mayoría retornó en calma a sus hogares.
Sin embargo, hubo un par de excepciones que empañaron una jornada que, justamente, coincide con los peores momentos del fútbol chileno en materia de violencia en los estadios. A la salida del estadio Monumental, un par de barristas las emprendió a piedrazos contra los guardias que custodian el portón que separa la calle del sector por le que habitualmente ingresan los deportistas del club popular. Otra mancha más justo en días en que el aforo del reducto albo para el partido frente a Boca Juniors, por la Copa Libertadores, se vio notoriamente reducido por disposiciones paralelas de la Conmebol y de las autoridades gubernamentales. Finalmente, podrán asistir apenas 24 mil espectadores, poco más de la mitad de la capacidad total del reducto de Macul.
Grez frena los piedrazos
Las jugadoras albas abandonaban el recinto cuando se produjeron los problemas. Como resulta habitual, hubo hinchas que se agruparon en el portón para pedirles fotos y alguna pertenencia a las futbolistas. Esa situación provocó la intervención del equipo de seguridad de los albos y desató el conflicto. Los fanáticos más exaltados las emprendieron a piedrazos contra los vigilantes.
Fue en ese momento en que la delantera Javiera Grez se involucró para frenar los excesos de los barristas. Videos que circulan en las redes sociales la muestran llamando a la calma. Argumentaba que los proyectiles podrían alcanzar y, naturalmente, dañar a cualquiera de sus compañeras.
La seleccionada nacional explica la situación a El Deportivo. “Lo qué pasó que esos hinchas tuvieron problemas con los guardas del estadio, y empezaron a tirar piedras y venían saliendo alguno autos aún del estadio, que eran de algunas jugadoras. Y para que no pasara nada grave, decidí ir hablar con ellos para que dejaran de tirar piedras, porque podía pasar algo grave”, relata.
La intervención de Grez surtió efectos. “Ellos conversaron conmigo tranquilamente. Lo único que les dije fue que ya pararan y se fueran a sus casas y nada más”, describe. “Las piedras no eran para mí ni para ningún de las jugadoras”, enfatiza.
Grez descarta de plano la teoría de un eventual robo a las jugadoras. “Fue como pasa siempre, que la gente nos espera afuera del estadio, que siempre nos pide algún regalo”, sostiene. El origen de los incidentes no lo tiene claro. “No vi nada. Solo vi cuando estaban lanzando piedras”, puntualiza.