Mesut Özil no juega por el Arsenal desde comienzos de octubre. Su último partido lo disputó ante el Qarabag, por la Europa League. Una lesión en la espalda lo mantiene fuera del equipo del que debería ser uno de los referentes. Por su experiencia y, sobre todo, por sus cualidades técnicas.
El alemán está fuera del equipo por problemas médicos. Lo llamativo es el origen del diagnóstico, que ha alimentado diversas teorías en la prensa inglesa. La más recurrida es la adicción del alemán a un videojuego. El Fortnite, por estos días el éxito en las distintas consolas que ofrece el mercado (el mismo que inspiran, por ejemplo, las celebraciones de los goles de Griezmann o Sergio Ramos), es acusasdo como responsable indirecto de la ausencia del volante.
El Daily Star apunta que Özil es fanático del título. Y cita reportes del sitio especializado Wasted on Fortnite para sustentar el argumento de que esa es la causa de que el futbolista no pueda volver al campo de juego. El portal consigna que el alemán registra 5.221 interacciones con su usuario. Eso se traduce en un promedio de cinco horas diarias frente a la pantalla, ya sea integrando algún equipo o intentando transformarse en uno de los mejores jugadores del mundo por cuenta individual.
El diario alemán Bild fue más allá y consultó especialistas en traumatología que relacionaron los problemas lumbares con el tiempo que el jugador le dedica a su hobby.
En Chile coinciden con esa apreciación. "Hay que ver bien el tema. Estar cinco horas sentado frente a un computador es similar al trabajo que realiza un digitador o los periodistas. Podría producirse alguna discopatía, aunque también resulta raro que se dé una situación así en un deportista joven, que además tiene una buena msuculatura", afirma Alejandro Orizola, traumatólogo de Universidad de Chile, de larga experiencia en la atención de deportistas de alto rendimiento en varias especialidades.
Orizola apunta, más que al hecho de practicar un videojuego, a las deficientes posturas que se adoptan durante el pasatiempo. "Normalmente, se está sentado sin respaldo, en una posición inclinada hacia adelante. Eso puede producir problemas", apunta.
La visión coincide con la que entrega el preparador físico Manuel Astorga. "Puede ser una causa perfectamente atendible. Se supone que un deportista debería tener una mayor resistencia a ese tipo de factores, pero también hay que considerar que el estar sentado durante tanto tiempo, y casi echado, como suele suceder cuando se está jugando a estas cosas, puede generar algún tipo de compresión a nivel vertebral. Sí. Perfectamente puede haber un grado de relación", afirma el profesional que, en el fútbol, trabajó en UdeC, Audax y Colo Colo.
El problema de Özil no es el único que ha afectado a futbolistas de primera línea a propósito de su apego a la tecnología y al deseo de transformarse en gamers de un nivel competitivo que se condiga con la reputación que tienen en sus disciplinas profesionales.
A mediados de noviembre, el carrilero del Barcelona Ousmane Dembélé estuvo condicional en el club azulgrana por ausentarse de un entrenamiento del equipo con una explicación poco convincente al principio. El galo tenía que presentarse a las 11 horas a la práctica, pero pasado media hora aún no se tenían rastros de su paradero. Dembélé recurrió a la coartada de un dolor estomacal y el club le envió un médico al domicilio para certificar la dolencia y ofrecerle tratamiento.
La versión terminó diluyéndose hasta que se descubrió la causa real de su falta: el francés se había quedado dormido después de pasar varias horas junto a un grupo de amigos enfrente de la PlayStation. La adicción a los videojuegos es considerada como una adicción por la Organización Mundial de la Salud, OMS.
En el Barcelona se preocuparon por una eventual adicción e, independientemente, le aplicaron una sanción disciplinaria. Piqué, Busquets, Rakitic y Suárez le criticaron abiertamente en público y Valverde lo marginó de los entrenamientos y del partido ante el Betis. Dembélé pareció entender el mensaje. Ayer, sin embargo, un día después de anotarle un golazo al Espanyol, el francés volvió a llegar atrasado en dos horas a la práctica. El DT determinó otra vez que entrenara de manera separada. No hubo explicación oficial. ¿Otra vez la adicción al videjouego le pasó factura?