Las contradicciones de la Roja (y de Gareca) que torpedean la ruta mundialista
La visita de Chile a Perú dejó sensaciones encontradas. Las decisiones del DT resultan particulares: desde recurrir de emergencia a Vidal e Isla (convocado este sábado), hasta hacer cambios recién en los descuentos.
El empate sin goles de la selección chilena con Perú dejó sensaciones encontradas. Es cierto que el resultado ayuda poco y nada en el afán de meterse en la pelea por el séptimo puesto (la opción del repechaje es lo más concreto), no obstante la escuadra nacional evidenció un atisbo de recuperación respecto a la espantosa imagen mostrada en Colombia. Por lo mismo, se lamenta tanto la igualdad a cero en Lima, porque Chile pudo haber hecho algo más ante el penúltimo de las Eliminatorias.
“La exigencia era sumar el máximo”, dijo Pablo Milad tras el encuentro. A Ricardo Gareca se le había exigido un mínimo de cuatro puntos para esta fecha doble, la última del año, más aún ante rivales directos. Todavía se puede cumplir, aunque tras el 0-0 se hace aún más obligatoria la victoria sobre la Vinotinto este martes en el Estadio Nacional.
Es evidente que las Clasificatorias 2026 se convirtieron en un profundo dolor de cabeza para Chile, por múltiples factores. El desembarco del Tigre aportó una brisa de esperanza, sin embargo, con el pasar del tiempo, ese paisaje se fue nublando hasta poner en entredicho la continuidad del argentino.
Son varias las decisiones de Gareca que llaman la atención. ¿Ceder convicciones? ¿Necesidad? Hay contradicciones que reflejan el extravío del cuerpo técnico y que terminan por torpedear la ruta mundialista.
El retorno de Arturo Vidal es un ejemplo. Estando fuera del proceso, el Rey fue un ácido crítico del DT, usando sus redes para lanzar munición pesada. Gareca cedió y convocó de emergencia al colocolino (en lugar de Williams Alarcón). Vidal pasó de estar cortado, a ser titular y el capitán, ante la carencia de referentes que ha experimentado la Selección. Algo similar sucedió con la nominación de Mauricio Isla, este sábado. El Huaso vivió una montaña rusa: fue el capitán ante Argentina y Bolivia, luego fue borrado de los partidos siguientes, y ahora retorna, también de emergencia, por la suspensión de Felipe Loyola.
No cambios, no goles
Si hubo algo que llamó la atención del duelo en Perú fue la escasa respuesta de la banca durante el segundo tiempo, restringiendo la alternativa de hacer cambios (cuando el trámite del juego pedía un refresh). En el tiempo añadido, cuando el partido estaba terminando, Gareca mandó a la cancha a Esteban Pavez y Felipe Mora. Por tercer partido seguido, Luciano Cabral se queda con las ganas de entrar.
El DT justificó el no mover el tablero antes: “Uno a veces cree o tiene la urgencia o la necesidad de hacer cambios, y cuando uno ve bien al equipo en general, en este caso no veíamos motivo para hacerlo. Recién sobre el final, que veíamos alguna molestia o algún cansancio, lo pudimos hacer”. Gareca hizo lo contrario en el choque ante Bolivia, cuando sacrificó a Ben Brereton en el primer tiempo.
Chile tuvo dos tiempos distintos en Lima. En la primera mitad, los números dan cuenta de que fue superior al rival: 61% de posesión, nueve tiros totales (cuatro al arco) y un 87,3% de pases precisos (213 de 244), según Sofascore. En el complemento, decayó: 57% de posesión, solo un remate al arco (cuatro totales) y el 76,2% de precisión en pases (157 de 206). Esto refrenda la sensación que dejó el partido, de haber agitado el avispero con antelación y no en los descuentos.
Para llegar al Mundial, hay que tener una dosis de audacia. Y también de eficacia. La falta de gol sigue siendo problema, algo que no ha podido ser corregido con el actual cuerpo técnico (ni por el plantel). En la era del Tigre, la Selección apenas ha convertido dos goles en ocho partidos oficiales (Copa América y Eliminatorias). Ambos fueron de Eduardo Vargas.
Fue el primer punto oficial de Gareca con la Selección. El registro como visitante de la Roja es desolador: un punto de 18 posibles. Chile perdió cinco de seis juegos, lo que arroja un pobre 5,6% de rendimiento. Es peor que lo conseguido rumbo a Corea-Japón 2002 (11,1%; tres puntos de 27). No sumar afuera atenta contra cualquier chance de clasificación.
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