Se dijeron muchas cosas, pero en un tono cordial, con arrepentimientos y frases amables de lado y lado. Alexis Sánchez y el técnico del Inter de Milán, Simone Inzaghi, tenían algunas cuentas pendientes que deben saldar antes del regreso del chileno, las cuales fueron presentadas en su última conversación.
Porque el tocopillano nunca se sintió a sus anchas con la llegada del italiano a la banca del cuadro lombardo, en junio de 2021. La partida del carismático Antonio Conte suponía un poco más de oportunidades para el chileno, pero eso solo ocurrió en contadas ocasiones.
Fue uno de los temas principales en el reciente diálogo entre ambos. Sánchez siempre insistió en que podía jugar mucho más en el equipo lombardo, sobre todo de acuerdo con la calidad que mostró cada vez que el DT dispuso su ingreso.
Sin embargo, la realidad fue otra. Inzaghi insistió en la llegada de Joaquín Correa de la Lazio, su exequipo, y poco a poco el chileno fue perdiendo espacio en la formación lombarda con la fuerte competencia del argentino Lautaro Martínez y el bosnio Edin Dzeko.
Es más, en la única temporada que compartieron el entrenador y el atacante, el Niño Maravilla apenas jugó 1.345 minutos de los 4.770 que disputó el equipo lombardo en toda la temporada. Un escuálido 28,1%, que no fueron impedimento para que anotara 9 goles y entregara 5 asistencias; en todas las competencias.
“El León enjaulado”
Esa misma falta de opciones mermó poco a poco la relación entre el adiestrador y su pupilo. Una situación que tuvo su punto más álgido en la disputa de la Supercopa de Italia.
El tocopillano fue clave en ese partido de definición, disputado el 12 de enero de 2022 ante la Juventus, tras convertir el gol del 2-1 a los 120 minutos de juego, en el final de la prórroga. Suficiente para que los lombardos agregaran un nuevo trofeo a sus vitrinas.
En medio de las celebraciones, Sánchez no dudó en decir que “nunca he sido malo, simplemente no jugaba. Siempre dije que era como un león enjaulado. Cuanto más juego, mejor me siento, pero es el entrenador quien decide”.
Palabras que fueron tomadas con mesura por Inzaghi, quien tras escuchar los dichos del tocopillano se limitó a decir que tenía muchas opciones para elegir en el abanico de su nutrida delantera.
“¿Sánchez quiere jugar más? Tengo que elegir. Ahora los delanteros están todos en buena forma. Sánchez estuvo bien, pero también Correa, quien entró bien al partido”, dijo el europeo para bajar la euforia del chileno.
Una relación de altos y bajos. Con el jugador en busca de más protagonismo y el técnico obsesionado con Lautaro y Dzeko en delantera, en desmedro de los minutos del Niño Maravilla, acostumbrado a entrar en el final de los partidos.
“Estaba tranquilo en Inter... ¿Me dieron oportunidad para demostrar? Yo decía que, si me hacen jugar y ando mal, critíquenme. Tendrían razón, pero si me juzgan y no tengo tiempo para demostrar... Era injusto. Era un león enjaulado”, repitió el futbolista en una entrevista con TVN, en marzo pasado.
Incluso describió cómo era su relación con el técnico: “Yo una vez le dije a Inzaghi que, si no me hacían jugar con el Milan, íbamos a perder. En doble sentido, pero le dije ‘míster, podemos perder, ojo’. Y pasó. No le dije nada, tenía que ser como un elefante: boca chica y oreja grande. Ahora el Inter hace portada porque hubo una derrota, pero ¿Por qué no me hiciste jugar?”.
Precisamente, todos esos antecedentes fueron parte de lo que hablaron en estos días, todo cuando volvió a surgir otra vez la posibilidad de ver al chileno con la camiseta de la escuadra nerazurra.
Una decisión estudiada
Pero la oportunidad del Inter no es la única que el jugador tiene sobre la mesa. Tras no renovar con el Marsella, el goleador histórico de la Roja también desechó al Galatasaray turco y a un par de equipos de la millonaria liga de Arabia Saudita.
En ese escenario, el cuadro lombardo llegó a la pole position de la decisión del atacante junto con Betis de Sevilla. Sí, porque el cuadro de Manuel Pellegrini y Claudio Bravo era un proyecto atrayente para el futbolista. Y aún lo es.
Sin embargo, jugar la Champions League fue el gran imán para Sánchez. Sobre todo, porque ahora el panorama es muy diferente. Los 18 goles que anotó en Marsella lo ponen como un refuerzo importante, tras mostrar que a su 34 años solo necesita tiempo, incluso en una posición que no le acomodaba.
Encima, la partida de Dzeko al Fenerbahçe y el regreso de Lukaku al Chelsea, tras el final de su préstamo en Capital de la Moda, dejan abierta las opciones del chileno, más con la inminente partida del tucumano Correa, quien justamente se marcha a Marsella.
Un nuevo capítulo en que el dinero no debiera ser problema, ya que los interistas bajarán a un tercio el salario del jugador respecto del de antes de su partida, una de las situaciones que apuró su salida en agosto del año pasado.
“Sánchez no se quedó en Inter por un tema de sueldos. Nosotros necesitábamos bajar el costo de nuestra planilla. Por eso lo dejamos partir. No se fue por un tema de gusto del entrenador (Simone Inzaghi). El motivo de su salida fue por el alto costo que representaba para nosotros como club”, advirtió el director ejecutivo de Inter, Giuseppe Marotta, a El Deportivo, en enero pasado.