Chile cae frente a Gran Bretaña, en el debut en la competencia de fútbol femenino de los Juegos Olímpicos, y las diferencias vuelven a quedar en evidencias. La distancia no es solo futbolística, como podría sugerir apenas la revisión del marcador para la derrota por 2-0 del equipo que dirige José Letelier. En el desarrollo del encuentro también se pudo observar una marcada ventaja física de las europeas, más altas y veloces que Las Rojas. El detalle no es nuevo y la solución tampoco parece posible en el corto plazo.
La mirada desde la perspectiva física es categórica. Apunta, necesariamente, a la falta de desarrollo temprano en el área. “Un cuerpo es igual que un computador. Cuando una persona nace, comienza de cero a acumular información. Mientras más entrenas cuando niño o siquiera te mueves, subes un árbol, una roca o practicas diferentes deportes te vas llenando de conexiones nerviosas que te hacen un sujeto más coordinado, más técnico, para desarrollar deportes. La técnica depende de las condiciones nerviosas que generaste cuando niño. Entonces, cuando ves a niñas de Estados Unidos, Suecia o Alemania jugando a este nivel y marcando diferencias notorias es porque empezaron a jugar a los cinco o seis años, cosa que dudo de nuestras jugadoras”, explica Marcelo Oyarzún, preparador físico de amplia experiencia en el fútbol profesional.
“Seguramente, esta generación practicó poco deporte en su infancia o en su adolescencia. Todas esas horas y la buena calidad de la educación física en los países que están sobre el nuestro hacen una diferencia a la hora de competir. No es lo que entrenaron el mes pasado. La diferencia está en cómo se formaron esos músculos que hacen la coordinación”, añade el PF que fue parte del staff que consiguió la Copa Libertadores en 1991 para Colo Colo.
En el ámbito del fútbol femenino reconocen que están trabajando para disminuir la brecha. “Todavía nos falta para acercarnos a una segunda línea, incluso. Tenemos que incrementar los esfuerzos en la formación en el fútbol femenino. En nuestro torneo nacional solo hay dos categorías formativas: la sub 15 y la Sub 17 y el proceso de desarrollo debe comenzar a temprana edad. No hay una formación igual a la de los hombres, que parte a los ocho años. Obviamente, es muy necesario que la ANFP pueda tomar eso como principio para avanzar y acortas las brechas. Las grandes potencias tienen entre cinco y seis categorías formativas”, añade Eduardo Zurita, quien lidera el trabajo físico en Santiago Morning.
Trabajo en serio
En el Chago se toman en serio el desafío de producir jugadoras aptas para la alta competencia. Desde hace un tiempo, por ejemplo, se incorporó el uso del GPS para registrar el rendimiento de las jugadoras durante los entrenamientos y los partidos. “He podido evidenciar que, aún cuando hemos mejorado bastante, todavía existen falencias en aspectos que debieron desarrollarse a temprana edad. Muchas veces no he podido pasar a otro nivel, porque aún necesitamos afianzar estos déficits. Pero las jugadoras que hemos trabajado durante tres años, con un sistema multidisciplinario, que incluye uso de GPS, han progresado una enormidad”, evalúa Zurita.
Paula Navarro, la entrenadora que llevó a las bohemias al tricampeonato nacional y que ahora está abocada a labores administrativas en el club, aboga por un compromiso de todas las áreas del fútbol. “En algún momento nos vamos a equiparar, pero eso implica un proceso sistemático de entrenamiento formativo en que los clubes y la ANFP colaboren con alimentación y atención médica a las jugadoras. Las diferencias físicas se producen por la gran inversión de esos países en el deporte femenino. Es un tema de cultura”, sostiene.
Claudio Quintiliani, entrenador de Palestino, coincide en el diagnóstico. “Inglaterra es sexto a nivel mundial. Es un punto a considerar. Luego, las europeas son todas muy potentes físicamente. Su biotipo es 12 centímetros superior al chileno. En sus jugadoras se ve que hay trabajos de potencia, de fuerza y velocidad. La capacidad aeróbica también es superior. Esta selección logró acortar un poco las distancias, pero sigue habiendo jugadoras bajas en puestos clave”, observa.
Quintiliani lamenta, también, las consecuencias de un fenómeno que no estaba en los cálculos de nadie: la pandemia. “Perdimos dos años de trabajo producto del coronavirus. Palestino tenía planteles Sub 15 y Sub 17 en el fútbol femenino y no pudieron entrenar en forma presencial. Hacerlo por Zoom, claramente, no es lo mismo”, dice.
El estratega también aboga por políticas de estado que incentiven la práctica del deporte desde la niñez. “Las capacidades motoras básicas se desarrollan a temprana edad. En los países que nos llevan tanta ventaja, los niños y las niñas practican todos los deportes y luego se deciden por uno. Si los procesos empiezan tarde, no está la misma coordinación óculo-manual u óculo pedal. Y eso influye. Ahí se empiezan a marcar las diferencias”, concluye.