Leonardo Rodríguez: “Han pasado 18 años y la gente de la U sigue yendo al estadio con mi polera”
El ex volante azul habla de su indestructible vínculo con los azules en el decimotercer capítulo de En Cuarentena. También se refiere a su rol como agente, sus proyectos en el fútbol formativo y a su estrecha amistad con el Cholo Simeone.
Leonardo Rodríguez (53) dice que su día se reparte entre distintas tareas. “Tengo diferentes roles. Mi función de agente en @impactodeportivo, que es muy importante para mí, que hace mucho tiempo que lo hago. Acá en Argentina también hemos fundado un club que se llama Delta Fútbol Club, que tiene un desarrollo futbolístico importante, con casi 400 chicos en escuela de fútbol. Ahí trabajamos con una metodología. Nos gusta mucho la docencia, enseñar. Me gusta mucho la dirección deportiva, me gusta leer, prepararme en el marketing deportivo. Más allá de mi función de agente, también hago otras cosas que me dan mucho placer. Sin ninguna duda que para todo esto que estamos hablando, el confinamiento, de que en Sudamérica no hay campeonatos, es un golpe para todos nosotros. Estamos esperando que esto pase y con muchas ganas de que esto vuelva a la normalidad”, explica en el decimotercer capítulo de En Cuarentena, de El Deportivo de La Tercera. Más tarde hablará de otro tema que lo apasiona: su indestructible vínculo con Universidad de Chile y sus hinchas.
¿Cómo avizora el fútbol post-coronavirus? El mercado va a sufrir un cambio, seguramente los precios también, ¿cómo prevé ese factor?
Hay que esperar a ver que termine esta pandemia para ver cómo el fútbol se reestructura. Lo que no me gusta es que hay muchos clubes que han aprovechado esta situación para no comportarse de buena manera y hay otros que lo han hecho muy bien. Como en toda crisis, están aquellos que se aprovechan para sacar ventaja y otros que logran mantener un comportamiento profesional, serio y responsable. Tenemos que esperar que el fútbol reanude, que la economía se reacomode, que los campeonatos se empiecen a jugar de forma normal, que la gente vuelva a los estadios y a partir de ahí reconstruir el fútbol que estábamos acostumbrados a ver.
¿Le costó mucho adoptar la decisión de dedicarse a la actividad de representante de futbolistas?
La representación me la tomo con mucha seriedad y responsabilidad. Tengo la suerte de manejar algunos jugadores importantes. Siento que el hecho de haber jugado veinte años en Primera División, en cinco países distintos, tanto tiempo en la selección argentina, de haber jugado en equipos grandes, me da un plus con respecto a muchos otros agentes. Haber jugado es como hacer una facultad. En muchas ocasiones es mi trabajo y no mi mayor placer. Mi mayor placer es mi club, la dirección deportiva, hablar con los entrenadores, debatir de fútbol, de sistemas, porque en el fondo mi pasión es el fútbol, la representación de jugadores es mi trabajo.
¿Al asumir el rol de la representación puso en riesgo su prestigio como futbolista?
Es algo muy personal. Como en todo orden de la vida tienes la posibilidad de hacer bien o mal el trabajo. El trabajo de representante lo hago con mucha seriedad y responsabilidad. Me comporto muy bien con los jugadores de fútbol. Sé que hay otros agentes que no son así, que se aprovechan de los jugadores, que no son del todo transparentes. Es algo que sucede en todo orden de la vida; hay abogados buenos y malos, periodistas decentes y otros corruptos, políticos buenos y otros malos. Más allá de que el rubro de agente es difícil, porque muchas veces hay que estar en medio de muchas situaciones, entre el club y los jugadores y conciliar situaciones. Si uno lo hace con buena actitud, puede ser un aporte a esta profesión.
¿Qué le parece que los representantes adquieran clubes?
En la medida de que los agentes que controlan clubes tengan buenas intenciones de formar buenos equipos, competitivos, como en el caso de Unión La Calera, que más allá de sus dueños tiene el respaldo de una empresa de representación, un club que hace dos o tres años que ascendió y juega Copa Sudamericana, pelea campeonatos, se están haciendo las cosas bien. Si los agentes vienen con la idea de formar buenos equipos, bienvenidos. Si solo quieren usar el club como negocio para potenciar un jugador y venderlo, no. Todo depende de pura y exclusivamente de cómo quieres hacer las cosas. Si tu intención no es buena, no lo será.
Si pudiera comprar un club, ¿lo haría?
No me lo puse a pensar. Me retiré en enero del 2003. En estos 17 años ejercí la función de agente intermediario. Tuve la suerte de crear Delta FC acá en Argentina. Me aboco todos los días a prepararme a la dirección deportiva, gerencia general, me gusta mucho el marketing deportivo. Mi próximo objetivo es viajar a España para hacer un curso de dirección deportiva muy conocido en Madrid, que es reconocido por la federación española. No estoy preparado para comprar un club, no sé del tema, pero sí me encanta mucho el desarrollo de lo deportivo. En eso sí me siento capacitado.
¿Sigue trabajando con el Cholo Simeone?
Él es un hermano para mí. Lo conocí en el año 88′, en Vélez, soy padrino de su casamiento, soy el representante de su hijo que juega en Italia. Con él no tengo una relación laboral, sino de mucha amistad y lealtad.
¿Tiene algún techo más que alcanzar Simeone?
Está viviendo un gran presente en el Atlético de Madrid. Está clasificado a la Champions del próximo año. Viene de ganar cinco partidos consecutivos. Acaba de eliminar tal vez al equipo más fuerte de Europa, como lo es el Liverpool. Lo veo en el Atlético, no lo veo cambiando de ciudad y de club. Está muy contento ahí, es feliz. Simeone, con quien hablo tres o cuatro veces por semana, no tiene ganas de cambiar, se proyecta seguir ahí. Sabemos que en algún momento va a dirigir la selección argentina. Es algo que se dará en algún momento.
¿Qué significa la U para usted?
La U para mí a nivel clubes es todo. En la U logré trascender a lo que es la media de un futbolista. Hace 18 años que me fui del club y mucha gente sigue yendo al estadio con mi polera. Lo que yo he vivido en la U, los títulos ganados, en rendimiento mío, seguramente la mejor Copa Libertadores de la historia, muchísimas noches de Libertadores y de Campeonato Nacional de gloria, muchos títulos ganados. La estadística lo dice: en casi todas las encuestas la gente me elige como uno de los mejores de la historia, en muchos en mejor. Para mí es una satisfacción enorme, pero hay algo que no se puede comprar que es el cariño de la gente. La gente me tiene un amor y un cariño. Voy a comer a Santiago y la gente me sigue reconociendo como si estuviese jugando en el club. Seguramente en el futuro mi vínculo con el club se va a volver a cruzar, no tengo ninguna duda.
¿Algún otro equipo chileno se le acercó para jugar?
Después de la Copa América de 1991 me buscó Colo Colo, me fui a Europa. En el 98′ cuando volví a la U la Católica me buscó. Fernando Carvallo era el entrenador, me llamaba casi todos los días a mi casa cuando estaba en el América de México. Después de lo que había hecho en el 95-96 tenía un compromiso con el club. Volví a la U y fue un verdadero placer. Logramos el bicamepeonato 99-2000, la Copa Chile, récord de puntos. Tanto la UC como Colo Colo me buscaron en su momento, pero yo era muy feliz en la U, mi casa. Es un club que cada día lo quiero más.
Al volver de Europa su destino inicial era River Plate…
Cuando tomé el avión de Milan a Buenos Aires tenía un acuerdo con River Plate para jugar. Después, por suerte, se provocó un conflicto entre mi representante y el presidente de River. Apareció la U, me informé de cómo era el club, no tenía mucha información, tomé la decisión de ir y como siempre digo, fue una de las decisiones más acertadas en mi vida y en mi carrera deportiva.
River Plate también está ligado a su peor recuerdo en la U, por aquella semifinal perdida en 1996 en la Copa Libertadores.
Tal vez fue la noche más triste de mi paso por la U. No porque hayamos perdido 1-0 con el gol de Almeyda, sino porque sabemos muy bien que hubo un arbitraje que dejó mucho que desear, que fue el hazmereír de todo el mundo, fue un robo, un hecho lamentable. En esa época la Copa Libertadores tenía lamentablemente mucho manejo de árbitros. A nosotros en el Monumental nos robaron. Tenemos esa tristeza muy adentro, pasaron muchos años y todavía no lo podemos olvidar.
¿Estaba arreglado ese partido?
Hablar del partido arreglado es muy difícil. Creo que había un árbitro con una tendencia muy marcada, que fue muy desfavorable para nosotros. Que no dio un penal que fue un escándalo, que lo vio todo el mundo. Fue penal de aquí a la China. Fue así, todo el mundo lo pudo ver, ese árbitro nunca más dirigió a nivel internacional en ningún lado, fue prácticamente expulsado de la confederación y en relación directa con el arbitraje que tuvo con nosotros.
Hace un tiempo usted recordaba que recibió señales de que River tenía la certeza de que iba a ganar, que los jugadores estaban seguros…
Dentro de esa semifinal había algunos jugadores que habían jugado el Mundial de 1994 conmigo. En ese River estaba Hernán Díaz, Ariel Ortega. A Francescoli lo conozco hace muchos años. Hoy soy muy amigo de Hernán Crespo. Y claramente sí, en determinadas situaciones del partido ellos reconocían que había un arbitraje muy tendencioso que los favorecía de manera asquerosa.
¿Por qué la U no le puede ganar a Colo Colo en el Monumental?
No estoy en condiciones de darte esta respuesta. No lo sé. Sería de mal gusto decir que en la época que estaba yo y ahora no, eso no se justifica. La U tiene grandes equipos, buenos planteles, están las condiciones para ganar en el Monumental pero no ha tenido suerte. En algún momento las rachas en contra empiezan a pesar. Los jugadores cada vez que van al Monumental dan lo mejor. Espero que un poco tiempo más eso se pueda revertir.
¿Alcanzó a pensar que era una posibilidad real que la U perdiera la categoría en 2019?
Nunca llegué a tener esa sensación. Los equipos grandes, le ha pasado en Argentina River, Independiente, Racing, San Lorenzo, cada cierto tiempo tienen una campaña mala y riesgo de descender. Algunos han descendido. Pero el año pasado, más allá de la mala campaña, nunca sentí que la U tenía la posibilidad de descender. Sí que había que estar atento, tener cuidado, no correr riesgos. Pero después de la llegada de Hernán Caputto tuve mucha fe. Hernán mejoró mucho al equipo y al plantel. Me gusta cómo trabajaba. En ningún momento pensé que la U podía llegar a descender.
¿Debe volver Johnny Herrera a la U?
No puedo responder esa pregunta porque es meterme en la parte deportiva y hoy en el cargo está Sergio Vargas y Rodrigo Goldberg. Ellos están trabajando muy bien. Johnny le ha dado mucho al club, es un gran arquero. Sabemos también que ha tenido muchas diferencias con Azul Azul. La realidad es que cualquier declaración que yo diga en favor de Johnny o en favor de Azul Azul, va a generar una respuesta que a alguno va a incomodar. Prefiero mantenerme al margen. Prefiero no responder esta pregunta.
Ver enfrentado a Herrera con Rivarola, dos ídolos, ¿qué le produce?
Soy amigo de Diego Rivarola, fuimos compañeros, con Johnny también, pasa que cuando fui compañero de Johnny él era muy jovencito. Con nosotros dio sus primeros pasos, ya demostraba que iba a ser un buen arquero. Le tengo mucho cariño, lo conozco de chico. Diego es un amigo, con él fui compañero, lo traje a jugar al fútbol argentino, a Argentinos Juniors en su momento. No quiero entrar en las diferencias que tienen algunos ídolos del club, porque cualquier opinión mía va a generar polémica.
¿Por qué no aceptó el cargo de gerente deportivo de la U?
Tuve la posibilidad dos veces de agarrar el cargo de gerente deportivo. El año pasado me llamaron para participar del directorio de la U. Eso me obligaba a dejar Argentina. En estos momentos no puedo dejar Buenos Aires, porque tengo a mi mamá muy enferma, la tengo internada con una enfermedad de Parkison y Alzheimer. Tengo un compromiso con ella de que mientras ella esté, yo voy a estar en este país. La realidad es que también, para agarrar ese cargo, tengo que obviamente terminar con mi cargo de agente y eso requiere un periodo de algunos meses para desligarme de los jugadores. Yo ni este año ni el año que viene voy a poder ir a la U. Por ahí el 2022, después se verá. La gente que está en el cargo, que lo está haciendo muy bien, tanto Vargas como Goldberg, son amigos míos.
El 4 de julio se cumplieron 27 años del último título de Argentina, donde usted fue partícipe del bicampeonato de América con el torneo de 1991 y 1993, ¿por qué el fútbol argentino no ha vuelto a ganar?
Creo que la Selección Argentina ha sido muy competitiva. Cuando juegas tres finales en cuatro años eso no lo logra cualquiera. Mantuvo el arco en cero en los tres partidos. Perdió dos finales por penales y una en tiempo suplementario. Creo que Argentina ha hecho grandes Copa América y un enorme Mundial con Sabella. Pero en un país tan exitista como el nuestro, si no levantas la copa no sirve. Se los castiga mucho a los jugadores aquí porque no han logrado el título. Lamentablemente nos faltó, ganar una final por penales o en la final del mundo que Higuaín o Messi definieran las ocasiones que tuvieron. Pero eso deja un sabor amargo y genera una corriente negativa. Puede ser que no haya ganado un título, pero para mí ha tenido grandes selecciones. Seguramente en el futuro inmediato, Argentina va a volver a ganar.
De esa Copa América de 1991, que se jugó en Chile, ¿considera que fue su gran carta de presentación con el público nacional?
Tuve en la Copa América de Chile un rendimiento extraordinario. Para muchos fui el mejor jugador del campeonato. Haber salido campeón en Chile, en el Estadio Nacional, que es mí estadio, el de la U, de sus hinchas, es un recuerdo imborrable. Tanto la selección de Brasil, de Chile y Paraguay eran grandes selecciones. La Copa América del 91 fue mi primera presentación con la Selección Argentina y mi primer título con la Selección. Nunca más lo voy a olvidar en mi vida.
Barticciotto dice que le debe plata, porque si los franceses no lo hubieran visto acá con la Selección, él se hubiera ido al Olympique de Marsella.
Barti es un amigo. Lo quiero mucho. Él cuenta siempre esta historia. Puede ser, porque la realidad es que el Marsella buscaba los mejores jugadores de Sudamérica, Barticciotto venía de ganar la Libertadores con Colo Colo, a un gran nivel. Seguramente él también merecía jugar en un club como el Marsella. Después la vida nos cruzó. Él fue al América de México y yo fui después. De alguna u otra manera nuestra relación siempre está cruzada. Nuestros hijos juegan, el mío en Unión La Calera y el de él en Universidad Católica.
Al hincha en general le cuesta entender que el jugador de Colo Colo sea amigo del emblema de la U, ¿cómo era la relación entre ustedes?
Los clásicos eran a muerte. Cada clásico era una final. Dentro de la cancha era cara de perro. Cuando se jugaba el clásico en la semana no nos juntábamos o un par de semanas antes manteníamos la distancia. Nos conocíamos todos. Una vez Marcelo Espina me invitó y fui a cenar a la casa de Peter Dragicevic, que era el presidente de Colo Colo. Había un respeto, una disputa deportiva muy grande, pero afuera de la cancha había una muy buena relación. Y nuestras esposas tenían muy buena relación.
¿Cómo lo trata el hincha de Colo Colo?
A mí el hincha de Colo Colo en la calle me recibe muy bien. Me piden autógrafos, fotos, me dicen ‘qué lástima que no jugaste por Colo Colo’. Pero en el partido me insultan, me chiflan, me abuchean, me tiran cosas cuando voy al Monumental y voy a ejecutar un córner. Eso es normal. En los 90 minutos ellos defienden la camiseta de su equipo. Pero cuando los encuentro en restaurantes, en la calle, en los malls, me tratan muy bien.
¿Messi o Maradona?
A nivel de selección, Maradona. A nivel de clubes, Messi.
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