Las primeras 24 horas de Moreno
En su primer día como presidente de la ANFP, el abogado demandó confianza, enfrentó la ausencia de cuatro timoneles y tuvo que lidiar con la renuncia de uno de sus directores.
Cinco horas y cuarenta minutos antes de convertirse, de manera oficial, en el nuevo presidente de la ANFP, Sebastián Moreno envió el primer mensaje de texto a sus asesores. Eran las 10 de la mañana de un lunes templado de verano en la capital y el abogado, que había amanecido muy temprano en su casa de Las Condes, llevaba ya casi una hora en la sede del organismo en Quilín perfeccionando los últimos detalles de un discurso de investidura que había quedado prácticamente cerrado la jornada del viernes.
Nada debía quedar al azar en el día más importante de su carrera dirigencial. No podía imaginar entonces Moreno, mientras repasaba los dos folios de fórmulas, soluciones, proclamas y promesas que daban forma a su discurso inaugural, que en su primer día como presidente tendría que luchar contra cuatro ausencias y lidiar, incluso, con la renuncia de uno de sus hombres fuertes, Jacques Albagli, apenas dos horas después de su nombramiento.
Entre las 10 de la mañana y su primera aparición ante los medios, ataviado con un impoluto traje azul, corbata del mismo color y camisa blanca, el WhatsApp del gestor del único título nacional de Cobresal, allá por 2015, no dejó de sonar. Eran sus directores, claro, los integrantes de un equipo de trabajo que a punto estaba de comenzar a dirigir los designios del fútbol chileno.
A las 15.40 horas, con evidente retraso con respecto al horario previsto, arrancó en la sede de la ANFP la ceremonia de investidura del cuadragésimo segundo máximo mandatario del organismo. Habló primero el timonel saliente -hasta hace algunos meses también su jefe directo- Arturo Salah, vanagloriándose de la reconstrucción acometida durante su mandato en el seno de una organización carente de transparencia. Después lo hizo el paraguayo Alejandro Domínguez, autoridad máxima de Conmebol, elogiando la capacidad de saneamiento del expresidente. Y, al fin, tras recibir de manos de Salah el galardón simbólico que rubricaba de forma efectiva el cambio de mando -un balón plateado sobre una base de madera oscura-, llegó el turno de Moreno.
"No puedo empezar este discurso sin antes hacer un llamado a la unidad", proclamó, con serenidad, la nueva máxima autoridad del fútbol chileno. "Quiero invitarlos a todos ustedes a confiar. Somos una administración ordenada y estable", prosiguió, acto seguido, manteniendo la templanza, exultante por momentos, totalmente empoderado al fin.
Y su auditorio, que se presumía dividido, revuelto, crispado tras semanas de conflictos, desafiliaciones y suspicacias deducidas de los últimos comicios, guardó respetuosamente silencio.
Contaba la sala con ciertas presencias ilustres, como la de Reinaldo Rueda, sentado en primera fila; otras protocolares, como la de Justo Álvarez, presidente de la ANFA; e incluso algunas sorprendentes, como las de los timoneles de Arica y Barnechea. Pero seguían haciendo más ruido, en el día del ungimiento del jurista, las ausencias: Palestino, Rangers, Antofagasta, Copiapó y La Serena. Este último club, sin embargo, por motivos de fuerza mayor.
Tras 10 minutos de intervención y 90 de liturgia concluyó el cambio de mando en Quilín. Y llegaron los aplausos. Tan solo dos horas después, sin embargo, estalló la bomba de la renuncia. Aduciendo motivos familiares y personales, el exdirigente de la UC Jacques Albagli, daba un paso al costado. Y Moreno, tratando de mantener la compostura, tomaba su primera determinación como presidente: citar a todo el personal de la asociación a una cita con el nuevo directorio para darles la bienvenida.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.