Acaban las semis de la Champions League con escándalos referiles para uno y otro lado. Acusan que al Real Madrid y al Liverpool lo favorecen hasta la saciedad. Algunos dirán que son los albos de Europa.
Lo cierto es que me quedo con las leales declaraciones del ariete alemán Thomas Muller: "el árbitro ha hecho su trabajo, nosotros hemos perdido". Sensato y preciso. Sin victimizarse por el error arbitral. Sin ambigüedades y aludiendo a sus propios errores garrafales.
Nuevamente el Bayern deja de ser vitrina para las promesas del rey Arturo de "venganza en la Champions", cuya supuesta víctima era el Real Madrid. Promesas incumplidas como ostentar la Orejona o la de llevarnos al Mundial de Rusia.
El Rey ha sido esclavo una vez más de sus alteradas palabras. Se ha excedido al tratar de "ratones" al equipo merengue. Se ha mofado de Cristiano Ronaldo de una manera ofensiva. Por esos parajes donde sobra cultura deportiva, un ejemplo; Arsene Wenger, entrenador del Arsenal, es homenajeado por su rival, el Manchester United, y Alex Ferguson. Qué ejemplo de civilidad para todo el planeta fútbol. Con justicia Ferguson ha sido condecorado Sir por parte de la Reina Británica.
Nuestro fútbol se asoma por las rendijas. No se ven reyes, solo plebeyos. No obstante la plebe cabalga a la caza del zorro que son los árbitros. Ojalá nunca llegue la inteligencia artificial donde prevalece el juego y las decisiones de naturaleza humana. ¿Llegaremos a idolatrar la robótica? ¿Manejarán nuestras emociones? ¿Quiénes claman por el VAR? Los mercaderes y sus propios intereses.
El fútbol es un juego de errores y consta de dos partes: el relacionado con el balón y el marcaje. O sea hay dos luchas; la que sostienen los defensores contra los que atacan con el balón y la que sostienen los defensas contra los que atacan sin llevarlo. Eso nos ha mostrado esta semifinal de Champions. Partidos inteligentes donde el menor error se paga caro tanto de jugadores y árbitros.
¿Cómo se puede clamar justicia quien no entiende lo que es ser justo?