Parece un contrasentido. Uno más en un final de la Copa Libertadores, el torneo más tradicional de América a nivel de clubes, que iba para transformarse en un partido histórico y terminó en un escándalo que recorrió. El dato concreto es que la definición entre River Plate y Boca Juniors tiene fecha, horario y escenario: se disputará el 9 de diciembre, a las 16.30 (hora de Chile), en el estadio Santiago Bernabéu, de Madrid. En Europa.
La decisión comenzó a tomar fuerza en la jornada de ayer. A horas de que la Unidad Disciplinaria de la Conmebol fallara en contra de la denuncia que presentó Boca Juniors por los errores organizativos que, según la postura xeneize, desembocaron en los incidentes que afectaron al bus que los llevó hasta el estadio Monumental, ya había certeza de que el partido se iba a jugar en el Viejo Continente. La FIFA, la UEFA, la federación española y el club anfitrión ya habían dado la venia.
La Unidad Disciplinaria determinó que "no ha lugar" a los argumentos que presentó la defensa de Boca, que, entre otros, incluían alusiones al denominado incidente del gas pimienta, la agresión que hinchas de Boca perpetraron en contra de los jugadores de River en la Bombonera, en la Copa Libertadores de 2015.
En el intertanto, Daniel Angelici, presidente de la escuadra azul y amarilla, le advirtió al plantel que dirige Guillermo Barros Schelotto que estuviera preparada para disputar el partido ante un eventual veredicto adverso. De hecho, está previsto que el equipo viaje el martes. Eso, independientemente de que la vía jurídica, primero a través de la Cámara de Apelaciones de la Conmebol y luego del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) seguirá en pie, pero supone tiempos superiores a los futbolísticos, con el Mundial de Clubes encima. La opción de obtener la Copa por la vía administrativa era nula.
La determinación de presentarse al encuentro obedece a la posibilidad concreta de que, en caso contrario, Boca recibiera drásticas sanciones, que podrían llegar hasta los 10 años de marginación de competencias internacionales.
La segunda disyuntiva comenzaba a despejarse casi paralelamente. El recinto merengue comenzó a posicionarse fuertemente en las primeras horas de ayer. Atrás quedaban las alternativas de Doha, Asunción, Medellín y Miami, entre otras que alcanzaron a mencionarse. La razón está a la mano: la operación es factible, menos costosa que un eventual traslado a Qatar y con estándares de comodidad y seguridad (además de la vitrina) del mejor nivel.
Durante el día, también, el diario El País informó que el gobierno español había ceptado recibir la definición, quizás la última certeza que faltaba antes de la confirmación.
La logística ya estaba en marcha. A primera hora, también, trascendió que se habían reservado los dos mejores hoteles de Madrid para albergar a las delegaciones. El costo corre por cuenta de la Conmebol, que tenía la firme idea de sacar el partido de Argentina, según lo que había declarado el timonel, Alejandro Domínguez, y asumió públicamente el compromiso de financiar el viaje y la estadía de hasta 40 personas por delegación.
Los hinchas de River que tenían entradas para la final en Buenos Aires, en tanto, verán reembolsado el valor de sus boletos. Y en caso de que quieran viajar, habrá un fuerte control para evitar la presencia de barrabravas. El bochorno no puede repetirse, fue el mensaje de Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol.