Otra dura tarea tendrá Nicolás Jarry (81º) durante la mañana de esta jueves (pasado el mediodía en España), luego de que el martes superara al alemán Alexander Zverev (3º) en el ATP 500 de Barcelona.

El rival será Grigor Dimitrov (43º), quien en la ronda de 32 derrotó al local Fernando Verdasco (37º) por 6-2, 6-7 (4) y 6-3. El búlgaro (27 años) llegó a ser tres del mundo entre noviembre de 2017 y enero de 2018, momentos en que exhibió el honor de ser superado en el escalafón solo por Rafael Nadal y Roger Fededer. Su máximo rendimiento lo alcanzó precisamente en el Masters de Londres, donde doblegó en la final al belga Dominic Goffin.

Dimitrov es, además, el mejor tenista en la historia de su país, donde los deportes más populares son el fútbol, esquí, básquetbol, vóleibol, lucha y levantamiento de pesas. Sus éxitos han puesto al tenis en el mapa de los intereses nacionales, pero hasta ahora goza de poca compañía de otros búlgaros destacados en el ATP Tour. Apenas le sigue su paisano Dimitar Kuzmanov, quien está 326º.

La única vez que Dimitrov se enfrentó a un chileno fue en 2011, cuando siendo juvenil venció a Nicolás Massú en Miami.

Entre sus características esenciales figura un revés a una mano que muchas resulta impredecible para sus rivales, pues esconde muy bien el golpe hasta último momento, norma que parece básica, pero difícil de cumplir para la mayoría de los jugadores. Adicionalmente destaca por un servicio potente y una capacidad defensiva que se ubica entre las mejores del circuito.

Fuera de los courts, o cerca de ellos en rigor, destaca por sus mediáticos pololeos, pues ha sido pareja de Serena Williams y Maria Sharapova, entre otras tenistas.

Además es un fanático de los helados; tanto así, que la multinacional estadounidense Haagen Dazs lo fichó como su embajador oficial. Asegura que cuida mucho su dieta y recuperación física precisamente para poder darse el gusto de tomar alguna combinación de vainilla, chocolate y frutos secos.

Diferente será el caso de Christian Garin, quien se medirá con un rival que parece bastante más accesible, aunque en 2011 la figura de Roberto Carballés (en la foto inferior) asomaba como una de las grandes promesas del tenis español. En aquella temporada, con 18 años, el nacido en Tenerife se convertía en el segundo jugador más joven de esa nacionalidad en ganar un título de categoría futuro luego de Rafael Nadal. Además, fue campeón Sub 18 en individuales y dobles.

Todo parecía brillante, pero el canario quedó ahí, como esas promesas que nunca maduran y hoy, con 26 años y 104º en el ranking ATP, la posibilidad de que alcance el potencial que proyectaba entonces parece ahora extinta.

Su presencia en octavos de final en Barcelona se parece en algo a la Nicolás Jarry, porque ingresó como perdedor afortunado en lugar del cabeza de serie italiano Fabio Fognini, quien se borró del cuadro por lesión. La suerte, además, le favoreció doblemente, pues tuvo que enfrentar a un invitado, como su compatriota Nicola Kuhn (19 años y 276º), hijo de austríaco y ruso, nacido en el país de su padre pero afincado en Alicante desde los tres meses), al que despachó en tres sets: 6-7 (4), 6-4 y 6-2.

De esta manera, chocará con Christian Garin, el jugador de mayor progreso en el ranking mundial durante estas semanas. El tinerfeño (1,83 y 77 kilos), de cualquier modo, llega con algún grado de optimismo, porque hace dos semanas se impuso en el challenger de Murcia, donde venció al sueco Mikael Ymer (20 años y 176º) por 2-6, 6-0 y 6-2, aprovechando su potente derecho y un preciso revés a dos manos, según comentaristas locales.