En mayo, Lizardo Garrido generó la preocupación de quienes conocen y dimensionan su figura. El ex defensor de Colo Colo y de la Selección, campeón de América con los albos, fue internado de urgencia bajo el diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda. Desde ese día, comenzó una intensa lucha contra la enfermedad. Sus compañeros en la escuadra que logró el título de la Copa Libertadores en 1991 lo acompañaron en el duro trance. El club albo, en tanto, llamó a donar sangre para su emblemática figura.
El histórico zaguero revela ahora los pasajes más duros que le tocó enfrentar. “A mí me salió un herpes, se me manifestó con unas rayas rojas en el estómago, espalda y brazo izquierdo. Eso en la noche me quemaba”, relata en el programa De tú a tú, de Canal 13, que se emitirá este domingo. Los exámenes a los que fue sometido demostrarían que se trataba de una situación compleja.
El Chano confiesa, además, el duro impacto que le produjo la noticia. “Cuando me dijeron cáncer a la sangre me desmoroné y me caí”, admite. Ese día, intentó rebelarse frente al diagnóstico. “Les dije a mis hijos que yo no me quería tratar, no quería sufrir. No me da el cuero para estar acá nuevamente, otra vez toda la historia de Miriam en la clínica. Yo sabía que esto no tiene vuelta. Para mí el cáncer es muerte. Ellos me dijeron ‘Si tú quieres esto, te lo respetamos’”, sostiene.
Hoy, la situación es distinta y más alentadora. Después de 73 días de hospitalización y de ser sometido a un tratamiento con células madre que aportó su hija, su condición mejoró. “Ahora estoy súper controlado, con médico, con quimio en pastillas. Me siento mejor, aunque hay días en que no me puedo levantar. Ya no tengo células cancerígenas en mi médula”, revela.
El recuerdo de su esposa
Garrido también aborda el cáncer que le terminó costando la vida a su mujer. “Yo no quería que me dijeran, porque olfateaba que venía mal la cosa. Y me dicen que tiene un cáncer al pulmón. Cuando le cortaron el pelo ahí fue muy difícil, muy fuerte. Para ella fue brutal. Y ahí empezó todo este martirio”, recuerda.
La angustiante situación también le produjo serias complicaciones. “A los 18 o 20 días empecé a sentir una angustia fuerte y un dolor en el pecho. Partí a la clínica, llegué justo y me dio un infarto. Creo absolutamente que fue de pena. Yo lloraba todos los santos días”, repasa, emocionado.