El fracasado advenimiento entre el abogado de Jorge Valdivia y su colega de Colo Colo explica mucho de cómo han funcionado, o no han funcionado, las cosas en el club albo los últimos años y por qué los jugadores se resisten a abandonar la institución y siguen reclamando aunque pase un año entero. Sin entrar en detalles muy específicos, el tema es que Valdivia alega 200.000 dólares de un partido amistoso armado sólo para pagarle este extra y premios personales por avanzar de ronda en la Copa Libertadores de 2018. Cosa que ocurrió, ya que Colo Colo trepó hasta los cuartos de final. Lo anterior, sumado a los 100.000 dólares mensuales que ganaba el volante, además de los premios que recibía el plantel por partido ganado, título u objetivo conseguido.

Queda claro que se trataba de un muy mal negocio. No sé qué partido amistoso pretendía organizar Aníbal Mosa que recaudara 200.000 dólares de ganancia neta. La gente hace rato que no come pescado podrido, a menos que venga Juventus o Real Madrid. Son pocos los héroes que pagan un boleto para ver una deslavada pichanga contra Alianza de Lima o Sol de América con siete cambios. La televisión tampoco está en condiciones de botar plata: un partido como ése, y yo trabajo en el medio, con suerte te da 10 puntos de rating picando en 12 si es que Paredes emboca un par de goles.

Pero a Valdivia le firmaron eso y deben pagarle. Colo Colo tiene todas las de perder. Ahora, si al Mago, que jugaba según el calendario lunar pero cobraba rigurosamente con el calendario gregoriano, le hicieron un contrato así de desventajoso para el club, ¿qué le firmaron a Paredes, Orión, Valdés, Mouche, Zaldivia, Insaurralde y el resto de los pesados? No lo sabemos, pero el millonario pago de derechos de imagen que acaba de desatar la guerra civil en el camarín da una pista muy buena. Hubo un momento que era llegar y llevar para algunos, no todos, desde las oficinas de Blanco y Negro. Por algo cada jugador referente que se va hace tanto escándalo y se dedica meses y meses a lanzar dardos e invectivas contra los dirigentes. Lógico, en Colo Colo estaban en jauja, les pagaban lo que pedían y les sumaban bonos, amistosos irracionales, premios especiales y todo tipo de granjerías. Y todo lo anterior, escasamente condicionado por la obligación de ganar títulos. Es para quedarse hasta que no se pueda levantar las patas en la cancha como han señalado varios jugadores. Luego se abrían los libros contables y parecían manchados de sangre con tantos números en rojo.

Lo anterior explica también la llegada de Harold Mayne-Nicholls. Alguien tenía que poner orden y decir que no a las alegres y desmesuradas peticiones de los jugadores. Mosa no podía con su corazón de abuelita y era capaz de poner en el papel un elefante rosado y una rosa de oro. Claro, a Mayne-Nicholls le cortaron las alas y de inmediato se supo que Paredes firmaría por seis meses más en 2021 y Valdivia comenzó a lanzar indirectas- directas para un posible regreso. Eventos ambos que no me extrañaría que ocurrieran si es el actual presidente quien termina negociando.

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