Tuvieron que pasar 28 años para que Inglaterra alcanzara nuevamente las semifinales de un Mundial. La nostalgia con la que la Isla convivía desde Italia 90 al fin se deja atrás, luego de botar a Suecia, tras vencerla por 2-0 y meterse con autoridad dentro de los cuatro mejores de Rusia 2018. El miércoles, en el Luzhnikí de Moscú, los británicos buscarán ante Croacia el anhelado boleto para la gran final.
Se esperaba un partido cerrado. Suecia en lo suyo, con el mismo libreto que lo puso entre los mejores ocho del Mundial. Esperando, cerrando espacios, trabando el juego, golpeando en los momentos precisos. Así fue en la primera parte del cotejo, y aunque a los ojos de los espectadores se tornó un partido soso, a la larga era lo que proponían los escandinavos.
Para eso, sin embargo, el cuadro del histriónico entrenador Janne Andersson tenía que mantenerse muy concentrado, tal como en casi todo su recorrido en Rusia 2018. Porque los únicos dos tantos que había recibido hasta aquí se los había convertido Alemania en la, a su vez, única derrota en la cita planetaria. Ayer, esa solidez defensiva se derrumbó.
Se desmoronó exactamente a los 30 minutos, cuando llegó un tiro de esquina para Inglaterra, tan deseosa de semifinales como su rival. Hasta ahí, Suecia no pasaba demasiado susto y en una pelota detenida (tan bien usada por el equipo de los Tres Leones durante el Mundial, con ocho de 11 goles por esa vía), Maguire aprovechó la pantalla realizada por sus compañeros y abrió el partido tras el centro de Young. Así llegó el descanso.
Suecia, si quería volver a la ronda de cuatro mejores de un Mundial tras 24 años, entendió que tenía que arriesgar un poco más. El marcador en contra también la obligaba. Y así, con los mismos intérpretes, en el arranque del segundo tiempo empezó a encontrar los caminos para acercarse al arquero Pickford. Su escaso poder de fuego, eso sí, hizo todo más difícil. Manejaba mejor la pelota, pero carecía de peligro.
Y justo en el mejor momento del Wunderteam, Inglaterra encontró el segundo gol a los 59'. El del desahogo ante la creciente presión de los de azul y amarillo. Un cachetazo directo al cuadro sueco. Fue en una jugada aislada y paciente de parte de Trippier, quien no apuró el mero centro por cumplir, cedió para Lingard y este se la levantó a Dele Alli para que, de cabeza, anotara el 0-2. Ahí mató cualquier ilusión amarilla.
Tras el tranquilizador segundo festejo, los ingleses, que vuelven a semifinales tras casi tres décadas, se dedicaron a manejar los minutos finales. A disfrutar de un momento que aguardaron por largos años y que parecía olvidado. Muchos de este plantel, de hecho, ni siquiera habían nacido la última vez que Inglaterra llegó a estas instancias. Para ellos eran sólo relatos de gloria muy lejanos. Pero esta generación inglesa, la de Kane, Lingard y Pickford, liderada por un sobrio Southgate desde la banca, escribe su propia historia.
El siguiente capítulo se define el miércoles.b