Abril se iniciaba de la mejor manera para la U. Encumbrado en la parte alta del Torneo Nacional, el equipo completaba siete triunfos de manera consecutiva y comenzaba a encontrar un funcionamiento que le permitía competir con buenas herramientas y pelear dignamente, incluso en la Copa Libertadores.
El panorama se auspiciaba favorable para el cuadro de Guillermo Hoyos, que hasta había dado con una oncena titular indiscutida que, aunque con altibajos, lograba solucionar los problemas de cada encuentro y mantenía a tope la confianza tras cada triunfo. Pero al inicio de este mes todo comenzó a derrumbarse.
Algo se rompió después del 0-0 ante Racing en el Estadio Nacional, la noche del 3 de abril. Los universitarios tuvieron el control del juego, pero fueron incapaces de generar peligro real sobre el arco visitante. Y pese a que el punto sirvió para mantener la ilusión en la Copa, la sensación generalizada que quedó fue que al equipo le faltó hambre para ir a buscar la victoria. Esa noche, en tanto, fue la primera vez que el plantel criticó soterradamente el planteamiento técnico con el que enfrentaron el partido.
En voz de Johnny Herrera, los jugadores se quejaron de la falta de atrevimiento del DT, utilizando hasta a Jorge Sampaoli en su argumentación como ejemplo de cómo se deben enfrentar los partidos.
Tras el encuentro ante la Academia, la U logró sacar adelante el partido ante Curicó, que terminó ganando ajustadamente por 2-1, para el lamento de los de la Séptima Región, que hicieron méritos suficientes para haber rescatado al menos un punto.
El triunfo, sin embargo, no alcanzó para bajar la ansiedad. La mente de todos estaba en el clásico que, finalmente, marcó el punto de inflexión definitivo en la estadía de Hoyos en el Centro Deportivo Azul. Después de un comienzo positivo en aquel partido, en el que logró ponerse en ventaja en los primeros minutos, el entrenador ordenó el repliegue defensivo del equipo que, aunque lo negó más tarde, se hizo evidente ante la reiteración de las críticas de sus propios futbolistas.
El 1-3 sufrido en el Estadio Nacional ante los albos hizo que el adiestrador terminara de perder el rumbo. Consiguió igualar 0-0 ante Cruzeiro después de esa derrota ante Colo Colo, pero otra vez ofreció un mezquino plan de juego para buscar un mejor resultado ante un elenco que renunció al ataque desde el primer minuto de partido.
Y después vino la desastrosa presentación en Quillota ante La Calera. Los laicos perdieron 6-1 frente a los de la Quinta Región, enfrentando el partido con apenas dos jugadores del equipo estelar, en una decisión que también generó molestia al interior del camarín, ya que varios jugadores le habían expresado al técnico su deseo de disputar aquel partido. Ya no había vuelta atrás.
Ese día, además, una discusión entre Mauricio Pinilla y algunos referentes, por el mal trato que tuvo el delantero con los más jóvenes después de la derrota, subió más la temperatura de un vestuario que ya estaba convulsionado y con dudas respecto del mensaje del entrenador.
Y todas esas dudas se volvieron innegables después del ridículo internacional histórico de la noche del jueves en Belo Horizonte, con el 7-0 ante Cruzeiro, donde quedaron al desnudo todas las falencias del equipo. El mismo Cruzeiro que llegaba en crisis y con su peor rendimiento ofensivo de los últimos años, obligó a actuar a la dirigencia de Azul Azul y terminó de enterrar al adiestrador.
Un abril nefasto para el director técnico argentino, en el que sumó un triunfo, dos empates y cuatro derrotas. La última, en Brasil, la peor y más vergonzosa en toda la historia del club azul. Un mes para olvidar y una condena insalvable: se acabó la era Hoyos en la U.