Es viernes por la noche en la cancha de hockey sobre césped del tradicional Club Manquehue. El frío cala los huesos, pero eso no le importa a un grupo importante de jugadoras que corre por la cancha como si no hubiera un mañana. Muchas vuelven a ser las mismas adolescentes que hicieron historia en este deporte, más precisamente entre el 19 y 30 de julio de 1989, cuando se convirtieron en la selección femenina que disputó el primer Mundial Junior, en Ottawa, Canadá.
Las bromas y recuerdos abundan entre los grupos, donde hay dos categorías: mayores de 50 años y mayores de 55. Ambas series entrenan juntas para disputar el Mundial Máster de Sudáfrica, entre el 1 y el 10 de octubre. Para algunas, será la segunda experiencia de este tipo, tras la cita de Barcelona en 2018. Sin embargo, para otras, como Pamela Zenteno, mundialista hace 33 años, será su primera vez en este evento senior.
Hace tres decenios, la joven delantera encontró en el hockey su refugio, una pasión que conoció cuando cursaba tercero básico en el The Grange School. Soñaba con brillar en este deporte y destacar a nivel internacional. No lo pudo hacer, porque se casó a los 24 años y su vida cambió, pero ese gen del alto rendimiento lo heredó su segundo hijo: Joaquín Niemann, actual número 18 del mundo y el primer golfista chileno en ganar torneos del PGA.
“Joaquín está muy contento por esto y nos ha estado ayudando con videos, siempre está muy pendiente de lo que hacemos y dispuesto para lo que necesitamos”, expresa la orgullosa progenitora.
Luego de su separación matrimonial, un encuentro con sus excompañeras encendió la mecha de Pamela para volver a reencontrarse con los palos y las bochas. Y desde ahí no se despegó más. Así, comenzaron a aparecer objetivos, como los I Juegos Sudamericanos Máster, que se iban a disputar en Santiago, pero que el Covid-19 obligó a suspender; y el Mundial de Sudáfrica. “La pandemia postergó dos veces el viaje, pero nunca paramos de entrenar y eso nos unió muchísimo más”, revela.
Esa inyección de nostalgia y buenos recuerdos significa mucho para ella. “Es reencontrarse con amigas de toda la vida, con las que compartimos nuestros primeros pasos, y volver a representar a Chile es un doble orgullo y una sensación inexplicable. Volvemos a ser una generación que repite una instancia como esta para nuestro país. Eso es lo que nos tiene con tanta fuerza y garra de querer ir a este viaje”, dice. Y añade: “Es una posibilidad que nos forjamos en el tiempo. Este es un deporte de la vida, porque partimos casi todas a los nueve años, y tener ahora la opción de ir a un Mundial nos llena el espíritu de alegría”.
Hay muchas cosas en común con ese recordado Mundial de Canadá. De partida, el técnico es el mismo: Miguel Maldonado. También están jugadoras como Sylvia Valenzuela y Mónica Achelat y otras figuras como María Paz Robinson, Claudia Redlich y Marcela Romagnoli. Además, Cecilia Rivas, PF de ese equipo, hoy forma parte del grupo +55.
“Es muy bonito trabajar con este grupo. Hay varias del Mundial del 89, pero con otras veníamos trabajando desde el 87, y actualmente estamos desde 2017 trabajando sin parar en este proyecto máster”, explica el DT.
En la cancha, esa disciplina se nota, ya que los movimientos no tienen nada que envidiarles a los de las figuras actuales e, incluso, la potencia de los tiros se sigue viendo notoriamente en algunas integrantes, como la propia Pamela Zenteno.
“El hockey que se juega actualmente no tiene nada que ver con el del 87 u 89. De partida se jugaba en pasto natural y ese Mundial de Canadá fue el primero que se jugó en cancha sintética. Recuerdo que nos preparamos entrenando en el estacionamiento de un colegio, que era de asfalto, y era lo más parecido que encontramos. Este deporte ha evolucionado mucho en términos tácticos, físicos y hemos hecho una pega interesante para que puedan adaptarse a nuestros tiempos”, revela el técnico.
“Hemos participado en Panamericanos con este equipo y lo hemos hecho súper bien. Yo me saco el sombrero, porque las viejitas todavía corren”, puntualiza, antes de soltar una carcajada.
Con el hockey en la sangre
El ejemplo de estas madres ha significado la producción de nuevos talentos para el hockey sobre césped chileno. Es el caso de Mariana Lagos, quien entró en la historia de esta disciplina en Chile al ser parte de la primera selección adulta en clasificar a un Mundial. Su madre, Delia Salgado, es miembro del grupo que irá a Sudáfrica.
“En mi caso, estudié en un colegio británico donde se practicaba el hockey, luego estuve en las selecciones, en distintos procesos. Y a Mariana la metí en la escuelita en Viña del Mar y, luego, cuando nos vinimos a vivir a Santiago, nos hicimos socios del Manquehue y ella con ocho años empezó a jugar acá”, relata sobre los inicios de su hija. No duda en celebrar sus hitos: “El llegar a un Mundial es un gran logro de ellas. Es algo que no se había conseguido nunca y se dio en esta generación que llevaba mucho tiempo jugando junta. Empezaron en selecciones, a los 12 o 14 años, y ya llevan casi 15 años”.
Tampoco duda de que el éxito de las Diablas y de los Diablos (estos últimos también irán a su primer Mundial adulto) ayuda mucho a potenciar el proyecto máster, que también incluye una participación de la categoría +40 en la cita planetaria de Londres.
Un caso similar es el de María Jesús Maldonado y José Pedro Maldonado, integrantes de las selecciones adultas mundialistas. Ellos son hijos del coach Miguel Maldonado y de Isidora Maira, jugadora de la categoría +55.
“El hockey es nuestro deporte de toda la vida. Yo empecé a los ochos años y jugué mi último partido a los 50. Entonces, ver que mis hijos y mi señora participan de forma activa en grupos de selección es un orgullo y para mí es un honor poder dirigirla. Es un mundo realmente bonito e interesante”, manifiesta, emocionado, el entrenador.
No solo ellas. También hay otras Diablas que fueron parte del proceso, pero no fueron seleccionadas para la cita en Países Bajos. Es el caso de Jael Bozzo. Su madre, Mariela Bozzo, es parte del equipo +50 y también integrante de la Federación de Hockey.
“Por primera vez van las Diablas y Diablos y nosotros iremos a nuestro Mundial Máster. Para nosotras es un orgullo y para ellas yo creo que también”, sostiene. Además, hace referencia a la meta que se proponen: “Para nosotras, como mundialistas, nuestra misión es abrirles los caminos a más categorías. Además, hay un trabajo conjunto con la federación”.
Sergio Cachito Vigil, el prestigioso entrenador jefe de la selección femenina, no escatima en elogios para este equipo y destaca la importancia en el proceso de desarrollo de sus propias dirigidas. ”Es admirable y emocionante tener a ese equipo máster y todo lo que hacen para seguir desafiándose, creciendo y defendiendo los colores de Chile”, plantea.
“Lo lindo es que hoy hay muchas Diablas y Diablos que tienen ese gen. ¿Qué es lo que tiene el equipo máster? Pasión, disfrutan con el hockey, y también cada una de ellas fue muy importante en el desarrollo del hockey y lo siguen siendo. No me cabe duda de que han transmitido un ADN muy especial a sus hijos, el que se ve bien reflejado. Es muy lindo e importante lo que han hecho y siguen haciendo por el hockey. Es una gran enseñanza para todos nosotros”, destaca.
En tanto, al unísono, varias integrantes del equipo coinciden en que están abriendo una importante ventana para fomentar el deporte en los adultos mayores y sumarse a la cultura física de otros países, donde los indicadores de práctica deportiva en edades más avanzadas es bastante más elevada que en Chile.
Y si bien las másters han debido recurrir a diversas actividades para ir autofinanciándose, debido a que es una delegación de 45 personas y el viaje a latitudes tan lejanas es bastante oneroso, todo ese sacrificio, según reconocen, lo vale, y el sueño de seguir ampliando su historia está más vivo que nunca.