Ligas contra la corriente: ¿por qué hay fútbol en Bielorrusia y Nicaragua?

Fútbol Liga de Bielorrusia
El futbol en Bielorrusia se está jugando a puertas abiertas.

Son las competencias que se resisten a la detención. Ambas naciones tienen un punto en común: sus presidentes minimizan los efectos del Covid-19 y no han establecido medidas restrictivas.



El fútbol se vio obligado a entrar en un periodo de hibernación producto de la pandemia. Las ligas más poderosas del orbe están detenidas hasta nuevo aviso, mientras se barajan diversas fórmulas para su reanudación cuando las respectivas autoridades sanitarias lo permitan. Pero hay excepciones. Existen competencias menores que se siguen desarrollando obviando el aislamiento que se recomienda para circunstancias como ésta.

En situaciones normales, la liga de Bielorrusia no genera atractivo internacional. Se trata de un torneo de tercer orden en Europa. Pero hoy es un fenómeno porque es el único campeonato de la UEFA que se está jugando. La exnación de la Unión Soviética tiene una vida sin restricciones más allá de la expansión global del virus. Además de la continuidad del fútbol (que arrancó el pasado 19 de marzo), la gente sigue trabajando y los restaurantes están abiertos. No se han decretado cuarentenas.

El presidente Alexander Lukashenko ha sido uno de los principales negacionistas de los efectos del coronavirus, minimizando las medidas paliativas para los contagios. De hecho, ha asegurado que prefiere “morir de pie antes que vivir de rodillas”. Las recomendaciones que ha dado son practicar hockey sobre hielo, beber vodka y trabajar en las granjas. Hasta el cierre de esta nota, en Bielorrusia se contabilizaban 351 contagiados y cuatro fallecidos. El presidente Lukashenko, en el cargo desde 1994, disputó un partido amateur de hockey sobre hielo y declaró: “No hay virus en el hielo. Esto es un refrigerador. Vivo la misma vida que he vivido. Nos reunimos, nos damos la mano, nos abrazamos, nos golpeamos”.

Fútbol en Bielorrusia

Hoy arrancó la tercera fecha de la Premier League bielorrusa. El certamen se desarrolla con público en las tribunas. Los espectadores optan por usar mascarillas en los estadios, tomando algunas medidas de seguridad, así como el lavado de manos y la distancia social. En la fecha pasada, en la entrada a los recintos se les tomaba la temperatura a los asistentes. Además, las canchas se desinfectan dos veces al día. En lo netamente deportivo, el puntero es el Dinamo Minsk, con siete puntos.

Nicaragua, a puertas cerradas

En América Latina, para observar fútbol en vivo hay que ver hacia Nicaragua, la 77ª liga del mundo según el ranking 2019 de la Federación Internacional de Historia y Estadísticas (IFFHS). En aquel país el deporte no ha parado. Tanto así que un beisbolista, Robbin Zeledón, fue suspendido por un año al negarse a jugar por temor a contagiarse. En el país, hasta la fecha, se cuentan oficialmente solo cuatro casos positivos y un deceso.

La Liga Nacional determinó que la máxima categoría del balompié nicaragüense se siga desarrollando sin público. Se trata de un campeonato muy menor dentro de la Concacaf, con infraestructura deficiente, con varios estadios pequeños rodeados de árboles más que de gradas. Hay un chileno en esa liga. Se trata de Héctor Vega, hijo del histórico Caldillo, quien milita en el Juventus de Managua y decidió apartarse voluntariamente del primer equipo. “Acá la vida sigue normal, no hay mucha información, la esconden. No me voy a arriesgar por un contrato”, declaró hace días en Cooperativa. Un compañero de Vega, el paraguayo Fernando Insaurralde, tomó una decisión más radical y rescindió su contrato con el club para salir del país.

Juventus de Nicaragua

El pasado miércoles se desarrolló la 13ª jornada de la primera división, que lidera el Managua, con 29 unidades.

Considerando que la incidencia del virus en el país sigue siendo baja, el gobierno de Daniel Ortega no ha decretado cuarentenas y ha mantenido las clases en los colegios y universidades, pese a que las recomendaciones indican lo contrario. Incluso, el pasado 15 de marzo, Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, convocaron a una jornada de movilización bautizada “Amor en tiempos de Covid-19”.

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