Los detalles de la tensa noche en la que Ricardo Gareca finalmente encontró un poco de paz en la Roja
El entrenador se jugaba su final ante Venezuela. El triunfo era imperativo para mantener a la Selección con chances de pelear por el séptimo puesto y para cumplir con el ultimátum que le había colocado Pablo Milad hace un mes.
Ricardo Gareca levanta los brazos con una sonrisa. De inmediato se abraza con sus colaboradores. Recién Facundo Tello tocó el pitazo inicial. La Roja del Tigre suma por primera vez tres puntos. Es su tercera victoria al mando de la Selección, pero la única por los puntos. “Era necesario que no perdiéramos esta oportunidad ante un un gran equipo que viene anímicamente muy bien. Y bueno, hace que lógicamente un triunfo no es lo que a lo largo del balance de este año buscamos. Pero sirve para fortalecernos, para transmitirle a la gente esencialmente que la vamos a pelear”, dijo el entrenador después del partido.
El estratega argentino vivió una semana tensa. Igual de tensa que la noche de este martes. El lunes tuvo un duro cara a cara con la prensa. Se sintió interpelado por los reporteros y les respondió con dureza cuando se le consultó por sus experiencias negativas en Vélez Sarsfield y Chile. “Más que una pregunta es el desarrollo de una idea, de lo acontecido. Yo no lo haré, hágalo usted, tengo el mismo equipo de trabajo. A veces los resultados no llegan”, sostuvo. La gente comenzó a perder la paciencia. Otro diagnóstico que el propio DT reconoce. La semana pasada reveló que no fue a partidos del Torneo Nacional para no recibir insultos.
Todo eso se notó en el Estadio Nacional. De entrada, cuando se anunció la formación de la Roja por altoparlante, se omitió su nombre al cierre. La organización prefirió evitar la evidente silbatina. Claro que esta llegó cuando el argentino salió del túnel y se dirigió al banco. Ahí el público no lo respaldó y lo pifió con fuerza. El entrenador reconoce que no lo ha pasado bien. Siente que se les cuestionan situaciones que considera normales, como su viaje a Buenos Aires. Luego de la victoria, más suelto, reconoció que es normal que su puesta estuviera en entredicho. “El clima no era el ideal y, sin embargo, la verdad es que nos apoyaron, nos apoyaron los dirigentes también. Es muy difícil eso, sostener un cuerpo técnico que en las cuatro primeras fechas no tenía ningún punto. Y aparte con un rendimiento que no era el que esperábamos todos”, dijo.
Pendiendo de un hilo
En Lima, cuando la Selección igualó ante Perú, Gareca estuvo casi todo el partido sentado en la banca y permanente diálogo con sus colaboradores. Ahora cambió uno de esos dos aspectos. El Tigre estuvo de pie casi todo el encuentro. Parado al borde la línea que delimita su área de movimiento y con las manos atrás. Solo por momentos iba a la zona de los asientos. Pero si, en muchas ocasiones, se giró para hablar con Sergio Santín y Hugo Alves, sus ayudantes. Cuando veía algo que no le parecía, le gritaba a los jugadores. En el primer tiempo dio un reto fuerte.
El estratega llegaba con la soga en el cuello. Y lo sabía. Luego de la goleada por 4-0 que le propinó Colombia el mes pasado, el DT recibió un ultimátum por parte de Pablo Milad. El directivo le dijo que tenía que sacar, por lo menos, cuatro de los seis puntos que estaban en disputa en esta doble jornada. Lo logró. El viernes pasado el curicano modificó el discurso y aseguró que se le había exigido el máximo de las unidades. Sin embargo, este martes volvió a recular y ratificó al DT en su puesto. “Este resultado respalda a Ricardo. Como le pasó en Perú, en los primeros partidos no anduvo tan bien. Creo que los jugadores están entendiendo al técnico. Hay que trabajar con fe, voluntad y esperanza. Hay que respaldar al entrenador”, señaló el presidente de la ANFP.
El Tigre tuvo su jornada más lucida. Sobre todo por las decisiones que le valieron los puntos. Por ejemplo, tras la lesión de Diego Valdés en el entrenamiento del lunes, optó por Lucas Cepeda como titular. El ariete formado en Santiago Wanderers le respondió con dos goles. En un momento Chile estuvo abajo en el marcador. En dos momentos, más bien. Ahí Gareca, en un movimiento que habían practicado el fin de semana, le dijo a Aravena y a Cepeda que se cambien de sector. Fue clave para el doblete del delantero de Colo Colo.
Además, también para su tranquilidad, ahora cuenta con el respaldo de Arturo Vidal, quien hasta hace un mes era uno de sus principales detractores. El Rey, de hecho, emplazó a los que mantienen aquella condición. “Ojalá los exjugadores no sean tan duros. Los que más sufren son los jóvenes. Los que estuvieron acá no deberían atacar tanto, sino dar consejos. No somos Brasil ni Argentina. A nosotros nos toca combatir. Espero que vayan a hablar con los muchachos. Los esperamos. Los que ganaron cosas y pasaron momentos difíciles deberían aconsejar”, sentenció.
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