El Lanaro del gol
Gustavo (32), nueve de raza de Deportes Valdivia, chileno-argentino, es el hermano gemelo de Germán, el central de la UC. Juega desde hace cuatro años en la Primera B. Antes estuvo retirado del fútbol, dedicado en Buenos Aires a la venta de zapatos para mujeres.
El ataque del Torreón es por la banda derecha. Dagoberto Currimilla conduce largos metros para ganar la línea de fondo y sacar un centro alto al segundo palo. El portero de Ñublense tiene una salida dubitativa. La pelota queda en el área y El Tanque Valdiviano no perdona con un potente zurdazo. El Parque Municipal celebra lo que ya se transformó en costumbre. Gustavo Lanaro (32 años) ha anotado otra vez. El goleador chileno-argentino lleva cuatro años rompiendo redes en la Primera B chilena. Es el otro Lanaro, hermano gemelo de Germán, defensor central de la Universidad Católica.
"Esta campaña que estamos haciendo con Valdivia, debe ser mi mejor temporada", reconoce entusiasmado desde su casa en la Región de Los Ríos. Lanaro está feliz. Es, con seis tantos, el goleador de un equipo que está en puesto de liguilla (iba tercero hasta la derrota del viernes ante Barnechea), peleando palmo a palmo por el ascenso a la categoría de honor. Cuenta que tiene una vida hogareña y tranquila junto a su señora chilena. "Lo que no sabía, era que llovía tanto", dice riéndose y aclarando en broma que es un anti argentino, ya que no consume mate para pasar el frío. "Lo único que quería era quedarme en Chile", cuenta sobre su llegada a Deportes Valdivia en el 2016.
El 9 del Torreón se instala en el área rival. Es su hábitat y desde ahí genera. Aguanta de espaldas, pivotea para habilitar y va con todo al choque contra los centrales. Sus 186 centimetros y los 90 kilos, le valieron el apodo del Tanque Valviviano. Es que es de artillería pesada y a los centrales les cuesta enfrentarlo. "No soy muy bueno técnicamente, me gusta ir al choque y mi virtud máxima es el cabezazo", aclara Lanaro sobre sus características como jugador.
El peregrinaje por el balompié argentino fue amplio, de mucho sacrificio y en algún momento lo dejó. Defendió los colores de cinco equipos regionales. "Se pagaba por partido jugado, en ese entonces era más cómodo. Tenía 21 años y me faltaba madurez", recuerda. Reconoce que era un sacrificio duro.A veces faltaban pelotas, lugares de entrenamiento e incluso tuvo problemas para cobrar el sueldo. Fue por estos motivos que dejó el fútbol por un año. ¿A qué se dedicó? Fue vendedor de una zapatería para mujeres en Buenos Aires. "Acá tenía la seguridad de que iba a cobrar a fin de mes. Sin embargo, trabajaba con la mente puesta en que iba a volver a jugar. No me llenaba ese trabajo", reconoce con risas.
Gustavo llegó a Chile azarosamente y lo agradece continuamente. Es que su vida cambió, no hay dudas. De hecho, admite que antes de recalar en Unión San Felipe, pasó por una situación bastante desagradable. Corría el año 2014 y defendía los colores de Lamadrid, equipo de cuarta categoría argentina. Le llegó una oferta de primera división venezolana. El delantero no dudó: era subir de categoría, apostar por un mejor contrato y buscar un nuevo horizonte. Por lo tanto, firmó un preacuerdo. Al llegar allá, su sorpresa fue máxima: deudas con los jugadores, sueldo más bajo de lo pactado y para vivir, debía compartir pieza junto a otro jugador. "A los quince días me devolví", reconoce.
Fue ahí cuando cayó el llamado que cambiaría su vida para siempre. Pablo Mannara (ex jugador de Cobreloa y hermano de Rodrigo Mannara), con el que fue compañero en Argentina, le dijo sobre la posibilidad de llegar a Unión San Felipe. "No lo dudé. Además, mi hermano había llegado algunos días antes a Chile para firmar por Palestino. Es el punto de partida de esta linda historia en Chile. Fue un cambio muy lindo para mi vida, no solo para mi carrera", relata Lanaro. En su primera temporada en el Valle del Aconcagua anotó ocho goles, lo que le valió el traspaso a Coquimbo Unido, donde reconoce que su paso no fue bueno (hizo un gol).
La conexión de Gustavo Lanaro con Chile es tremenda. Sus abuelos maternos eran chilenos que se fueron a vivir a Argentina. "Cada vez que se acordaba de este país, mi abuela lloraba emocionada. Hubiese sido muy lindo que ella nos hubiese visto jugando acá. Con Germán siempre lo conversamos", dice. De ese lazo sanguíneo sacó la nacionalidad chilena. En diciembre de 2017, la pertenencia con el país se estrechó aún más. Se casó con una chilena que conoció por Facebook durante su paso por el Valle del Aconcagua. Se declara un eterno agradecido de estas tierras.
Su gemelo, Germán
"Hace muchos años atrás, hubo un técnico que le dijo a Germán: '¿Qué pasa si lo meto a tu hermano? ¿Se dará cuenta la gente?", recuerda Gustavo Lanaro con risas y sostiene: "Son cosas que suceden. Me ha pasado que gente me pide una foto y debo aclararles que no soy Germán".
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Gustavo Lanaro (a la izquierda), jugador de Deportes Valdivia, y su hermano gemelo Germán, de la UC.[/caption]
Nacieron el 21 de marzo de 1986. Comparten el 100% de sus genes. Se criaron en Villa Regina, en la provincia de Río Negro, Patagonia argentina. Ambos son futbolistas y se iniciaron en el modesto Club Círculo Italiano. Uno evita los goles, mientras el otro hace todo por anotarlos. Es el curioso caso de los gemelos Lanaro, Germán y Gustavo, que llegaron el 2014 a Chile para quedarse.
"Tenemos una relación buenísima y muy cercana. Prácticamente hablamos todos los días y cada vez que podemos vernos, lo hacemos", dice el Lanaro valdiviano.
Es que juntos dejaron el hogar en Villa Regina para ir en búsqueda del sueño de ser futbolista. A los catorce años se fueron a Buenos Aires para jugar por las divisiones inferiores de Huracán. Con el tiempo, tomaron rumbos distintos, pero se volvieron a encontrar en una cancha, esta vez como rivales. Fue en el encuentro entre Almagro (Germán) y Lamadrid (Gustavo). "Fue un partido feo, el que menos disfruté. La verdad es que lo pasé mal. Si ganaba yo, perdía él. Lo bueno es que fue empate sin goles y terminamos abrazados", rememora el delantero.
Hoy su gemelo Germán, es defensor central de la UC y su equipo es el principal aspirante a la corona. Gustavo es goleador de Valdivia y pelea por el ascenso. Solo el destino sabrá si compartirán una cancha en el futuro. El Tanque vladiviano tiene un deseo claro sobre esa posibilidad: "Que no sea en contra".
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