Si el fútbol se homologara con la música, la actuación de Neymar frente al Atalanta habría sido un concierto. A tal punto brilló el brasileño que logró lo que parecía imposible: reabrir el debate en torno a la condición de mejor futbolista del mundo. Hasta en Argentina, donde la inclinación por Lionel Messi pareciera ser dogmática, llegaron a afirmar que el astro del PSG está sobre el rosarino. Ney, el adicto al lujo, el que consigue ante los mejores rivales del mundo las jugadas que les hacía a sus amigos en las calles de Mogi das Cruzes, en el estado de Sao Paulo, disfruta y se ilusiona con conducir al equipo francés al trofeo por el que sus dueños gastaron millones y más millones: la Champions League.
Una contorsión que desafía a la física y una lúcida habilitación a Kylian Mbappé para que anotara el 2-1 frente al equipo de Bérgamo resumen una faena que antes ya lo había mostrado como el líder de su escuadra en un partido que, literalmente, se resolvió en el último suspiro. Como si viera lo que otros no y encontrara espacios donde prácticamente no hay, Ney observa el paso de su compañero y lo asiste milimétricamente. Antes, gira su cuerpo y ubica el borde interno del pie derecho para conectar el balón con la precisión de un billarista.
El heredero de O Rei
Sin embargo, la imagen que deslumbra al mundo no es ni de cerca la jugada más vistosa que ha realizado en su carrera. De hecho, en Santos, donde en sus comienzos llegaron a señalarlo como el heredero de Pelé, un tanto por el origen en el mismo club de O Rei y otro por la ilimitada proyección que mostraba cuando daba sus primeros pasos en el profesionalismo, ya regalaba destellos de la clase que no tardaría en pasear por el mundo.
Los números respaldaron la sospecha de que se estaba frente a un crack. Entre 2009 y 2013, disputó 235 partidos con el Peixe y anotó 136 goles, además de aportar con 65 asistencias. El mundo abría los ojos ante un nuevo prodigio.
La puerta grande del Barcelona
El 26 de mayo de 2013, a Neymar se le abrían las puertas del fútbol grande a nivel mundial. En esa jornada, el Barcelona anunciaba el fichaje de uno de los futbolistas más apetecidos del momento. Los azulgranas realizaban una inversión formal que ya graficaba el valor de la pieza que añadían a su colección: US$ 67,5 millones. Sin embargo, las investigaciones posteriores al traspaso, que estuvo en la mira por irregularidades, doblaban esa ya abultada cantidad.
Neymar, en todo caso, se enfocaba en el campo de juego. Ahí donde coincidiría con el mismo Messi al que ahora amenaza con destronar. En 2015, se convirtió en el octavo jugador en la historia en ganar la Copa Libertadores y la Champions League y en el primero en marcar en las finales de ambos torneos. Ese año, fue finalista en el Balón de Oro. Terminó tercero.
Estadísticas aparte, con el brasileño en el campo los hinchas del club blaugrana parecían recuperar la alegría y el lujo que un compatriota de fuste les había regalado años antes: Ronaldinho. Ahora, si la valoración se hace en cuanto a números, el delantero dejó 105 goles en 186 partidos en una escuadra en la que el protagonismo había que compartirlo casi por obligación.
La luz de París
El 3 de agosto de 2017, Neymar fichó en el PSG. La potente billetera del club de la capital francesa, apuntalada por capitales árabes, le permitió acometer el traspaso más caro de la historia: US$ 263 millones de dólares. El paulista se transformaba, de esa forma, en el ícono de un proyecto deportivo que no escatimaría en gastos en la búsqueda de traspasar a Europa la hegemonía que ejercer en el mercado local.
Aunque la consagración continental no ha llegado y, en el camino, el delantero ha tenido que lidiar con complejas lesiones, que le han impedido una mayor continuidad, en Francia ha vuelto a confirmar que se trata de uno de los mejores exponentes en el fútbol actual: en 82 partidos, ha marcado 70 goles. Y, además, ha contribuido con 39 asistencias. La última de ellas es la que llena páginas en el mundo.
La joya del Scratch
Si en el Santos se ilusionaron con el nacimiento del nuevo Pelé, en la selección brasileña también aspiran a que Neymar se convierta en su sucesor. Si bien en la estadística individual ni colectiva se le acerca, los destellos de calidad que ha ofrecido jugando con la camiseta verdeamarilla han provocado la admiración de sus compatriotas y del mundo entero. Su logro más importante fue la medalla de oro en los Juegos Olímpicos que se realizaron en Río de Jainero en 2016. Tres años antes, había sido clave para conseguir la Copa Confederaciones. Sin embargo, aún tiene dos deudas claves en el combinado nacional: ganar la Copa América y levantar la Copa del Mundo.
Igualmente, en su paso por el Scratch ha dejado muestras deslumbrantes de su inagotable talento. Y 61 goles en 101 partidos.