El sábado 2 de marzo había sido la última vez que Universidad de Chile ganó un partido del torneo nacional. En total, 85 días. En el fútbol, una eternidad. El 3-0 que le propinó a Huachipato aquella noche de verano parecía a esta altura una foto en blanco y negro, especialmente porque varios de los protagonistas de aquella historia hoy no están. Por decisión propia o por decisión de terceros.

Empezando por el técnico de entonces, Frank Kudelka, quien 12 días después del triunfo era despedido de una forma poco honrosa, con su sucesor escondido en un hotel de Santiago. Carlos Heller, otro de los protagonistas importantes del verano azul por sus constantes errores comunicacionales, ya no ocupa la presidencia de la concesionaria. Del gerente deportivo, Sabino Aguad, responsable directo de la conformación del plantel, no quedan mayores señales en el CDA. Y el capitán, Johnny Herrera, autor de un gol de penal en esa jornada, calienta el banco de los suplentes por una comentada decisión técnica, muy avalada desde la dirigencia de Azul Azul.

En Calama, 11 partidos después, la U volvió a abrazarse. Y a desahogarse. Y a desempolvar los festejos que parecían oxidados. Con otras caras protagónicas, con jugadores que en el verano ni eran considerados y con un entrenador que ni siquiera intuye su futuro, a causa de una seguidilla de malos resultados sin precedentes en la historia del club.

Superado el trauma de salir momentáneamente de la zona del descenso, viene quizás lo más difícil para la dirigencia: resolver quién tomará las riendas del equipo. Para no tener que vivir otros 10 encuentros sin ganar. Para evitar que la lista de damnificados dentro y fuera de la cancha no se siga acrecentando. Porque lo que vivió la U en estos 85 días fue una de las peores crisis de su historia. Y de seguro, nadie quiere volver a revivirla.