Cae la tarde en Recoleta, son cerca de las 19 horas, comienza a correr un poco de viento, pero el calor persiste. Pese a la llegada del otoño, apenas se siente. Un grupo de atletas entrena en el Estadio Municipal de la comuna, hombres entre 16 y 17 años, dirigidos por Mario Vásquez. Y entre ellos destaca una chica, la única del grupo. Alta, delgada, de tez morena. No parece chilena. Sobresale. No sólo porque les saca distancia a los hombres, sino por su belleza única. Al acercarse, se escucha un si po, ¿cachai? Pareciera que algo no calza.

Ella es Berdine Castillo Lillo, de 18 años. Nacida en Puerto Príncipe, Haití, y en 2009 se convirtió en la primera haitiana cuya adopción fue decretada por la Corte Suprema. Corría 2005, y el oficial de la Fuerza Aérea Mario Castillo, hoy retirado, viajó a Haití junto al primer contingente de la misión de paz enviada a la zona. No fue hasta 2006 que vio por primera vez a Berdine.

"Yo vivía en un hogar, y ahí fue donde me conoció. Yo tenía seis años, pero lo que construimos fue tan fuerte, que me quiso adoptar", relata Berdine a las orillas de la pista atlética de Recoleta. "Me cuenta que le enviaba fotos a mi mamá (Patricia Lillo) y a mis hermanas a Chile, hasta que tomaron la decisión de traerme con ellos". Así fue como comenzó el proceso, que luego de ocho meses, se concretó. "Me acuerdo cuando llegué al aeropuerto de Santiago, estaba mi familia esperándome. Estaba todo oscuro, y de repente, miles de flashes. No entendía mucho qué pasaba", recuerda la joven atleta.

Han pasado 12 años desde entonces, y Berdine ya es toda una chilena. No tiene reparos en hablar de su pasado, pero dice que apenas se acuerda. "Me quedaron grabados algunos momentos, como la playa. Era maravillosa. Tengo algunas imágenes del hogar, jugábamos… Pero me marcó la basura, la cantidad que había por todas partes".

La atleta, de 1,66 metros, habla segura, y sin titubear. No esquiva nada, y con personalidad se adueña de la palabra. "No he vuelto a hablar con mi mamá biológica, pero tampoco me ha nacido esa necesidad de buscarla. Llegué chica, y me adapté acá. Mis papás de acá son mis papás, con ellos tengo el lazo. Son mi familia", dice, y agrega que apenas recuerda a sus padres de Puerto Príncipe. Una que otro vaga imagen de su madre, quien la visitaba a veces, pero de su papá, ni rastro.

Al llegar a Chile, Mario y Patricia la matricularon de inmediato en el jardín infantil, lo que facilitó que aprendiera español. Del creole (uno de los dos idiomas oficiales haitianos), unas cuantas frases, pero nada más. Al preguntarle de Chile, se toma su tiempo, una bocanada de aire y responde: "He aprendido a quererlo. Afortunadamente puedo decir que nunca he sido discriminada, jamás me han dicho: "Ándate de acá, negra. Así que sí, me gusta". Y agrega entre risas: "En el colegio una amiga me dijo una vez: 'Yo te veo blanca, no te veo negra'. ¡No sé si decirle gracias o qué!".

En 2017 ingresaron al país 104.782 haitianos, según datos entregados por la Policía de Investigaciones. Ante ello, Berdine es crítica: "Creo que Chile está evolucionando, la mentalidad está cambiando. Pero todo se va dando a su debido tiempo. Antes todos me miraban, porque no era normal ver a una negra, era raro. Pero ahora soy una más", afirma con naturalidad. Y agrega: "Es complicado. Hay muchas posturas. En mi caso, yo sé que va a haber chilenos que van a estar felices de que corra y represente al país, otros que les va a dar lo mismo y otros que no se van a sentir identificados. Todos pensamos distinto y está bien".

Primero vivió en Iquique, y en 2014 se trasladó junto a su nueva familia a Santiago. Tiene dos hermanas adoptivas (Macarena, de 30, y Alejandra, de 32), con quienes dice tener una buena relación. "Pero a veces chocamos, como todos los hermanos", dice. También conversa sobre su relación con su mamá adoptiva, y afirma que muchas veces tienen encontrones, cosa que atribuye a la edad. Y en eso, le viene un recuerdo a la mente. "El año pasado mi mamá me castigó sin entrenar, por mis notas en matemáticas. ¡Pero en lo demás me va bien! Sabe que eso es lo que más me duele. Pensé en retirarme del atletismo por ese semestre, hasta me despedí de todos", dice. "Mi profe tuvo que hablar con ella, para que me dejara volver", recuerda.

Desde que llegó, sus padres adoptivos le inculcaron el deporte. Pasó por muchos, pero hubo uno que le llamó la atención: el atletismo. En el norte competía, pero una vez que llegó a la capital, conoció a Mario Vásquez, y con ello, se le presentó la oportunidad de llegar al alto rendimiento. "La primera carrera la perdió. Salió 15 de 15. Pero su forma de correr era extraordinaria, daba lo mismo el resultado. En ese momento le dije: 'Vas a ser campeona de Chile'", afirma Vásquez, quien va por su quinto año entrenando a Berdine.

Castillo es campeona nacional de su categoría en 800 metros planos, con una marca de 2 minutos 20 segundos y 14 milésimas. Luego de la hazaña viajó a Argentina, donde se quedó con la plata en el relevo 4x400 metros de los Juegos Binacionales de Córdoba.

"Cuando encuentras a alguien que tiene facilidades, todo se hace más fácil, pero a la vez es un desafío. Tienes que prepararte para palabras mayores. Es un aprendizaje mutuo. Entrenamos fines de semanas, los veranos, fiestas patrias, todo el año. Nadie se entera del trabajo que hay detrás. Si ella se propone llegar a unos Juegos Olímpicos, lo logra. Pero es ella la que tiene que soñar con eso", dice el coach.

Pero entre las metas de Berdine, los Juegos Olímpicos no son prioridad. "No me gusta proyectarme tan a futuro. Voy paso a paso. Se aproxima una carrera y me enfoco. Por ahora quiero bajar mi marca. Me gustaría llegar a unos Juegos Olímpicos, sí. Pero no es mi objetivo hoy. Hay pasos previos, como los Sudamericanos", declara la atleta, que quiere estudiar Nutrición, pero que no piensa dejar el deporte de lado. "Si un día me pasa algo y no puedo correr más, ¿qué hago?", agrega. Entre el colegio, la preparación para la PSU y los entrenamientos, transcurre el día de Berdine, pero lo que más disfruta es correr. "Del atletismo lo que más valoro es el compañerismo. Compito con otras chicas, pero no somos enemigas. Cuando corro, las apoyo, y ellas a mí".

Sociable y alegre. Así se define a sí misma Berdine. A pesar de sus reparos con Chile, afirma que se le ha abierto un mundo de oportunidades, y que es feliz acá. Desde que llegó al país no ha vuelto a su tierra natal, pero comenta que le gustaría volver. "Pero no a vivir", dice tajante. "Yo me siento chilena, y feliz represento al país", cierra la promesa del atletismo nacional, cuya carrera comenzó 18 años atrás en Puerto Príncipe, y hoy continúa escribiendo en Chile.