La ficha: Fra-Bel (1-0)
Francia: Lloris; Pavard, Varane, Umtiti, Hernández; Pogba, Kanté, Matuidi (86', Tolisso); Mbappé, Giroud (86', Nzonzi), Griezmann (90+3', Fekir). DT: D. Deschamps.
Bélgica: Courtois; Alderweireld, Kompany, Vertonghen; Chadli, Fellaini (80', Carrasco), Witlse, Dembelé (60', Mertens); De Bruyne, Lukaku y Hazard. DT: R. Martínez.
Goles: 1-0, 52', Umtiti cabecea en el área tras un tiro de esquina de Griezmann; 0-2, 61', Griezmann remata desde 25 metros y Muslera, en un error grosero, no puede contenerlo.
Árbitro: A. Cunha (Uru). Amonestó a Kanté, Mbappé (Fra), Dembelé, Hazard, Alderweireld, Vertonghen (Bel).
Estadio Arena San Petersburgo. Asistieron 64.286 espectadores.
La pelota muerta la da vida a Francia. Y no solo eso. La instala en una nueva final de una Copa del Mundo. El combinado galo, gracias a la pegada de Griezmann y el anticipo de Umtiti, se instala en el duelo definitivo del próximo domingo con entera justicia. El 1-0 sobre Bélgica, que se quedó sin ideas para remontar la desventaja, fue la diferencia justa en favor de un equipo plagado de jóvenes que juegan como experimentados.
No le resultó fácil la tarea al primer finalista. Bélgica sorprendió de entrada. A diferencia del duelo con Brasil, posicionó a Lukaku como referencia de área, entre Varane y Umtiti, recostando a De Bruyne por la derecha. Aquello le permitió a Hazard disponer de más espacios por la izquierda, aprovechando cierta pasividad de Pavard. Precisamente, a partir de la habilidad en el uno contra uno del jugador del Chelsea es que los Diablos Rojos arrinconaron a los galos. Tuvo dos ocasiones claras justamente en los pies del extremo, pero estuvo muy bien Lloris y también los centrales para alejar el peligro.
Francia no daba señales de vida. Apenas intentaba contener los embates de Hazard. De generar peligro, casi nada en el primer cuarto de hora. No aparecía Griezmann y Mbappé no tenía espacios ni tampoco habilitaciones para aprovechar su velocidad. Apenas Pogba intentaba marcar el camino, pero era poco para todo el colectivo de Roberto Martínez. Bélgica era más en el arranque. Tal como ocurrió ante Brasil. Pero a diferencia de los cuartos de final, ahora no pudo reflejar en el marcador aquel dominio. Y lo terminaría pagando caro.
Un remate de Alderweireld a la salida de un tiro de esquina, muy bien contenido por Lloris, promediando el primer tiempo, marcaría la última aparición en ataque del equipo belga. A partir de ahí, un par de ajustes de Deschamps bastarían para torcer el destino del partido. Porque Matuidi decididamente abandonó su posición original de tercer volante central para irse a jugar de extremo. Y Griezmann, posicionado ahora sí detrás de Giroud, comenzó a provocar estragos detrás de los mediocampistas defensivos.
Entonces, dueño del balón, Francia apareció en el área rival. Pavard lo tuvo, pero el mano a mano lo ganó Courtois y Giroud, en una ratificación de su pobre Mundial, desaprovechó un centro de Mbappé cuando estaba sin marca en el punto penal. Eran los primeros avisos de los galos, que empezaban a dar la sensación que estaban ya conectados con el partido. Superado el ahogo inicial, se hacían dueño de las acciones.
En un equipo plagado de jugadores desequilibrantes, Deschamps entendió que muchas veces no bastan los buenos jugadores para romper los murallones defensivos. Que por mucha habilidad en el mano a mano de Griezman y Mbappé, existe siempre alguna fórmula para detenerlos. Por ello, el técnico se empecinó en trabajar el balón detenido como si se le fuera la vida. Aquel trabajo de pizarrón se notó ante Uruguay, cuando un cabezazo de Varane a la salida de un tiro libro le permitió abrir la cuenta. Esta vez, otro central, Umtiti, se matriculó en la historia con un anticipo de libro frente al mejor cabeceador belga como Fellaini, para abrir la ruta de la victoria. El denominador común de ambas conquista fue la exquisita pega de Griezmann, con su pie izquierdo dibujó parábolas perfectas para sus compañeros.
El gol premió el mejor juego a Francia en esos pasajes. Incluso tuvo tiempo y chances para matar temprano el partido en el segundo tiempo, pero Giroud otra vez falló tras una genial habilitación de Mbappé. Se vio tan cómodo el seleccionado galo con el trámite y el marcador, que en cierto modo bajó las revoluciones. Y le abrió una ventana a Bélgica para intentar meterse en el partido. Claro que con Hazard ahora sin espacio para maniobrar, los Diablos Rojos sólo tenían el centro como argumento de ataque. Y cuando no apareció Lloris para despejar el peligro, asomó una cabeza de emergencia para alejar el potencial daño. Una vez más, el fondo galo dabe muestras de su solidez ante una de las selecciones con mayor fuego ofensivo.
Con todo merecimiento, Francia se instala en una nueva final del Mundial. Tal como hace 12 años en Alemania, el seleccionado galo llega al partido definitivo. Con una selección plagada de jóvenes, pero llena de talento y sobre todo inteligencia para manejar los partidos, el cuadro de Deschamps siempre entendió que era superior a su rival. Y lo ratificó en el marcador, para que no quedaran dudas de que su favoritismo no solo está en los papeles.