Chandler Parsons (31 años) quería retomar la gloria de cuando jugaba Houston y Dallas. Esa que besó en 2016 tras firmar un contrato de 94 millones de dólares con los Memphis Grizzlies. El reloj marcaba las 14 horas en Georgia, el estado donde hoy reside, luego de haber fichado por Atlanta Hawks. Parsons ya había finalizado su entrenamiento. Se disponía a retornar a su casa. Una hora que quedará marcada en su vida.

Hoy el básquetbol de la NBA llora por el terrible accidente de tráfico del alero de los Atlanta Hawks, quien fue chocado por una persona ebria el 15 de enero. Su futuro se ve amenazado. El incidente lo dejó con lesiones múltiples, graves y permanentes. Según consigna la cuenta oficial de Twitter del bufete de abogados que lo representa, el ex jugador de los Mavericks, Rockets y Grizzlies tiene una lesión cerebral y una hernia de disco. También hay otro tipo de daños.

El panorama es desolador para el basquetbolista de 2.06 metros, que ahora está destrozado por la irresponsabilidad del conductor que provocó el impacto. Hoy, lejos del futuro promisorio que suponía y de los millones de dólares asociados a su rol como deportista de elite, lucha por su carrera. Y por su vida.

"Chandler estaba en óptimas condiciones físicas en el momento del accidente. Ahora está trabajando con un equipo de médicos para recuperar su salud y, en este momento, su capacidad para volver a jugar no está clara. Nuestro enfoque ahora es ayudarlo a recuperarse por completo, mientras que también trabajamos para responsabilizar a todas y cada una de las partes responsables",  se lee en el documento dado a conocer por los abogados John Morgan y Nick Panagakis.

La incertidumbre lo envuelve. Se angustia por no saber si los daños serán reversibles y si aquellos brazos que hacían fintas y encestaban volverán a tocar la gloria deportiva. Un éxito por el que quería luchar, ya que su paso por Memphis no había sido el mejor: con tres temporadas, y apenas con 45 partidos de titular, el alero había sido relegado y traspasado a los Hawks en 2019. Soñaba con volver a los días en que su juego fluía en la cancha. Con olvidar los problemas en las rodillas que muchas veces lo relegaron. "Estoy sano, así que quiero mostrarle al equipo que puedo jugar. Definitivamente puedo ayudar a que este equipo gane", dijo, ilusionado, a fines del año pasado, en una entrevista a Hoopshype.

Sin embargo, ahora la lucha cambió de terreno. Los días en que pensaba demostrar su calidad en el más alto nivel del básquetbol mundial tendrán que esperar. Quizás eternamente. De los riesgos en la cancha pasó a enfrentar los de una vida que sigue en peligro.