Cuatrocientos mil ciudadanos extranjeros en busca de su propio destino, desean arrancharse legalmente por este lado, al fin del mundo, y aportar al desarrollo de nuestro país.
Esta ola migratoria, en menor medida, se manifiesta en nuestro fútbol profesional. Me refiero a entrenadores, ayudantes, preparadores físicos, gerentes técnicos e incluso representantes de estos mismos, que muchos trabajan en condiciones ilícitas.
Anoche, ante el impedimento legal de ejercer la profesión de los ayudantes de Hoyos, suspendido por la Conmebol, frente a Cruzeiro se sentó en la banca de la Universidad de Chile un preparador de arqueros, que es la quinta guitarra del conjunto Hoyos y sus Boys.
A este nivel "profesional", existe una desprolijidad abismante. Lisa y llanamente se transgreden las reglas del juego. El Instituto Nacional del Fútbol, ente rector de hacer respetar las políticas deportivas y regularizar los títulos de todo aquel que ose trabajar en el fútbol profesional, se lo siguen pasando por el aro.
Históricamente ha existido un cierto libertinaje, por presiones indebidas de los clubes grandes para eludir la norma. Las SAD contratan extranjeros ignorando la regularización de sus estudios, haciendo fintas y esquives a lo establecido por el INAF.
El caso, por ejemplo, del Mostaza Merlo, ex jugador de River Plate, entrenador de Temuco en el año 1998, no aprobó el examen pero igual ejerció burlando todas las reglas. Esos ejemplos sobran.
Hace años un instructor de INAF me confidenció que muchos extranjeros connotados reprobaban el examen, pero por presiones de altos dirigentes eran aceptados con la complacencia del Director de Carrera de aquel entonces.
A varios exjugadores chilenos los han aceptado sin tener cuarto medio, requisito básico para optar por la carrera. El Sifup hizo esfuerzos para que el Ministerio de Educación les facilitara a sus asociados normalizar los estudios. Si fueron a un recreo, es mucho.
Hecha la ley, hecha la trampa. Con el cuerpo técnico de la U, siguen haciendo la vista gorda.