Larga lista: los continuos intentos de Universidad de Chile para contar con un estadio propio
Mientras el estadio Nacional está recibiendo trabajos de cara a Santiago 2023, los azules se encuentran en búsqueda de un nuevo recinto donde ser locales en el próximo torneo. Una situación que revive el anhelo de los laicos por contar con un coliseo adecuado.
Por intentos no se ha quedado atrás. El club Universidad de Chile ha soñado por años con contar con un estadio propio para realizar sus actividades deportivas. La búsqueda de un coliseo para los azules ha sido una de las ideas que han rondado por la cabeza de más de algún dirigente de la institución.
Un deseo que cobra fuerza en especial cuando los azules no han podido contar con el Estadio Nacional, lugar donde suelen disputar los encuentros en condición de local. Los trabajos en el recinto de cara a los próximos juegos Panamericanos y Parapanamericanos de Santiago 2023 lo volvieron a alejar de Ñuñoa y los laicos debieron jugar “en casa” en el estadio El Teniente de Rancagua durante la temporada de 2021.
Hoy la U espera contar con el nacional desde abril y se encuentran realizando las conversaciones para conseguir el arriendo de un estadio en Santiago para evitar el desgaste de los viajes.
Sueño frustrado
El primer intento por contar con un recinto deportivo propio fue llevado a cabo en 1937 teniendo el espacio que hoy ocupa el parque Quinta Normal como sede. La idea consideraba la construcción de una cancha donde se pudieran desarrollar además otras disciplinas además del fútbol. Sin embargo, la propuesta del rector de la época, Juvenal Hernández, no se concretó.
Más adelante, en la década de los 70, Emilio Torrealba, en ese entonces presidente del Club Deportivo, realizó un intercambio de terrenos, consiguiendo seis hectáreas del fundo San Luis de Las Condes, hoy conocido como Parque Araucano. El inicio de la construcción, que consideraba un aforo de 15.000 personas estaba pensado en los Juegos Panamericanos de Santiago 1972, pero el golpe militar frenó todo. Más tarde, el terreno fue vendido a la Municipalidad de Las Condes para conseguir recursos tras el terremoto de 1985.
El siguiente proyecto se trató de un estadio mecano que la Corfuch había adquirido en Brasil a través de la inmobiliaria Deportiva Andrés Bello, pero los laicos no lograron encontrar un lugar para llevar a cabo el proyecto que iba a incluir canchas, camarines, un casino y un aforo de 25 mil personas. Tras sufrir dificultades económicas, la estructura que se encontraba en la Zona Franca de Iquique fue rematada.
El siguiente proyecto llevaba a los azules a Lampa. René Orozco, presidente del club en ese entonces, anunció la construcción de la Ciudad Azul en el sector de El Noviciado. Si bien el plantel profesional alcanzó a conocer las instalaciones, finalmente no la ocuparon pues no cumplía con los servicios suficientes para el desarrollo de los trabajos. Tres años más tarde la empresa uruguaya Promoval inició una campaña para reunir socios y financiar la obra, pero esto no prosperó.
La ilusión por contar con el estadio propio incluso llegó a ser usada como una forma de campaña. Esto fue lo que hizo Rafael Fazio en 1998. La propuesta incluía un proyecto de un costo de US$ 53 millones con un plazo de construcción de dos años. Incluía un recinto para 45 mil espectadores, un hotel, restaurantes y otros servicios. Al final, Fazio terminó perdiendo la elección y la idea se esfumó.
La historia continúa en 2002. El grupo Pasat le ofreció a la U la construcción de una Ciudad Azul que estaría ubicada junto a un centro comercial. Además, la empresa se comprometía en hacerse cargo del marketing del club. Sin embargo, la empresa acuso de apropiación indebida y estafa a Orozco. Las relaciones se quebraron, así como el proyecto.
La llegada de Azul Azul como concesionaria en 2007 encendió la ilusión. Allí comenzaron la búsqueda de terrenos en diferentes comunas, pero la respuesta terminó siendo negativa en su mayoría. Ya en 2011 Federico Valdés lideró una propuesta para la construcción en La Pintana. Después siguieron buscando nuevas alternativas y todo quedó en nada.
Esto hasta 2014 con Carlos Heller a cargo de Azul Azul. Allí se planteó la opción de edificar el estadio en un sitio cercano a la Laguna Carén con la idea de crear un parque, canchas y otros campos deportivos para los vecinos del sector. Incluso, hubo una ceremonia de presentación. A final es de año confirmaron que no se llevaría a cabo.
Ya en 2015, y tras dejar atrás la Laguna Carén, los ojos volvieron a fijarse en la comuna de La Pintana. El resultado, como los anteriores, fue desfavorable. La falta de dinero, problemas para asentarse en la comuna y la oposición de la comunidad y el alcalde de la época terminaron por posponer otra vez el sueño. ¿Será que esta vez la historia cambiará en Cerrillos?
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