Argentina se retira cabizbaja del Kazán Arena buscando una explicación a la impotencia que sienten. Con el dolor instalado, cualquier razón asoma como verdadera y a la vez culpable. Tanto mejor si viene con nombre y apellido; la hoguera se encargará de hacerlo pagar por semejante vergüenza.
Las evidentes confusiones futbolísticas de los últimos partidos explican el desenlace de su paso por Rusia. Pero, ¿qué ha pasado en los últimos años en los que no puede ganar un título? Una amarillenta foto de la Copa América del 93 dice que fue su último título a nivel adulto ¿Qué le pasó a esta generación que fue campeona olímpica?
Mucho ha pasado y casi todo de lo mismo. La dirigencia de AFA vivió tanto tiempo emborrachada del poder de Julio Grondona que llegó al convencimiento más puro que ésa era su realidad. Se hicieron expertos en amañar, engañar, sobornar y maquillar. Todo con tal de ganar. La muerte del capo argentino fue el inicio de la debacle que sólo se sostenía en un precario y tácito equilibrio al mando del Don. Después de su muerte el descalabro no se dejó esperar. Las elecciones con empate a 38 (de 75 votantes) fueron sólo el inicio de una serie de hechos que incluye un desfile de técnicos (de diferente estilo, por cierto).
El proceso no existía y no existió, porque el estilo no va de acuerdo con el plan. El DT es el plan y el estilo. Varios técnicos se dieron cuenta de esto y prefirieron excluirse. De hecho, el mismo Tata Martino tomó distancia cuando vio que la corrupta avalancha se lo llevaba puesto.
Vino Bauza por unos meses y encontraron en Sampaoli el candidato perfecto. Uno que no le molestaba dirigir a Messi y su club de amigos y además estaba dispuesto a pelearse con quien fuera con tal de abandonar Sevilla.
Y cumplió lo que prometió. Se fue a las patadas de España y aceptó mansamente los dictámenes del astro del Barcelona. El DT quería sacar a Mascherano y no pudo, quería a Icardi y ni siquiera lo citó entre los 23. Ni hablar de jugar con línea de tres en el fondo, discusión que se zanjó en el primer encuentro en Ezeiza.
Ese fue el modo de trabajo de Sampaoli, hasta que llegó la clasificación a Rusia, la cual se dio única y exclusivamente por el gran perdonazo que le dio la FIFA a Messi.
Esta suma de hechos nos muestra que Grondona sigue operando desde el infierno, pero ¿hasta cuándo?
La improvisación se hizo ley y Argentina jamás pudo disfrutar lo que nosotros vivimos con Sampaoli en Chile. Argentina fue una sinfonía de experimentos y soluciones de última hora.
Han sido demasiadas las señales que el fútbol argentino no ha querido ver en los últimos años. Siguen pendientes del fondo y no de la forma, alimentados de una soberbia que enceguece y que no les permite ver más allá de la punta de sus zapatos. Lo que tiene hoy es lo que sembró ayer.