Lionel Scaloni, el técnico argentino ninguneado hasta por Maradona que le devuelve la Copa del Mundo a Sudamérica
Con un trabajo silencioso y fuera de los focos, el rosarino supo sobrellevar una cuestionada llegada al mando de la Albiceleste. Hoy, ya tiene en su haber una Copa América y un Mundial, lo que lo catapulta a la cima de la historia argentina junto a César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo.
El 10 de julio del 2021 fue un día crucial para el fútbol argentino. El elenco comandado por Lionel Scaloni rompió una sequía de 28 años y se coronó como el monarca de América. ¿El adversario? Brasil, su clásico rival. ¿El escenario? el perfecto. El Estadio Maracaná fue testigo de un encuentro que consolidó a Lionel Messi con la Albiceleste tras obtener su primer campeonato a nivel adulto.
Ese día cambió el panorama al otro lado de la cordillera. Todo se remeció. Un equipo, liderado por el astro del PSG y un joven entrenador, logró superar las numerosas críticas y le entregaron un nuevo título a las vitrinas de la Albiceleste. Hoy, a más de un año, el elenco transandino escribió una nueva página en su laureada historia.
De la mano de Scaloni, de 44 años, Argentina alzó su tercera Copa del Mundo. El estratega más joven en la competencia dejó atrás las críticas por su inexperiencia en la llegada al banquillo y se consagró como el gestor de la hazaña.
¿Quién es?
El 16 de mayo de 1978 nació Lionel Scaloni en la provincia de Santa Fe, concretamente en Pujato, una pequeña localidad que cuenta con menos de cinco mil habitantes. Junto a su hermano dos años mayor, Mauro, desde niños fueron incansables jugadores de las canchas polvorientas del pueblo. Bajo las estrictas órdenes de Ángel, su padre y entrenador, iniciaron su carrera en un equipo de la zona, el Club Sportivo Matienzo.
Scaloni siente un amplio sentido de pertenencia con su lugar de origen. Cada vez que la apretada agenda futbolística se lo permite, él retorna a Pujato para ver a sus familiares y seres queridos. El estratega es el orgullo del pueblo. La entrada exhibe carteles gigantes y murales de él. Es una verdadera estrella.
Después recaló a las categorías inferiores de Newell’s Old Boys, club con el que debutaría profesionalmente en 1995. Tras doce partidos jugados, Scaloni sería fichado por Estudiantes de La Plata. Ahí destacaría durante un año, pero su ascensión sería rauda. En 1997 representó a la selección transandina en el Mundial Sub 20 de Malasia, lugar en el que brilló y llamó la atención en el Viejo Continente.
Junto a su hermano serían traspasados al Deportivo de La Coruña. Estuvo durante ocho años y medio en tierras españolas, formando parte del aclamado “Súper Depor”. Se hizo con la Primera División, dos Supercopas y una Copa del Rey, trofeo en el que superaron al Real Madrid de los Galácticos en la final, en 2002. ¡Les cagamos la fiesta!”, fue su única declaración tras el duelo. Esa noche, se convirtió en ídolo del cuadro hispano. West Ham, Racing de Santander, Lazio, Mallorca y Atalanta completaron su carrera hasta 2015, año en el que dejó la profesión.
Llegada compleja
Tras su retiro como futbolista profesional, Scaloni emprendió con su carrera como entrenador. Su deseo era claro, pues en su última etapa como jugador realizó una serie de cursos y capacitaciones. Arrancó en la reserva del Mallorca, pero en 2016, ante la exigencia de la Real Federación Española de Fútbol de entrenar a cualquier cuadro para obtener su título, llamó al club de barrio CF Son Caliu (en Mallorca) para pedirles trabajo.
El amateurismo duró poco, ya que Jorge Sampaoli, que se había quedado sin su mano derecha, Sebastián Beccacece, lo convenció de ir con él a Sevilla. Después llegaría el llamado de la Albiceleste, donde terminaría dirigiendo a la selección Sub 20.
Luego de la debacle en Rusia, el casildense fue cesado y Scaloni quedó como interino. Tras cuatro victorias, fue confirmado el 29 de noviembre de 2018. Esto no cayó del todo bien en la prensa argentina, la que era bastante hostil ante la inexperiencia del estratega, quien afrontaba su primer desafío como entrenador tras un puñado de partidos al mando del combinado juvenil. Incluso, Diego Maradona fue el primero en disparar tras la llegada del rosarino al banco argentino.
“Ahora ponen a Scaloni. Scaloni es un gran muchacho pero no puede dirigir ni el tráfico. ¡Cómo le vamos a dar la selección argentina a Scaloni! ¿Estamos todos locos? Con toda la gente que pasó, que le rompieron la dentadura y la cabeza… ¿Vos ponés a Scaloni? Y Scaloni dice ‘yo estoy preparado’. Pero si nunca te vi hacer un gol para Argentina. Con todo respeto, eh. Como pibe, vamos a comer un asado. Pero como director técnico y de la selección, no. Te queda como el traje del gordo Porcel a Minguito Tinguitela, mirá lo que te digo”, señaló tajantemente el Pelusa.
Trabajo silencioso
La interna de Argentina fue un caos en Rusia 2018. Sin embargo, mientras el plan de Sampaoli se desmoronaba, Scaloni fue acercándose cada vez más a los jugadores. Eso le dio la espalda con la que no contaba por parte de la prensa especializada. El adiestrador arrancó con la renovación del equipo, tanto en nombres como en estilo. Junto a sus escuderos Walter Samuel, Pablo Aimar y Roberto Ayala, privilegió el trabajo meticuloso y en silencio, lejos de los primeros planos y las cámaras.
Ahí arrancó con su liderazgo. Su perfil bajó tranquilizó a un equipo alborotado y el respaldo fue en creciente. Hasta el día de hoy no cabe dudas de que todos reman para el mismo lado. La cercanía generacional y la transmisión de tranquilidad, algo que no conocía la selección desde hace años, generó plena confianza en el estratega.
El factor Messi también fue clave. Además de la unión en el vestuario, el técnico le entregó el sitial adecuado al astro. Dejó de ser la leyenda que todos conocemos y logró acercarlo a los jugadores, incluyendo a los menos experimentados. Ahí conocieron su lado humano: “Hay que empezar por tomar a Messi como una persona normal. No es solo dentro de la cancha. Es más profundo. En el desayuno, en el vestuario, en cada momento, es necesario que los jugadores se acerquen a hablar con Leo. Darse cuenta de que es uno de los nuestros. A partir de ahí, todo fluirá más fácil dentro de la cancha, porque el hielo se rompe primero fuera”, señaló en conversación con El Deportivo.
Con esa plenitud, Scaloni logró sacar a relucir todas sus fichas como entrenador. Ahí destaca la modernidad y versatilidad. Ha sido capaz de soltar los dogmas, de no casarse con algún sistema o jugador. El entrenador brilla por saber interpretar el contexto y los momentos propios de cada duelo, tanto antes como durante. A veces quiere tener la posesión, en otras pretende ser más directo y en otras prefiere resguardarse, ninguna faceta le incomoda.
En esa línea, fue capaz de dejar afuera a titulares y referentes cuando no acompañaba el rendimiento ni los resultados. Ahí irrumpieron los jóvenes, a quienes les dio confianza y potenció, tal como lo ha hecho con el resto del plantel. Independiente de la notoria calidad técnica de los emergidos Enzo Fernández, Alexis Mac Allister y Julián Álvarez, su irrupción es también mérito del entrenador.
Otro nombre a la historia
Scaloni se alimenta de las doctrinas que nutren el balompié argentino. Fue dirigido por Marcelo Bielsa y José Néstor Pekerman, pero también saca lo mejor de César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, los dos próceres argentinos, si de entrenadores se habla. Logra complementar lo mejor de dos técnicos con estilos contrarios, formas distantes y personalidades antagónicas. La táctica y el pragmatismo se acoplan a la perfección.
Al igual que sus predecesores, Scaloni destaca por su precocidad. Menotti asumió con 36 años y cuatro años después, en 1978, ya era campeón de la cita planetaria, cuando aún no tenía 40 años. Tras su salida llegó Bilardo, de 45 años, quien se impuso con la Albiceleste tres años después, en 1986. La adaptación fue innecesaria y el ascenso meteórico, en todos los casos. Con una Copa América y un Mundial en su haber, el nacido en Pujato tiene su propio lugar en la historia del fútbol argentino.
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